Buscar en este blog

viernes, 12 de mayo de 2017

Retrato de Navidad: Retrospectiva

Los grandes ojos verdes de Amy se mantenían enfocados en la hoja del cuchillo que apuntaba en su dirección. Las ataduras de sus manos dolían menos, aunque no dejaba ser incomodo estar amarrada con los brazo en la espalda en aquella silla. El dolor había cedido quizás porque su entrenamiento la había condicionado para buscar una salida de aquella situación, pero su inquietud ante la presencia de una persona tan inestable le dificultaba la elaboración de un plan. Pero por mucho, lo que más le incomodaba de todo era pensar que seis años después todavía no pudiesen tener una navidad en paz. ¿Cómo había cambiado todo tan drásticamente? Si apenas el día anterior se presagiaba una recepción de año nuevo tranquila.
La víspera de año nuevo es una fecha llena de encuentros, amigos, fiesta y regalos, y esta no sería la excepción… o eso pensó Steven mientras corría contra el reloj para pasar por Amy al aeropuerto. Ya hacía un año exacto que no la veía y seis desde aquel incidente fatal que cambiaría sus vidas la noche donde, después de una serie de sucesos inesperados, terminó con el fallecimiento de Larry, cuyos recuerdos quedaron calados en sus mentes y corazones.
Este año sería especial ya que se reunirían como lo habían hecho en los anteriores: en casa de Jerry y Rebecca para hacer un justo homenaje al chico de cálida sonrisa y mente perspicaz que tanto extrañaban, a diferencia de que esta vez todos habían confirmado su presencia. Desde aquel fatídico día del funeral del muchacho, nunca habían podido coincidir en el mismo lugar, hasta esta víspera de año nuevo, donde todos habían hecho un paréntesis en sus vidas para asistir a la reunión, desde Amy y Raúl que trabajaban en Seattle, hasta Ruby que se encontraba de Gira por Europa, todos juntos para pasar navidades como la gran familia en la que se convirtieron aquella noche, que pese al cliché de esta frase, habría de tornarse muy literal puesto que esa noche se presenció el compromiso de Jerry y Rebecca, para posteriormente estar felizmente casados y recibir a la bella Lorraine su hija de cinco años James y Danna luego de esa noche tuvieron una relación muy cercana que se transformó, para sorpresa de todos, en matrimonio solo dos años más tarde y ahora están en la dulce espera de la pequeña Rotty; luego estaba Steven, quien después de mucho insistir, dejo ir a Amy a Seattle y se dedicó a cuidar a Rubby en su recuperación con quien mantuvo una relación a distancia por algún tiempo, antes de definir que no podían sostenerla y continuar como los buenos amigos que siempre fueron, posteriormente habrían de intentar un par de relaciones cada una más infructuosa que las anterior, ahora Steven al cual los años no le habían pasado en balde, había fortalecido su cuerpo con una disciplinada rutina de ejercicio, por lo que no le costaba atraer a las mujeres, además de mantener un buen trabajo como administrador de las propiedades de Jack, quien desde que vio sus atenciones hacia Ruby, lo adoptó como un hijo propio.

  – ¡Dios Tev! Aun sigues llegando tarde a todo — dijo Amy con dulzura en su voz.

Steven había llegado justo a tiempo para buscarla, pues había hecho un largo viaje desde Seattle, donde tenía un puesto como parte del equipo de inteligencia de la CIA, que lejos de ser el trabajo de campo lleno de acción que se espera cuando se escucha hablar de estos agentes de la ley, el de Amy era el arduo trabajo de rastrear telecomunicaciones, estos anónimos sin los cuales todo el trabajo de campo y e investigación no sería posible. No le había costado obtener el puesto gracias a que su trabajo era impecable, sin tomar en cuenta que la bien proporcionada rubia solía atraer más de una mirada cuando llegaba a la oficina, lo cual la había hecho merecer uno que otro altercado, sin embargo había logrado tener un par de relaciones amorosas que no resultaron en nada a razón de que el horario y las exigencias de su trabajo no le permitían mantener una relación seria a tiempo completo; pese a eso, su última relación había tenido un misterioso éxito puesto a que se trataba de otro agente que la comprendía ya que se encontraba en la misma situación, y aunque esta relación no podía considerarse algo estable, algo era seguro, el corazón de Amy era recorrido por un extraño jubilo cada que tenía la oportunidad de ver a Steven. Entre ellos es como si el tiempo de hubiera detenido y solo hiciera pausas mientras se encontraban distanciados y en el momento en el cual coincidían volvían a ser aquellos mejores amigos inseparables de siempre.

–Pero Am, si he llegado justo a tiempo — exclamó Steven algo indignado para luego avanzar con brazos extendidos hacia Amy quien se  fundió en un abrazo con él
–Acaso insinúas que yo llegue antes – le dijo Amy quien le dio un golpe juguetón en el brazo.
–Lo siento oficial, olvidé que no le puedo discutir a una agente de la CIA – Dijo Steven con una sonrisa amigable, la misma que aparecía cada vez que estaba con Amy y no se desprendía de su rostro hasta que se despedían. – Bueno es hora que te lleve a casa – Agregó tomando las maletas y poniéndose en marcha.
–Mis papas tienen tanto tiempo que no me ven que temo que literalmente les de un infarto – Dijo Amy con tono que parecía ser medio en broma medio en serio.




–Becca, Steven me acaba de avisar que Amy  ya está en casa de sus padres. Así que creo que solo falta que llegue Raúl y todos estarán aquí mañana en la noche – Informó Jerry levantando la mirada del teléfono celular para ver a su atareada esposa ir de un lado a otro de la casa asegurándose que todo estuviera en orden, ella al pasar junto a Jerry empezó a balbucear una respuesta sobre la cantidad de pavo, que fue cortada por el profundo beso que le propinó su marido mientas la alzaba por la cintura, solo para terminar con un beso en su nariz – Todo estará perfecto porque eres la mejor cocinera de toda la ciudad preciosa – Ella sonrió mientras él la bajaba.
– ¿Drew sigue en casa de Danna? – Dijo Rebeca a su esposo en un tono mas alarmado del que pretendía.
–Si aún esta con ella y Lorraine. Esa niña no se separa de la panza de Danna, sabes que ama jugar con la nueva bebe – Dijo Jerry tan despreocupado como siempre siguiéndola a la cocina.
– ¿Crees que debamos decirle a los chicos lo de la foto? – Preguntó Rebecca deteniéndose en mitad de la cocina. – Me crispa los nervios, quisiera decírselo, sobre todo a Amy, ya que trabaja para la CIA
–No la  tortures, quizás solo sea una mala broma – Dijo Jerry en tono pensativo, aunque incluso él dudaba si decirlo a sus amigos o no. La manera en que habían dejado esa foto en un sobre bajo lo puerta lo mantenía intrigado, más porque en la foto de esa noche en las que se veían Steven, Larry, Amy y Becca la cara de Amy estaba quemada y el sobre estaba firmado solo por una “S” en uno de sus bordes.
–Si solo fue una broma, fue de muy mal gusto – Sentenció Rebecca en un tono algo ansioso y volvió a sus labores.




            Aunque sabía que no debía hacerlo, Curtis trataba de organizar los documentos hasta el momento dispersos sobre el asiento del copiloto mientras conducía a prisa por el centro de la ciudad para no llegar tarde al ayuntamiento. Aquella tarde debió suspender la práctica del equipo de baloncesto del que era entrenador para asistir a una reunión con los representantes del departamento de hacienda.

–Es porque soy negro lo sé. – Refunfuñaba mientras avanzaba por una calle medianamente concurrida. – Si fuese James seguro que no habría problema con mis finanzas.

            Curtis podía no ser el hombre más organizado ni el más diestro en cuestiones matemáticas, pero su atención y habilidad para los negocios hacían que mantener una tienda deportiva fuese pan comido para él solo con un par de empleados.
            El hombre aparto la vista del camino solo un segundo de la carretera para recoger una factura que había caído al piso, y tras volver al camino se encontró con un hombre de pie en medio de la carretera, razón por la cual debió pisar con fuerza el freno para no atropellar al irracional individuo que se mantenía firme en su lugar, con las manos dentro del suéter, la cara gacha oculta por una gorra y la cabeza cubierta por la capucha de su abrigo, ausente del posible arrollamiento del que podía ser víctima. Las llantas hicieron un ruido agudo al derrapar sobre el asfalto lleno de nieve y detenerse a pocos metros del extraño, tras lo cual Curtis no dudó un segundo en salir del vehículo mientras el hombre se apartaba de en medio.

– ¡Imbécil! – Gritó dominado por el miedo y la irritación causada.

            El moreno estaba dispuesto a proferir más insultos en contra de aquel corpulento hombre causante de su impresión, pero unos intensos ojos azules lo observaron desde la oscuridad debajo de la visera y no pudo evitar la sensación de una mirada familiar en ellos. El impacto fue tal que no reaccionó hasta que el hombre se perdió calle abajo y el ruido del claxon de los autos detrás del suyo le hizo volver en sí. Subió a su modesto sedan, puso en marcha el motor y arrancó muy despacio.

–Será posible que… – Se dijo a sí mismo. – Parezco el propio imbécil. Él está preso. – Aquellas palabras lo reconfortaron. – Y yo estoy loco. – Se dijo al notar que hablaba consigo mismo.


            Curtis regresó a su labor de organizar los documentos mientras repasaba mentalmente las palabras que diría al inspector de hacienda sobre como su color de piel afectaba sus negocios gracias a los prejuicios de los entes gubernamentales.



By: Gen Ella Flores