Buscar en este blog

viernes, 31 de octubre de 2014

Testimonio

     Solo un desquiciado, atormentado de recuerdos, podría escribir algo como esto. No lo sé, quizás mehe vuelto un  insensato pero quiero compartir con el mundo esa noche extraña, no puede quedar a resguardo de una mente que alguna vez, quizás lo olvidará. No, no debe ser así.

     Recuerdo que era una noche oscura, se me antojaba triste y silenciosa, aunque el bullicio era tal que a pesar de la distancia supe que habría mucha gente cuando llegara al salón de fiestas sobre la colina. La celebración de aquella noche me haría olvidar un poco de la locura en la que se había convertido ese ultimo año.

     Esperé un poco a que el frío nocturno me envolviera, sinceramente disfruté todo ese ambiente festivo con el que las personas endulzaron el aire. Miré a ambos lados del camino antes de emprender mi trayecto, el pueblo estaba vacío y era en un centro social a un par de kilómetros donde me esperaba el festejo, yo sería probablemente el último en llegar.

     Era un paisaje exótico para lo que podría llamarse normal en aquella carretera. Se veían a lo lejos, las luces del lugar donde todos estaban reunidos, y al ser un pequeño pueblo alejado de esas grandes ciudades, el hecho de que no faltase nadie a la invitación, conllevaba a que incluso el camino, estuviese bastante solitario. Solo la luna iluminaba tenuemente los alrededores. Mis zapatos, normalmente silenciosos, causaban un peculiar sonido al golpear el asfalto con el tacón en cada paso que daba. ¿A que podría deberse? Quizás siempre había estado allí pero el ruido recurrente nunca me había permitido notarlo. Decidí dejarlo pasar.

     Una nube oscura y espesa cruzó frente a la luna, lentamente todo se fue oscureciendo un poco más a mi alrededor, sentí mi oído aguzarse, escuche el crujir de un viejo árbol sin hojas ni corteza a orillas del camino, pensé que hace mucho debía estar allí. Tampoco le presté atención, aunque algo me decía que no podía pasarlo por alto tan fácilmente. Ignoré mis instintos, que hasta el momento de nada me habían servido, sobretodo cuando un mal presentimiento me abordó al terminar de vestirme, ni siquiera yo (siempre tan apático a este tipo de cosas), quería faltar a esa reunión.

     Seguí caminando, acompañado solamente por el traqueteo que causaban mis pies al andar, uno que otro pajarillo nocturno revoloteo sobre mi en los pocos minutos que llevaba caminando. Quizás habrá sido un murciélago, no puedo estar seguro de nada de lo que sucedió esa noche.

     ¿Conocen esa sensación que te causa cuando te miran fijamente? Bueno, fue exactamente eso y el susurro del viento en mi cuello lo que me hizo girar el rostro velozmente para verificar lo solo que estaba, una lechuza cruzó en el horizonte muy lejos de mi, el abandono del mundo a mi alrededor, más que alertarme, me tranquilizó. Miré de nuevo al árbol que estaba ahora unos metros mas atrás (no pude evitarlo) y quise ignorar ese par de puntos rojos que se dibujaban frente a el, quise, pero no pude. Es imposible decir con claridad que eran, pestañeé un par de veces y la luna empezaba a despejarse. Quise verificar aquel resplandor, di un paso en dirección al árbol, pero ya no había nada. Quería, hasta este punto, que mi paranoia careciera de fundamento y que mi vista me estuviese jugando una mala pasada, suelo ser algo imaginativo a veces.

     No tuve más elección que seguir mi camino, estaba ya bastante distante de mi casa para volver y aún me faltaba mucho para llegar, resolví que regresar por un pánico absurdo sería una estupidez, así que continué caminando queriendo olvidar ese brillo que creí observar.

     Avance en silencio por un buen rato hasta que ya me sentí bastante cerca, aún me parecía que alguien me seguía, ahuyente esos pensamientos considerando que si lo explicaba a alguien, me llamarían lunático. Con la visión periférica juraría haber visto una mujer a un lado de la carretera, pero ya mi mente jugaba bastante conmigo aquella noche lúgubre, no quise comprobarlo y seguí mi camino. Algún animal nocturno gimió de dolor en el bosque que se extendía al lado izquierdo de la carretera, no pude ignorarlo, miré en esa dirección, y por un momento consideré adentrarme aún evadiendo las advertencias de una anciana del pueblo, que alguna vez me contó que en noches como esta suelen suceder las cosas más extrañas en esa arboleda, pero la vejez posiblemente habría deteriorado su mente y la falta de instrucción seguro la hacía creer en cosas absurdas.

     Estaba decidido a salvar a ese pobre ser indefenso que sufría en lo que pareció ser una agonía terrible, pero algo me detuvo, no hablo de un impulso, instinto o reflejo de supervivencia, esta vez ya no era paranoia, algo sujetó mi brazo, me desaté rápidamente del fuerte abrazo de una mano pálida que me detuvo pero al alzar mis ojos no había nadie allí, giré tan bruscamente para hacerlo que caí al suelo de espaldas, cuando reparé en que estaba de frente a la carretera y a mis espaldas el bosque, sentí temor de que mi atacante se escondiera allí, me levante de un salto y volví al camino, corrí tan rápido como pude, consciente de que mis piernas no resistirían mucho a ese paso, constantemente miraba a mi alrededor y a mis espaldas para cuidar de la proximidad de mi perseguidor, aún sentía su mirada vigilante, sabía que estaba allí y no podía verlo... Eso fue lo mas terrible.

     Esto no podia haberlo imaginado, la camisa blanca que llevaba puesta estaba sucia. Tenia su mano marcada en mi brazo. Aunque mi respiracion empezaba a agitarse más de lo debido, no cesaba en mi escape. Cuando ya me encontraba bastante cerca y empecé a sentir el sudor correr por mi rostro y mi nuca, sucedió lo que predije, mis piernas ya no soportaron más el cansancio y cai de bruces contra el suelo, lo admito, el ejercicio físico no era lo mio. Quise levantarme pero fui bastante torpe, me sente en el suelo y mire en derredor tan aterrado como puede estar una persona en mi situación. Escuche unas palabras a mis espaldas pero no pude decifrarlas, miraba hacia el camino tratando de aguzar la vista, sabiendo que aún había una amenaza allí. Alguien habló de nuevo y esta vez si entendí las palabras:

- ¡Señor! ¡Señor! ¿Esta ud bien?

     Era una mujer, se acercaba corriendo hacia mi torpemente con su largo vestido. Era un pueblo pequeño, aún así, no estaba seguro de haberla visto

- ¿Ah? ¿Que? Si, si, estoy bien.

     Menti para tranquilizar a la dama, aún estaba asustado y no dejaba de escrutar el camino y el bosque con mi mirada

- ¿Esta usted seguro? Lo vi caer y parece bastante nervioso
- Si, si, solo fue un tropiezo. Es que...

     Si le contaba que me atacó una sombra extraña no me lo creería, decidí mentir.

- Vi un animal bastante feo y al parecer agresivo... un perro, un lobo o algo asi, pero al creo que no me siguio - dije mientras trataba de ponerme en pie.
- Bueno, eso debe ser normal en estos pueblos. - Comentó con dulzura mientras se acercaba. - Algunos pensarian que por aquí ya estan acostumbrados a esas cosas - Agregó tendiendome su mano para que me apoyara.

     Nunca había sentido una piel tan suave, para evitar pronunciarlo en voz alta dije:

- Si, algunos todavía no.

     Sonreí, y al levantar mi rostro me topé con dos ojos hermosos, y tan verdes que las más preciosas esmeraldas serían opacadas fácilmente por ellos. Un rostro tan angelical que el mismisimo lucifer, el más bello angel de la creación sentiria envidia. Su cuerpo, aunque oculto bajo un fino vestido negro y tinto, se apreciaba escultural. Definitivamente no era de los alrededores.

- Disculpa, ¿Como me dijiste que te llamabas? - Pregunté.
- No nos hemos presentado, me llamo Sara - Dijo sonriendo.
- Un placer conocerte - Respondí estrechando su mano y tratando de ocultar la obvia atracción que me producia su belleza - Soy Diego
- Bien Diego, deberiamos entrar, así, si entro de nuevo contigo, quizás los chicos me dejen en paz..

     Se asió a mi brazo y solo me dejé llevar por su delicado empuje hacia la entrada del salón. Era conciente de lo hermosa que era, y aprovecharía de presumirlo. Aunque algo llamo mi atención, había un cierto dejo de pena en su sonrisa.

     "Las chicas lindas son las mas solitarias", eso escuche decir a alguien alguna vez, en ese momento creí entender de que hablaba; ella no era linda, era perfecta, debía ser la más solitaria de todas.

     Entramos y todos nos miraron, siempre habia sido un solitario, seguro era una sorpresa verme allí con la hermosa chica extranjera. Lo fue incluso para Vincent,mi amigo del colegio, que al más mínimo chance cruzó junto a mi y apretó mi brazo, sonrio ampliamente y dijo:

- ¡Felicidades galán!

     Quizas haya sido de nuevo mi paranoia, pero su mano se sintió exactamente igual que la de aquel extraño que me hizo caer junto al bosque. Me liberé de su apretón y siguio su camino.

     En general fue una velada tranquila, un par de vasos de ponche, uno que otro trago de un licor extranjero con el carnicero, oí una charla de como por fin he encontrado a una mujer con la cual sentar cabeza, que un caballero de mi prestigio merece a una dama así, y no se que tantas cosas mas... Nada fuera de lo común para este pueblo. Sin embargo, no podia dejar de pensar en lo sucedido mas temprano y en la mano de Vicent, que cada vez se hacia mas esquivo y parecía estar algo sucio tambien.

     Cuando estaba bastante avanzada la noche, deje a Sara conversar un rato con un hacendado vecino y fui a tomar un poco de aire. Un pequeño grupo de personas paso junto a mi mientras estaba de pie junto a la entrada, los conocia a todos, la familia Wood, el niño pequeño era una pesadilla, siempre metiendose en problemas y saltando de cualquier lugar alto que encontraba, por lo que venía a verme junto a sus padres por alguna magulladura sin importancia, aunque recuerdo que alguna vez logró romperse un brazo y otra, un tobillo.

     No sé cuando tiempo pase allí en silencio, a un par de metros de la puerta viendo las estrellas y el desfile de personas que se iban a sus casas, debió ser bastante ya que Sara vino a buscarme. En silencio se sentó junto a mi y seguimos mirando al cielo.

- Es hora de irnos, ¿No crees? -dijo Sara
- Si claro, tienes razon. Vamos, te llevaré a tu casa -Sara sonrio con una complicidad que no supe descifrar.

     Así caminamos muy despacio y en total silencio por el sendero que conducía al pueblo, ella siempre un paso detras de mi. Pensaba mucho en si quizás, debía tomarla haciendo alarde de mi hombría, y besar sus labios, tal vez la ofendería... O quizás no, puede que en la ciudad (porque definitivamente una mujer tan segura debia ser citadina), a las mujeres les gustaran ese tipo de cosas. Me llené de valor, volteé a mirarla y...

- ¡Hey! ¿Que haces alli? - Pregunté
- Ven vamos por aquí. No había visto esta parte del camino.
- Mejor sigamos, alli fue donde... -sin saberlo estaba parada 10 metros despues de donde me atacaron
- ¿Dónde viste el animalito? - Consultó sonriente.
- Si, exacto. Quizás siga por aqui, mejor vamos
- No seas cobarde, de seguro el pobre perrito se asustó y solo se defendía, ven, ¡Vamos!

     Empezó a caminar hacia el bosque y no tuve más remedio que seguirla. Por supuesto, esta vez quería estar preparado, sobre todo porque me pareció ver a Vincent caminar un poco detrás de nosotros, y no terminaba de confiar en él.  Tomé un tronco bastante resistente que vi junto a un árbol y me excusé diciendo que era para tantear el terreno. Ella debió creerme porque me imitó y tomo otro, aunque notablemente más débil.

     Había un claro bastante extraño en un lugar donde no habia que adentrarse mucho, nunca había visto esa parte del bosque, aunque debía ser visible desde el camino. Caminé hasta el centro y vi una mancha oscura, resolví acercarme, pero al hacerlo...

- Oye guapo, tengo algo que decirte.
- ¿Umm?  - Voltee a observarla, se veía tan sensual como nunca.
- Quizas sea indebido o apresurado, tal vez me arriesgo a que pienses mal de mi pero... - Decisión, ternura, y una intensidad apasionante en su mirada.
- Yo también - Sabía lo que diría, aunque no podía creerlo.
- ¿De verdad? ¿Te gusto tanto como tu a mi?  - Preguntó.
- Desde el primer momento en que te vi - Respondí acercandome a ella

     Por un minuto me olvidé de todo, del miedo, las restricciones y del que dirán. La tomé por la cintura, la apreté contra mi cuerpo y sentí un calor tan intenso que el mismo infierno no podría arder tanto. La llevé lentamente, hasta que su espalda se recostó contra un árbol, con nuestros rostros muy cerca pero sin besarla, solo rozando sus labios y sintiendo su respiración. Suavemente colocó sus manos en mi pecho, me tomó de un brazo y cambió al instante su lugar por el mio, ahora era yo quien estaba acorralado. El éxtasis era tal que sentí que había quedado sin aliento en ese giro, sucedió demasiado rápido. Se separó de mi rostro, y con sus labios dió el más delicioso de los besos detras de mi oreja. Sentía volar, era algo inexplicable.

     Se aferró a mi espalda y sentí sus uñas rasgando mi camisa,  luego su boca en mi pecho desnudo, ¿cuando ocurrió todo esto?. Abrí los ojos y no entendí lo que veía, sentía el calor en mi espalda, sin saber aún lo que era, ella todavía besaba mi pecho pero...

     Esa mancha... ¿Como no lo entendí antes si como medico la he visto mil veces? Sangre... ¿Qué era ese lugar? Nunca habia visto ese espacio del bosque. Miré hacia el cielo y no comprendí, era un árbol sin hojas, sin corteza, tal como el que estaba junto a la carretera. Luego la vi a ella, la sentí, fría, con sus dos ojos verdes y sus pendientes de rubí amenazándome desde abajo. "Pendientes de rubí" claro, ese brillo junto al camino, era ella.  Siempre creí que ella habia bajado hasta mi pecho, pero en realidad solo me alzó con sus manos, mi sangre se uniría a la que yacía amalgamada en el centro del lugar, estaba seguro de eso.

     ¿Cómo fuí tan iluso de creer que al llegar al centro social ella ya estaba allí hace rato? ¿Cómo un ser tan sublimemente hermoso era capaz de eso? La observé y ya no era tan hermosa, su rostro estaba deformado por una mueca espectral, su piel era como roca aspera, sus ojos destellaban un brillo ténebre... y aún asi era adictiva. No quería que me soltara, quería ser asesinado por aquella demonio de ojos esmeralda.

- No es tiempo - Susurró a mi oido dejandome bajar como si leyera mi mente - Volverás, voluntariamente, y te unirás a mi en la eternidad.

     Lentamente caí sobre su pecho, sin un ápice de vitalidad, mientras el valor volvía a ella, y era de nuevo la perfección en cada centímetro, excepto por sus labios manchados con sangre.

     Desperté dos días después, me dijeron que tome demas en la fiesta, que me fui casi inconciente, que entré al bosque por error, que algún animal me atacó y que si esa chica que llevé a la reunión,  no me hubiese encontrado, ahora estaría muerto.

     Quien escuche esta historia me llamaría loco, lo sé. Solo quiero dejar constancia de mi version. Siempre dirán otra cosa, pero yo sé lo que viví aquella noche, y hoy, como cada año desde hace cinco años, me vestiré de blanco otra vez, y volveré al mismo arbol manchado con mi sangre a la espera de Sara. Feliz Halloween.