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domingo, 31 de enero de 2016

Historia de Navidad: Frustración

-Detente por favor – susurró alguien junto a la chica que habló un segundo antes

   Era la voz de una mujer a través de los altavoces. Al haberse detenido la música, todos centraron su atención en las figuras que ocupaban el escenario delante del Dj. En principio nadie le dió importancia al barullo, pero ahora sin otro asunto en que fijar su atención, no había nada más que distrajera a la gran cantidad de personas que ocupaban el salón, entre ellos Steven que se acercaba con paso indeciso para observar más de cerca.

-¡Déjame en paz! Tú no sabes lo que se siente que te engañen de esa manera – Dijo arrebatándole el micrófono de la mano. Sus voces eran murmullos a penas entendibles a través del sistema de sonido
-Créeme que te entiendo mejor de lo que crees – dijo con suavidad pero sin moverse de su posición – Solo que esta no es la manera – afirmó tomándola por los hombros para conducirla hacia un lado – Tomaste demasiado.
-Déjame en paz Amanda – Dijo liberándose del abrazo
-Primero, no vuelvas a llamarme así – Dijo Amy con brusquedad y firmeza. Odiaba su nombre. En su rostro no había rastros del llanto que James había mencionado – Ahora bajemos Rebecca. Estas haciendo el ridículo
-No Amy, ese imbécil paso todo el día ¡DE NUESTRO ANIVERSARIO! con otra – esta vez Rebecca habló a través del micrófono al tiempo que señalaba a Jerry. Su vestido plateado y negro saltaba al compás de sus movimientos poco coordinados

     Fue un momento incomodo donde era inevitable que la concurrencia no se girara en su posición para observar a Jerry, un muchacho alto, de cabello castaño, ojos café, de piel un poco más oscura que Steven pero sin llegar a ser moreno, tenía un traje azul brillante que compaginaba, en opinión de Amy con su ímpetu de ser siempre a quien observaran, estaba de pie al centro y adelante, justo frente a la tribuna donde su novia exponía sus acciones frente a todos, sin embargo, él, que siempre había llamado la atención por incontables sucesos, estaba acostumbrado a estar en la palestra pública y lo que más le afectaba en aquel instante era lo que estaba pensando su novia.

-¡Becca por favor! Baja y hablemos –Dijo Jerry
-¡NO IMBÉCIL! – Gritó - ¿Sabes que me dijo el idiota? – Preguntó volviéndose hacia Amy – Que era su prima, ¿ah? ¡SU PRIMA AMAN…! Amy. Que maldito cliché.
-Si, es un idiota tienes razón, vamos a destrozarle el coche. ¿Te parece bien? – Sugirió Amy
-Si Becca por favor… No espera, ¡¿Qué?! – dijo Jerry. Amy se limitó a mirarlo de reojo con ira contenida no solo por lo que dijo Rebecca, sino por lo que sentía hacia Steven – No por favor, Becca ni siquiera oíste lo que te dije.
-Y no quiero escuchar más de tus excusas baratas patán – Amy dió un paso atrás tras las palabras de Becca considerando que ya no podía hacer mucho más. Dejó que se desahogara.
-Becca ella solo me ayudaba a elegir el anillo. Quiero que te cases conmigo, ¿me oyes? – Dijo sacando una pequeña caja cuadrada del bolsillo de su pantalón
-Si te escuché imbécil y me importa un bledo que ella… ¿Qué? – Dijo Becca sorprendida
-¡¿Qué si te quieres casar conmigo Rebecca?!
-Pero… - Balbuceó aún atónita
-Mi prima viajo desde San Francisco para ayudarme a elegir el anillo correcto y ser testigo de cómo le pedía matrimonio a la mujer de mi vida – Señaló Jerry Sonriente – ¿Quieres o no? - Rebecca se tomó un segundo, no porque debiese pensarlo sino porque en su estado de ebriedad no era facil reaccionar
-Si, si, si y MIL VECES SIIIIIIII – Gritó Rebecca eufórica lanzando el micrófono a Amy que lo atrapó por meros reflejos

    Rebecca se inclinó, Jerry la tomó en sus brazos y la ayudó a bajar. Rebecca era una chica de tez más oscura y ligeramente más baja que él, ojos color miel, cabellera rizada, delgada pero de piernas gruesas. Rebecca tuvo que inclinarse un poco para besar a Jerry mientras todos celebraban el compromiso.

-Creo que necesito vomitar – Susurró Rebecca al oído de Jerry mientras lo abrazaba
-Te acompaño.
-No tu no. Cuando estemos casados ya verás muchas cosas desagradables. – Dijo ella y acto seguido se dio la vuelta – Amy. ¿Me ayudas?
-Si claro – Se apresuró a decir Amy que estaba entregando el micrófono al Dj, luego descendió por un lateral del escenario y tendió su mano a Becca que caminaba con dificultad
-Espera Amy por favor. ¡QUERIDO! – Grito Becca sin voltear elevando su mano izquierda
-¿Si, mi amor? – Preguntó Jerry que recibía felicitaciones de sus amigos en el mismo sitio
-No llevo mi anillo. – Lo hizo notar moviendo su mano en el aire.

     Jerry sin decir palabra se apresuró a acercarse, de la caja extrajo un anillo con un diamante bastante grande en opinión de Amy y lo colocó en el dedo de Becca.

-¡Es hermosooooo! – Dijo está observándolo con evidente emoción. Tras lo cual Amy la tomó por el brazo y dirigió hacia el baño mientras la música empezaba de nuevo y otra oleada se acercaba para felicitar a Jerry

     Steven que hasta el momento permanecía impávido observando el espectáculo sin saber si debía hacer algo en aquella circunstancia, recuperó el control de sí mismo y se acercó a Amy y Becca, se detuvo a algunos pasos de ellas. No fue duda, fue más bien la mirada de Amy lo que freno su avance. Eso y las palabras que esta dijo: “No ahora”. Aunque tuvo que leerlas de sus labios puesto que la música había empezado a sonar de nuevo y por encima del ruido no podía escucharla, aún si, permaneció inmóvil hasta que las mujeres, entraron por la puerta a la habitación de Jerry. Creía haber visto un poco de decepción en los ojos de Amy y eso había sido lo más doloroso de aquel momento. Hasta ese instante Steven no había sido consciente de que para aquella fiesta debieron haber movido todos los muebles del lugar, que aunque era increíblemente espacioso, causaba una inmensa sorpresa que pudiese entrar un escenario, consola de Dj, altavoces de diversos tipos y tanta gente, puesto que la barra de bebidas ya estaba allí desde antes, lo único nuevo era el bartender. Casi parecía una discoteca.

-¿Estas bien? – Susurro una voz en su oído. Steven no reacciono. La conocía. – Disculpa. Me dijeron que esa chica es tu mejor amiga desde hace mucho.
-No es solo eso. Es mucho más. – Susurró él
-Puedo imaginarlo. – Hubo una pausa y ninguno retiró la mirada de la puerta. – ¿Podemos hablar en otro lugar? Tengo cosas que explicar.
-Sí, supongo que hay tiempo. – Dijo Steven volteándose para ver de frente a Ruby - Vayamos a la terraza.

    Steven y Ruby caminaron entre la gente para abrirse paso hasta las escaleras. Subieron y en mitad de estas Ruby tomó la mano de Steven que casi había corrido en todo el trayecto, y de no ser porque la asió con fuerza, él habría continuado sin importarle la presión.

-Espera. Recuerda que llevo tacones. – Dijo jadeando – No es tan fácil para mí. ¿Puedes ir más despacio?
-Trataré.
-Ayúdame.

     Y con Ruby tomada de la mano de Steven reanudaron la marcha. Al llegar al segundo piso debieron pasar por entre las personas que esperaban para entrar al baño. Pasaron entre algunas parejas que se habían agrupado y en ese momento se besaban. A Steven se le pareció que habían etiquetado ese lugar como zona de besos. Vislumbro la puerta de cristal que llevaba a una terraza donde habían un par de mesas y una vista estupenda de la Ciudad.

-Espera aquí un segundo. – Dijo Steven y aunque a Ruby no le agrado la idea, le espero en medio del pasillo mientras él se internaba en una habitación. Al poco tiempo salió de ella con dos abrigos de piel, evidentemente de mujer, uno con manchas que parecía de leopardo y otro negro que a Ruby le recordaba bastante a cierto zorrillo enamoradizo de caricaturas, sonrió un momento y él dijo: - Los vamos a necesitar. – Tras lo cual le entrego uno de ellos. Ruby entendió que aquello era un armario, Steven debía saberlo, no fue casualidad que se detuviese justamente allí.

     Caminaron hasta la puerta de cristal con los abrigos en la mano y al llegar a ella Steven, que ya estaba presto a colocárselo se detuvo y le arrebato el de Ruby.

-Te va mejor el negro. Combina con tu atuendo. – Dijo y luego sonrió con lo que parecia desilusión, aunque ella no entendió debido a qué.

     Ruby sonrió ampliamente por la broma de Steven. Se sentía más aliviada de que él aún pudiese hacer bromas, eso le daba un poco de confianza para intentar expresarse. Salieron a la terraza donde todo estaba cubierto de nieve. Ella dedico un segundo a estrujarse dentro del abrigo, el frío era estremecedor, sin embargo a Steven parecía no afectarlo, en definitiva tantos años en aquella ciudad lo habían hecho inmune. Ella se dedicó a observarlo desde su posición, a escasos dos metros de la puerta por la que acababa de salir. Él se movió con calma, paso junto a una silla y fue directo a la barandilla. Era un chico realmente hermoso, al menos así le pareció a ella. Sus movimientos eran sutiles, pero al mismo tiempo agiles, y aunque no evidenciaba mayor masa muscular, era consciente de la fuerza que poseía, lo supo cuando caminaban, al tomarlo de la mano, lo evidenciaba la rigidez de esta; también la firmeza de su cuello cuando lo beso nada más llegar a la fiesta cuando lo vio allí, de pie, junto a dos chiquillas que saltaban. ¿Qué estaría pensando en ese momento respecto a ella? Allí, mirando las estrellas, distanciado de todo y de todos. Seguro pensaría algo horrible de ella, pero, ¿Quién no? Era lógico, lo había llamado novio. Inhaló profundamente y se armó de valor para hablarle.

-Aquellas estrellas de allá – Dijo Steven señalando al cielo sin voltear – Las tres que están muy juntas, ¿Las ves?

     Ruby se acercó, agradecida de que él hablara primero. Se le estaba haciendo difícil encontrar las palabras necesarias para expresarse, y ella no solía ser así. Por lo tanto cuando Steven le habló, espero a que volteara a verla y asintió con la cabeza mientras se colocaba a su lado en la barandilla.

-Son el cinturón de Orión. Las dos brillante de la derecha, y las dos más brillantes de la izquierda forman el cuerpo – Informó. Hubo una pausa y luego agregó – Me gustan las estrellas
-¿Eres fanático de la astrología?
-No de la astrología, si de la astronomía.  - Aclaró el sin desviar la mirada del cielo.
-Ya veo. Un escéptico.
-No me gusta pensar que una masa gaseosa controla mi destino. – Dijo volteando a ver a Ruby - ¿A ti si?
-Me gusta creer que alguien más escribe mi futuro, pero que yo puedo cambiarlo
-Eso es curioso. – Hubo una larga pausa. Luego Ruby habló
-Steven, la verdad es que… Mira. No sé cómo explicar esto, es solo que… - Le faltaba dominio de sí misma y seguridad. No podía reconocerse en sus propias palabras.
-No más Ruby – Interrumpió Steven al notar lo mucho que le costaba decirlo – No necesito disculpas. Aunque si sería bueno una explicación.
-A eso quiero llegar. Me hubiese gustado hacerlo antes. – Dijo bajando la cabeza
-No te avergüences – Dijo el colocando sus dedos en su barbilla y subiéndole la cara para poder verla a los ojos. Por fin podía hacerlo sin perderse en ellos. – Ahora bien, dime, ¿Qué pasó?
-La verdad es que ya estaba harta. Desde que llegué ese rubio imbécil me estaba mirando como si fuese un pedazo de carne – Dijo ella un tanto exaltada – Quería ahuyentarlo y que ya no me viera, así que cuando te vi, encontré la oportunidad ideal… o así lo creí. Disculpa por llamarte novio, solo quería que él lo escuchara, no marcaba territorio ni nada por el estilo. Además, no pensé que te molestara un beso mío, pero…
-No fue el beso Ruby. – Dijo desviando la mirada hacia la ciudad
-Lo sé, fue la manera. – Dijo ella imitándolo – Pero creo, bajo esta situación, que ya no estamos para rodeos. Necesito saber si tienes novia, porque de ser así creo que ten…
-No Ruby, no hay novia.
-Está bien. – Dijo ella frunciendo el ceño. Eso hacía todo más confuso.

     Se hizo un silencio largo donde tanto Ruby como Steven se dedicaron simplemente a admirar la ciudad que parecía hundirse en la nieve desde aquella perspectiva. Luces tintineantes adornaban las fachadas de edificios, tiendas y hogares de familias. Desde la altura parecían un juguete entregado esa misma noche por Santa y del que solo ellos podían disfrutar.

-Hay algo que he querido decirte – Ruby rompió el silencio. Steven no respondió – Deseaba volver a verte. – Steven parecía haber entrado en estado catatónico, casi ni pestañeaba – De verdad no sé qué sucedió, si es que sucedió algo. – Hablaba con rapidez. Debía aprovechar el valor que la había invadido - No he dejado de pensar en ti desde nuestra charla. El beso fue lo de menos, porque de verdad que las expresiones físicas no me importan mucho, no me malinterpretes tus labios y… tu beso fueron un momento sublime, la calidez, tus manos en mi cuello, tu cuerpo junto al mío, la manera en la que moviste mi cabello… ¡Dios! Esas cosas no se pasan por alto, pero lo que más me atrapa es tu inquieta manera de pensar, tienes una opinión sobre todo, y eres como un laberinto del que quiero escapar y no puedo, me he pasado todo el día pensando en ti y aunque te di mi número no he recibido ni un solo mensaje y sé que de seguro estuviste ocupado pero algo se removió en mi interior cuando te vi a tus intensos ojos azules, por eso mi ansiedad, necesitaba verte y aprovechar los pocos días que pueda disfrutar a tu lado, porque quizás estas fiestas acaben y papá no compre la casa y no nos volvamos a ver y de ser así quiero que esto, sea lo que sea, sea inolvidable, es decir, estaba tan nerviosa por volver a verte que tome tres Martini antes de venir a verte casi sin respirar, tenía que verte y quería expresar todo esto que no sé cómo ni porque estoy sintiendo… ¡Dios! Me siento como una niña imbécil de secundaria y además de eso me siento deslumbrada por el bello chico de ciudad, quería verte y que me dijeras que estoy hermosa y poder decirte que tú también, porque la verdad lo estás y ahora estoy diciendo barbaridades sin pensarlo y tu estas ahí todo rígido por culpa de ese rubio imbécil que me hizo actuar como psicópata, no sabes cua….
-Espera, espera por favor. – Dijo Steven como si de pronto hubiese cobrado vida y luego hizo una pausa- Primero que nada, estas hermosa Ruby – Dijo él con ternura acariciando su rostro - más de lo que cualquier hombre podría soportar. – Ruby se sonrojo – Es solo que estoy un poco distraído, pero tu vestido es bellísimo y lo luces como una modelo.
-¡Basta! Por favor. Gracias
-Ahora. – Steven parecía más serio – Necesito que me digas como era ese “rubio imbécil”
-Eso no importa Steve – Ruby coloco sus brazos alrededor de la cintura de Steven – Ya no se va a acercar, estoy segura
-Eso no es lo que me preocupa Ruby – Dijo el liberándose del abrazo – Hay muchas cosas que debemos hablar todavía, pero por ahora necesito que me digas, ¿Cómo era?
-¿Qué se yo? Rubio, alto, musculoso…
-¿De ojos azules?
-Si, como los tuyos, un poco más oscuros diría yo.

     Steven se cubrió el rostro. Parecía preocupado y eso asustaba un poco a Ruby que tuvo que dar un paso atrás.

-¿Sucede algo Steven? – Preguntó con preocupación
-¿Qué demonios hace Scott aquí? – respondió Steven más para sí mismo que para ella mientras se frotaba el rostro – Debemos irnos. – Dijo reponiéndose

     Steven emprendió la marcha hacia la puerta seguido de Ruby, caminaba bastante rápido, mientras iba por el pasillo se quitó el abrigo, y al llegar a la puerta del armario este la abrió, tomó también el de Ruby que lo había imitado y los lanzó dentro sin importar donde cayeran. Siguió caminando a paso veloz seguido por Ruby que tuvo que tomarlo de la mano y recordarle que llevaba tacones y que no era fácil seguir su ritmo.

-¿Está todo bien?
-La verdad es que no – Respondió mientras bajaban las escaleras – Scott es el hijo del Sheriff y es un completo imbécil.
-Pero no ha hecho nada
-Pero lo hará, siempre lo hace. – Steven miraba angustiado a todas partes del salón buscando a alguien. Caminó apartando a la concurrencia hasta dar con James y la prima de Ruby – Ruby, necesito que por favor te quedes aquí, voy a volver por ti. ¿Me entiendes?
-No si no me explicas – Dijo con firmeza
-No tengo tiempo para eso, pero prometo que lo haré ¿Esta bien?
-¿Qué pasa hermano? – Preguntó James a Steven
-¿Está todo bien? – Preguntó la chica a Ruby que aunque su cara decía lo contrario asintió con la cabeza
-Scott. – Respondió Steven a James haciendo un gesto con la cabeza
-¿Dónde está Amy? – preguntó James
-Cuando me fui estaba en el baño con… - Steven se quedó mudo cuando volteo y Becca, estaba hablando con dos chicas junto a la barra y ninguna de ellas era rubia ni vestía de verde
-¿Scott? ¿El mariscal? – Preguntó la chica
-¿Lo conoces? – Steven ahora le prestaba atención
-Sí, acaba de irse – Informó ella
-Bien, todo resuelto – Dijo James con una sonrisa
-Supongo que solo vino a recoger a la rubia – Continuó ella, Lo cual borró la sonrisa del rostro de James.

     A Steven se le revolvió el estómago solo de pensar que Amy estaba sola con Scott. Aunque nunca le había hecho daño, en una confrontación dias atrás había prometido que volvería a estar con él de la manera que fuese necesario.

-Tengo que ir. – Dijo a Steven, acto seguido se dió vuelta y salió casi corriendo hacia el ascensor.

     Steven tropezó con varias personas en el camino y al llegar a la puerta observó como Ruby tomaba del brazo a James, posiblemente preguntando que sucedía. James no sabía nada de los últimos acontecimientos entre Amy y él, probablemente le diría que Scott era un psicópata y Amy su mejor amiga, pero tenía que aclararles que las cosas ya no eran tan sencillas. Cruzó la puerta, corrió por el pasillo y llegó al ascensor a tiempo de ver como sus puertas se cerraban con Amy y Scott dentro sosteniéndola por el brazo izquierdo. Quiso intentar detener la máquina y fue entonces cuando Amy, estirando su brazo libre le gritó.

-¡Steven no!


     Las puertas del ascensor se cerraron. 


     ¿Qué debía hacer? Dejar ir tal como se lo había pedido, a su mejor amiga, quien la mañana anterior le había confesado su amor, con un peligroso idiota obsesionado con ella, o correr a detenerlo y, de lograr alcanzarlos, posiblemente recibir la paliza de su vida.


Continuará...

viernes, 29 de enero de 2016

Historia de Navidad: Caos

-¿Qué hora es mamá? – Preguntó Steven a Lucy desde el pie de la escalera
-Es raro que estés tan ansioso. ¿Qué sucede? - dijo ella deteniéndose en el pasillo
-Nada, solo no quiero hacer esperar a Amy – Mintió Steven, hacía rato que la imaginaba con ese hermoso vestido que él mismo ayudó a elegir, no resistía las ganas de verla desfilar escaleras abajo – Por eso pregunto la hora, cosa que aún no me dices.
-Las 10:30pm – informó ella – ¿A qué hora pasaras a buscarla?
-A las 11:30
-Entonces cálmate, me sorprende que de verdad estés así por Amy
-Es normal. Solo quiero ser puntual - Dijo sin confiar en sus propias palabras
-Eso es lo que me preocupa - Dijo ella emprendiendo de nuevo la marcha hacia su alcoba

     Steven consideró que lo mejor sería dejar que pasara el tiempo sin conversar mucho con su madre, Lucy siempre había sido una mujer muy perspicaz y además lo conocía mejor que casi cualquier persona (Amy lo conocía mejor), por lo cual, con solo indagar un poco notaría el cambio hacia Amy. "El cambio", este pensamiento causó que algo se removiera en su interior sin que él pudiese descifrar con claridad de que se trataba; por un lado se sentía entusiasmado por los nuevos acontecimientos respecto a Amy, pero le preocupaba que algo saliese mal y todo acabara en desastre, no quería perderla. Alejó esas ideas de la mente y se dedicó a ver la televisión, en festividades como aquella transmitían programas especiales aunque el prefirió una película de comedia bastante emotiva que ya había visto antes, su humor así lo decidió. Eran las 10:33pm, el teléfono celular en su mano así lo indicaba. Todavía debería esperar 57 minutos más, lo descubrió tras un rápido calculo mental. Su princesa debía estar casi lista. Las ansias lo carcomían.

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     Su larga cabellera caía a un lado, lucía tal como lo había planeado, una onda estilo años '80 se elevaba en lo alto y desde allí caía todo hacia el lado izquierdo, curvándose hacia afuera hasta formar pequeños bucles en su parte inferior que era justo a la altura de sus senos, nunca los había considerado pequeños y aquella noche hacían ver el por qué de la confianza que les tenía. Se contemplo en el amplio espejo del pasillo y le guiño un ojo a su reflejo. Disfrutó un momento del vestido que había elegido para aquella ocasión, era perfecto. En la tienda se probó distintos vestidos en muchos modelos y una cantidad incalculable de colores, y aunque no fue su primera elección, en el último momento cambio de opinión, y se alegraba de haberlo hecho. Un corset adornado con fina pedrería, traslucido en tres lugares a la altura del abdomen, terminaba contorneando la figura de sus caderas y desde allí se extendía una falda de suave tela fina hasta sus tobillos, con un corte largo que dejaba al descubierto la pierna izquierda que le daba un toque de sensualidad al traje negro que vestía aquella noche, aunque los tacones, también negros y brillantes gracias al decorado, le daban un toque más de fuerza a su presencia. No llevaba mucho maquillaje, el collar y los pendientes de diamante que su padre obsequió para su fiesta de 15 años le bastaban, pues aunque modestos eran relucientes, y no quería sobrecargar su imagen, sus labios de rojo serian más que suficiente. Si quería impresionar a Steven, esa tenía que ser la mejor manera. Se dió vuelta cuando observó a sus padres salir de su habitación, su padre ya vestía un traje blanco con detalles en negro, se veía tan formal como hacía mucho tiempo no, su madre llevaba un suave y delicado vestido rojo que se sostenía por dos tirantes muy delgados y un maquillaje algo más fuerte para acentuar sus ojos. Platicaban y sonreían cuando ella se acercó.

-Espero que comprendan que si los acompaño será solo un momento. Ya saben que debo ir a otro lugar y de verdad no me gusta compartir con sus amigos ni los de del tío Jason. Son aburridos. - dijo con firmeza. Jack sonrió con orgullo al ver en Ruby la seguridad de sí mismo
-Tranquila hija -Dijo este mientras se avanzaba hacia ella - solo será un rato para presumir de tener la hija mas bella de todo el mundo - dijo abriendo los brazos
-Y la esposa, mas bella que la hija, ¿no? - Dijo Jennifer - Recuerda quien te consiente
-A veces siento que solo me consiente Consuelo - Dijo a Ruby en voz baja. Ella rió.
-¿Qué dijiste? - preguntó Jennifer
-Que es lo que más anhelo mi amor - esto le amplió la sonrisa a Ruby
-Mejor nos vamos antes de que yo decida que tengo el marido mas tonto de Texas - Dijo acercándose a ellos
-¡Cuanto las amo mis chicas hermosas! - dijo abrazándolas
-Y nosotras a ti papá - contestó Ruby

     Bajaron en el ascensor y sus puertas se abrieron tras el sonido que lo anunciaba. Se hospedaban en el Gran Hotel Paris, lo que le hacía pensar a Ruby que algo debía relacionar a su propietario con Francia, puesto que estaba muy lejos de esa ciudad. La recepción era un espacio bastante amplio, dividido en tres áreas,  a la derecha una barra larga donde se ubicaban los botones y el personal encargado del registro, frente a este justo a la izquierda del camino a la entrada principal unos sillones bastante cómodos que ella tuvo ocasión de disfrutar donde las personas podían esperar mientras llenaban el registro, y detrás de esta zona, el elegante restaurant del hotel, que aunque tenía por nombre una ciudad Francesa, su especialidad era la comida italiana. Le restó importancia a estos detalles que aunque curiosos le resultaron irrelevantes. Salieron luego de que los porteros, uno a cada lado, muy cordialmente abrieron las grandes puertas de cristal. Ella agradeció, su madre igual y se dirigieron a la limusina blanca que ya esperaba en la calle, no sin que ellas dejasen de notar el intenso frío al que aún no se acostumbraban, y Jennifer pensó que le costaría más que a Ruby o su esposo. El cochero abrió las puertas, Jack al soltar el brazo de su esposa e hijas introdujo velozmente la mano en su saco, extrajo un fajo de billetes y entregó uno a cada portero y uno mas al conductor. Todos los billetes eran de 100$

-Es lo minimo por trabajar en navidad muchachos

     Ruby se sentía orgullosa de su padre. A muchos le parecía un nuevo rico desconsiderado y creído, y lejos de eso, Jack era del tipo de hombre que pensaba en los demás a veces por sobre sí mismo. Solía explicar que era a causa del hecho de lo mucho que sufrió cuando solo era un agricultor que sudaba su propia comida y las humillaciones que recibió en el camino a lo que hoy es, aún cuando todo ocurrió por un golpe de suerte. Hacían muchos años, mas de los que Ruby podía recordar con nitidez, Jack se había convertido en uno de los hacendados más adinerados de Texas, y aunque siempre quiso ser ganadero, un día, perforando un pozo para un acueducto y mantener las plantas de sus sembradios, se topó por casualidad con petróleo y es allí donde empezó a crecer su pequeño terrero que ahora se extendía hasta mas allá de donde alcanzaba la vista, con ganado, caballos de los más finos y una propiedad donde quien quiera que los visitara pasaba un tiempo de calidad disfrutando de todas las comodidades.

-Lo siento chicas, hay que ser considerado. Ustedes saben - dijo subiendo a la limusina donde ya esperaban su esposa e hija
-Tranquilo papá. Entendemos perfectamente

     Hubo una pausa donde a Ruby le dio tiempo de verificar su teléfono.

-Y... ¿Que con Steven? - Preguntó Jennifer
-Nada, solo me invitó a una fiesta - Respondió Ruby disimulando su interés. Aunque era algún mensaje de él lo que buscaba en su teléfono
-Ese chico me cae bien - Comentó Jack y Ruby le sonrió - Es muy decente. Pero debes tener cuidado, a veces los psicópatas se ven bien
-¡Jack! - Dijo Jennifer - A mi también me agrada. Confiamos en ti, y en que tendrás cuidado
-Gracias mamá
-Aun así porque no llevas un spray de pimienta... O un teaser - Sugirió Jack
-¡Papa!
-¡Jack! - Jennifer y Ruby gritaron al mismo tiempo
-¡Bien! Pero si te pasa algo se muere - Dijo Jack con fuerza - Y yo también - Habló esta vez con ternura
-Te amo papá
-Te amamos grandulón
-Y yo las amo a uds princesas - Jack se inclinó para abrazarlas

     Tras ese momento emotivo que solían abundar entre la familia, Ruby volvió a verificar la hora en su celular, más por alguna señal de Steven que por la hora misma. Le dio su numero en el club y aún no le escribía, ¿estaría ocupado? Si, eso era lo más seguro. 10:52pm ya casi no faltaba nada para encontrarse con ese chico de ojos azules en el que no dejaba de pensar.

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     Roger corría escaleras abajo con una expresión de furia contenida en su rostro cuando gritó con su estridente voz infantil.

-¡Maaaamááááááá! Dile que me deje entrar al baño - Tomó a Miriam del vestido y dijo en un tono de voz mas normal - Tengo que dormir o Santa no vendrá y no me dará regalos, ¿cierto?

     Miriam estaba en la cocina terminando de organizar los aperitivos en una bandeja. Aquel día lucia un vestido a flores cuyo estampado no distaba mucho de los que usaba a diario, sin embargo era notablemente mas corto,  no tenía mangas y un escote de cuello en V, que junto con el maquillaba que acentuaba sus ojos verdes y la joyería le daban un toque elegante, aunque ella lo atribuía a los zapatos de tacón bajo y color café que insistió en llevar aquella noche, Amy los había objetado pero su defensa estuvo basada en que le permitió hacerle el peinado.

-¿Amy sigue en el baño?
-Si, y no dejá que entre - informó Roger
-Espera un momento hijo. ¡Chris!
-¡Dime! - Grito Christopher desde la sala

     El padre de Amy y Roger era un hombre bastante activo, aunque en labores del hogar solía ser un poco ignorante, o al menos esa era su excusa para no ayudar a su esposa más que en labores de reparación. Alto, delgado, cabello castaño, con un bronceado que señalaba el poco contacto que tenia con el sol. Su trabajo como Administrador de una empresa de importación y exportación lo mantenía esencialmente en la oficina, debido a que sus subalternos era de su entera confianza y trabajaba con ellos hace muchos años sin ningún percance.

-Ven por los bocadillos por favor. Voy a ver a Amy - Dijo Miriam y sin recibir respuesta camino hasta el baño de la planta alta con su hijo tomando su mano - Amy, ¿estas bien?
-Si mamá. No te preocupes - dijo Amy al otro lado de la puerta.
-¿Que sucede hija?
-Estoy nerviosa por la fiesta. No es nada.
-Tranquila querida, Steve estará contigo, y en todo caso si no te sientes bien de seguro no tendrá problema en quedarse aquí. Es más, seguro insistirá.

     Esa frase fue más que suficiente para que Amy abriera la puerta y Roger entrara a toda velocidad antes de que ella cambiara de opinión y volviera adentro. Al escucharla decir aquellas palabras pensó que su madre tenía razón y no era lo que quería. Aquella noche sería realmente especial. Necesitaba tiempo a solas con Steven. 

-Tienes razón mamá. No hay de que preocuparse
-¿Qué te tiene tan nerviosa hija? - pregunto Miriam rodeándola con su brazo de manera protectora
-Seré sincera mamá - Amy respiró profundo y midió sus palabras - Hay un chico que me gusta. Es eso.
-¡Ay hija! - Miriam sonrió - Eres una mujer hermosa, conquistarlo no será problema - tras decir esto endureció el semblante - Ahora, debes protegerte de que jueguen contigo. Los chicos solo quieren llevarte a la cama. Tu padre y yo...
-¿Entiendes ahora por qué no te comentaba nada? Ya me sé esas historias sobre papá. Por eso estoy así. - estas palabras hicieron ceder a Miriam
-Tranquila querida. Estoy seguro que Steven te cuidara en todo momento
-¿Qué?
-El siempre ha cuidado de ti - prosiguió Miriam - Todos sabemos que le gustas, por eso no permitiría que te hicieran daño

     Estas palabras no fueron especialmente reconfortantes para Amy.

-Estoy listo para ir a la cama mami - dijo Roger al salir del baño
-Entonces vamos antes de que papá Noél se pase por alto esta casa porque el niño sigue despierto
-¿Qué hora es mamá? - preguntó Amy
-Once y diez - respondió Miriam tras verificar el reloj en su muñeca -Tranquila Amy, todo estará bien - Al decir esto último se dio vuelta y dirigió con Roger a la habitación de este

     Amy alcanzo a escuchar un murmullo mientras, posiblemente, Miriam le narraba una historia de navidad para antes de dormir a Roger. Entró en su recamara y observó por la ventana sin abrirla, el cristal estaba levemente empañado por el frío que hacía. Las luces de un auto se deslizaron por la calle y sintió el corazón darle un vuelco al pensar que Steven ya estaba allí, sin embargo el coche siguió de largo y la emoción se volvió leve decepción.

-Ya Amy, no seas tonta - se reprochó a sí misma - Estas hermosa. Así que cálmate por amor a cristo.

Comprobó que con respecto a su apariencia todo estaba en orden, ya que evidentemente algo con sus emociones no lo estaba. Amy optó por un vestido verde turquesa que combinaba perfecto con sus ojos esmeralda, al menos en opinión de Steven; largo, de fina seda, le cubría el cuello cruzándose delante en el pecho, dejando un espacio entre sus senos que se hacían notar a través del escote, llegaban a un cinturón dorado y se hacía tachonado, descendía con delicadeza hasta los tobillos dejando ver a traves de una abertura la pierna derecha de Amy, la cual calzaba unos tacones beige que remataban de forma perfecta la indumentaria. Además, su muñeca izquierda iba adornada por tres finas pulseras de oro, su cabello totalmente liso caía a ambos lados y también detrás de forma pareja hasta la cintura, y junto con su maquillaje bastante claro que se enfocaba en resaltar levemente los pómulos (ya que sus ojos destacaban por mucho), le parecieron lo más propició para la ocasión. De forma curiosa Jerry había insistido en que todos asistieran vestidos de manera muy elegante a su fiesta. Su fundamento para esta exigencia era que ya todos eran adultos y debían empezar a comportarse como tal, aunque quienes le conocían sabían que era la persona más inmadura e infantil de todas, así que alguna razón debía tener para hacer aquella petición, lo mejor sería seguirle el juego y ver a donde iba a parar aquello.

     El timbre de la puerta sonó y Amy sintió su corazón detenerse una vez más. Esperó un momento por una señal de quien había llegado. El timbre retumbó una segunda vez con su dos tonos típicos.

-¡Alguien abra ya la puerta cielo santo! Dios - Gritó, y nuevamente esperó la respuesta
-¡Amy es para ti! - indicó Christopher al cabo de unos segundos

     Amy sintió como algo se agitaba en su pecho sin control, trató de dominarse a si misma,  se dió la vuelta, tomó el bolso de mano que estaba encima de su cama, era un pequeño monedero dorado brillante que hacia juego con el cinturón. Caminó hacia la puerta y salió al pasillo, llegó al borde de la escalera y se detuvo a mirar al hombre que la esperaba en su puerta.

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     Steven ya no resistía la ansiedad de la espera. Se detuvo una vez más a verificar que su corbata no estuviese torcida frente al espejo que se hallaba a un lado del arco que daba a la cocina.

-Si sigues haciendo eso dañarás no solo el nudo, sino la corbata, camisa y traje - dijo Lucy bajando las escaleras. Luego miró por el cristal junto a la puerta - ya vinieron por mi. Puedes usar el auto. Solo...
-Lo sé mamá. Tendré cuidado. No te preocupes - se adelantó a decir
-Esta bien. Vuelvo a eso de las tres. Te amo hijo. Feliz navidad - Le deseó Lucy abrazándolo
-También te amo. Feliz navidad.

     A penas salir Lucy por la puerta Steven entró a la cocina y tomó su tercer bombom de chocolate de la noche, retiró la envoltura a toda prisa y lo comió. Alcanzó el teléfono celular que estaba sobre el mesón de mármol pulido y verificó los mensajes. Había uno de su gran amigo James que decía:

"Ya se lo que hará Jerry hoy. Amy y tu deben llegar rápido para que les cuente. Ni tu te lo creerás"

     James no era un amigo particularmente cercano de Steven, era ese típico chico amigo de todos, solía ser muy sociable, era un poco mas bajo que Steven, bronceado, cabello rubio, ojos café y deportista, aunque se le daban bien muchos deportes lo suyo era el basket ball, incluso formaba parte del equipo de baloncesto de la universidad. Se disponía a responder cuando se fijo en la hora, once veinticinco. Ignorando cualquier alerta del teléfono lo guardó en el bolsillo del pantalón y corrió a la puerta de entrada, tomó las llaves del Civic y se disponía a salir, volvió a verse en el espejo una última vez, verificó su peinado y al comprobar que estaba bien, emprendió el camino a la cochera.

     Aquella noche vestía totalmente de negro, lo cual en su opinión era más elegante que cualquier traje clásico. Lo único que emitía un color distinto eran los bordes del traje ya que brillaban por el tipo de tela que era distinta al resto; y el reloj que llevaba en su mano pues tenía detalles en blanco. Vestido así parecía más blanco aún de lo que ya era. Se sentía bien con su vestimenta y esto le daba seguridad.

     Condujo despacio hasta la casa de Amy, aparcó detrás de un Mustang del 2000 que estaba estacionado allí, él conocía el coche, era el de Scott, un joven que salió hacía unos años con Amy y se había obsesionado con ella. Era alto, rubio, con cuerpo de gimnasio, mariscal del equipo de futbol y el chico mas imbécil de la ciudad en opinión de Steven. ¿Que podía hacer Scott allí?. Bajó del vehiculo y caminó hacia la entrada. Scott caminaba en su dirección.

-Habla con ella Steve, o su chico pagará las consecuencias.

     Esta actitud no le extrañaba a Steven, ya se había acostumbrado a las amenazas de Scott, y ahora, si era a él a quien le tocara enfrentarlo, lo haría con placer.

     Llegó a la puerta justo antes de que se cerrara y saludó al padre de Amy.

-Buenas noches Sr. - Dijo a Christopher que no había reparado en él y estaba a punto de cerrar la puerta
-¡Hey! Mi amigo Steven. Pasa, pasa, disculpa pero no te habia visto. - abrió la puerta para que Steven entrara -¡Amy! - Gritó hacia las escaleras

     Steven sabia que Amy era hermosa, y esperaba encontrar la delicadeza de una rosa bajando con la suavidad de una pluma. Sin embargo no fue lo que apreció cuando vio a Amy.

-Cuantas veces tengo que rechazarte para que ent... -Dijo Amy fúrica - ¡Ay! Lo siento. Creí... -Trató de disculparse Amy
-Sé exactamente lo que creíste. No importa - le sonrió y ella le devolvió la sonrisa y por un momento no hicieron más que mirarse el uno al otro

     Miriam apareció detrás de Amy con una expresión poco agradable y le indicó a Amy que bajara la voz, aunque esta a penas y se fijó en su presencia.

-Voy por mi bolso - Dijo Amy

     Steven respondió con un gesto de la cabeza sin dejar de sonreír y la siguió con la mirada hasta que entró en su cuarto. Miriam bajó las escaleras en silencio y al llegar al pie de esta sonrió mas ampliamente al ver la expresión de Steven mientras veía a su hija, él lo notó y trató de disimularlo.

-Feliz Navidad - Dijo pasando la mirada de Miriam a Christopher
-Feliz Navidad - contestó Miriam aún sonriendo mientras se colocaba junto a su esposo, quien solamente sonrió

    Amy apareció de nuevo en el pasillo y Steven no resistió el impulso de voltear a mirarla. Amy bajo las escaleras con gracia y delicadeza mientras él la observaba y aguardaba al pie de la escalera para extenderle su mano al llegar al final.

-Adiós mamá. Adiós papá. -Dijo Amy
-Adios. - Respondió Christopher
-Tengan cuidado - Agregó Miriam
-Lo tendremos - Dijo Steven mientras caminaban al auto tomados de la mano

     Hacían bonita pareja, siempre se lo habían dicho y ahora ellos también lo creían. Christopher y Miriam habían salido de la casa detrás de ellos.

-Esa es la mirada de un hombre enamorado - Dijo Christopher
-Y la de una mujer enamorada. Es lo que mas me sorprende. - Señaló Miriam. 

     La expresión de Christopher cambió con ese comentario, pero pronto volvió a sonreír y continuo mirando como Steven abría la puerta del auto para que Amy subiera a bordo. Dió la vuelta tras cerrar la puerta y ocupó el lugar del chofer. Encendió el motor y arrancó lentamente.

     No tardaron mucho en llegar al edificio donde se hallaba el pent house de los padres de Jerry. Amy estaba a punto de bajar del auto cuando Steven la detuvo.

-Espera. Tengo que darte tu regalo de navidad - Dijo despacio

     Introdujo la mano dentro de su chaqueta y sacó una caja rectangular y alargada de color azul y cubierta con un material aterciopelado. Amy la abrió y descubrió una pulsera de oro con una grabado, en letra cursiva bastante trabajada decía Amy. Considero que habían pasado tanto tiempo juntos que incluso sus ideas de regalo, tenían una similitud. Steven esperó a que examinara bien el detalle antes de decir algo. Al dorso de la pulsera ella descubrió otra inscripción con letra mas pequeña pero legible: "Te quiero. Nunca me olvides. Tuyo, S"

-Sabes que nunca te olvidaría - Dijo sin desviar la mirada del regalo
-Feliz Navidad Am - Dijo él colocando un brazo en su espalda
-Feliz Navidad Tev - Dijo ella alzando el rostro hacia él

    Steven sabía que era momento de hacer lo que hacía tanto planeaba en su casa. Con su mano, en un solo movimiento quitó el cabello del rostro de Amy y la posó en la parte de atrás de su cuello, se acercó muy despacio mientras él cerraba los ojos, al tiempo que ella hacia lo mismo y...

-¡Hey! Vengan ¿que hacen? - James golpeo la ventanilla de Steven causando que tanto él como Amy se sobresaltaran

-Eehh... en seguida vamos. - dijo rascándose en la cien justo antes de voltear a ver a Amy que parecía avergonzada pues se cubría el rostro
-Apresurense. Tengo que contarles - y tras este comentario James se alejó del auto en dirección a la entrada del edificio. Vestía un típico traje negro, camisa blanca, corbata de corte recto negro. Optó por lo clásico, evidentemente.
-Imbécil - Steven no pudo reprimirlo

     Amy en silencio guardo la pulsera dentro del estuche y este dentro de su bolso.

-La usaré desde mañana - dijo sonriendo

     Steven estuvo de acuerdo. Quizás su sentido de la moda no fuese perfecto pero sabía que no combinaba con la vestimenta de Amy. Bajó del coche y rápidamente dió la vuelta para abrirle la puerta a Amy, caminaron hasta la entrada del edificio sin detenerse, pues aunque Amy estaba acostumbrada al frío de la ciudad donde creció, no le era tan agradable como a Steven.

-¿Puedes decirnos que demonios pasa James? - Dijo Amy irritada. A Steven le agradó que a ella también le hubiese alterado la interrupción
-Jerry le pedirá matrimonio a Rebecca. - Informó este
-¿Que Jerry qué? - dijo Steven sorprendido - Ahora si se volvió totalmente loco
-No, por fin hace algo lógico - Dijo Amy - Desde que está con ella es un hombre mejor, ¿no creen?
-Tu también estás loca - le acusó James.

     Sin embargo Steven no podía dejar de mirarla con admiración, pues tenía razón. Desde que Jerry estaba saliendo con Becca se comportaba con más cordura. Sonrió mientras se sentía feliz de poder disfrutar de la compañía de Amy. Aunque le hubiese gustado estar algo más de tiempo a solas con ella; ya estaban en el ascensor vía al pent house. No aportó mucho a la conversación que se desarrollaba, la cual se basó principalmente en Amy explicando a James que era un idiota y que la razón de que siguiera solo era que no veía lo importante de apoyarse uno al otro en una pareja.

     Así transcurrió poco más de una hora en la que la música, el cotilleo y los tragos iban y venían en medio de conversaciones simple pero importantes, puesto que daban a Amy y Steven la oportunidad de acercarse el uno al otro. Paso el rato hasta que la hermana menor de Jerry corrió hasta Amy y gritó:

-¡Lo esta haciendo, lo esta haciendo! - y ambas saltaron y gritaron tomadas de las manos

     La hermana de Jerry tenia 16 años, era morena, de contextura mediana, gruesas piernas que a Steven le parecían muy trabajadas en un gimnasio aunque nunca había sabido que fuese a ninguno, esto le daba al mismo tiempo la impresión de tener caderas anchas, sin embargo no de esas que lucen mal, sino de las que caracterizan a las latinas, y aunque Drew no lo era, su madre si.

-Hola novio - una voz se alzó por encima de las demás y llegó a oídos de Steven. La reconocía, y lo que decía le dejó sin habla - Por fin te encuentro

     Steven pensó que su rostro debía reflejar el vacío que sentía en el pecho pues Amy lo vió con una mezcla de extrañeza y preocupación en su cara.  Steven volteó y solo alcanzó a ver unos labios rojos justo antes de que su visión fuese cubierta por una sombra castaña. Ruby lo besó en los labios con una fuerza que solo una tempestad podría tener. "Diablos, ¿que hiciste?", fue lo único que pasó por su mente. Se liberó del abrazo de Ruby y la vió a los ojos, se hundió por un segundo en esos profundos ojos café.

-Ru... Ruby. ¡Viniste! - alcanzó a articular
-Claro Steve, me invitaste, ¿como iba a faltar? - Dijo Ruby sonriendo
-¿Me llamaste novio o solo fue mi imaginación? - dijo y en seguida volteo para buscar a Amy, pero esta ya no estaba.
-Oops, me deje llevar - Dijo previo a soltar una carcajada
-¿Viniste sola? - consultó mientras aún miraba en derredor buscando a Amy
-No, vine con mi prima. Te presento a... ¿A quien buscas?
-A mi...
-Tienes novia, ¿verdad? - dijo Ruby cambiando su expresión - ¡ay no! Que idiota soy.
-No, no. No es mi novia - Dijo tratando de calmar a Ruby, y aunque en realidad no lo era, en esa momento hubiese querido que si- Es mi...
-Viejo necesito tu ayuda - James lo tomaba por el hombro y esta vez si agradeció la interrupción de su amigo
-Disculpa un segundo por favor - se excusó con Ruby - ¿Qué sucede? - preguntó dirigiéndose a James
-Nada va bien, Becca rechazo a Jerry y Amy lloraba, vía la azotea creo. - James se veía bastante preocupado, solía ser así con todos.
-Becca tendrá quien se encargue de ella, yo voy por Amy - dijo Steve a James - Tu quédate con ellas por favor. Ruby el es James, James ellas son Ruby y su prima. Lo siento Ruby, vuelvo en un segundo -y sin esperar la respuesta empezó a caminar

     Steven sabía perfectamente donde quedaban las escaleras a la azotea, muchas noches de tragos y otras locuras él, Jerry, James y algún otro amigo habían ido a dar allí. Caminaba a paso veloz y sin prestar atención a nada, zigzagueando entre la gente cuando se detuvo la música y una voz femenina se escuchó por el altavoz.

-Disculpen que interrumpa la fiesta de esta manera pero tengo que acusar a un imbécil traidor a quien le ofrecí mis sentimientos y me pago con mentiras

     La curiosidad le hizo voltear a la tarima y entre la gente, aunque no pudo distinguir bien, vió, de pie por sobre los demás, un vestido verde y una melena rubia. Esa no podía ser Amy.
"Dios no permitas que sea Amy" pensó antes de intentar acercarse.

Continuara...


miércoles, 27 de enero de 2016

Historia de Navidad: Escándalo

    Steven se pasó todo el trayecto de regreso a casa viendo por la ventana del automóvil, considerando sus opciones, hasta hacía un rato se encontraba bastante seguro de lo que le diría a Amy, no se le hacía nadal la tarea de hallar las palabras correctas para hablar con ella, mucho menos ahora que se encontraba suspendido en una especie de telaraña mental que le impedía razonar correctamente. Por un lado Amy, su amiga desde hace más de lo que podía recordar, hermosa como ninguna otra chica que hubiese conocido, aunque para él resultaba ser ese el menor de sus problemas, puesto que aunque fuese la mujer más desagradable del mundo, sus sentimientos y la característica forma de ser de Amy la convertían en esa persona con la que siempre querría estar, bajo cualquier circunstancia; Por otra parte estaba Ruby, explosiva, agresiva y tierna al mismo tiempo, Steven no estaba seguro si lo que más le atraía de ella era su locura o su forma de manipular la situación para darle seguridad a él y al mismo tiempo ser quien dominara entre los dos.

-¿Te sucede algo? – Pregunto Lucy
-¿Qué? – Respondió Steven más por instinto que por no oír la pregunta – No, ¿Por qué?
-Porque estas bastante callado. Sabes que puedes hablar conmigo hijo
-Si mamá lo sé, gracias. Solo me quedé pensando…
-¿En la chica? Parece bastante agradable. Me gusta
-No empieces
-¿Con qué? – Preguntó Lucy sonriendo ligeramente
-Ya sé por dónde vas. Dirás que te parece buena para mí, que hace mucho no salgo con una chica, que eso te preocupa y que debería invitarla a salir. ¡Claro! Siempre y cuando sea luego de haber concretado la venta
-La cual salió perfectamente por cierto – Anunció Lucy contenta – Ese ricachón esta por comprar la propiedad de los Johnson, ¿La recuerdas?

     Por supuesto que la recordaba, mantuvo una amistad con el hijo menor de los Johnson, Jeremy, durante el tiempo que estos vivieron en la ciudad. La propiedad abarcaba un terreno bastante amplio a las afueras de la ciudad, al vivo estilo de las grandes mansiones de Hollywood, tenía un camino de grava desde el pórtico hasta la casa, de 3 pisos, impecablemente blanca y con un jardín sumamente extenso con innumerables tipos de plantas y aves, atentamente cuidadas por un jardinero a tiempo completo, el patio posterior poseía desde un parque para niños hasta una cancha de tenis, la cual en la memoria de Steven nunca se usó más que para alguna jugarreta de los jóvenes. Los Johnson eran una familia evidentemente acaudalada que destacaba entre los habitantes por ser un poco excéntricos y sobretodo por la cantidad de autos lujosos de los que disponían, más que todo deportivos: Corvette, Camaro, Aston Martin DB9, Porsche Carrera, Acura RSX, Land Rover y una SUV Cadillac eran los que recordaba Steve, se rumoraba que también mantenían en su cochera un par de Ferrari, aunque de haber sido verdad, Steven nunca llego a verlos. Su amigo Jeremy solía invitarlo a casa durante el verano para calmar el calor en la enorme piscina de la que disfrutaban con placer, y por asociación, Amy en numerosas ocasiones estaba presente, aún cuando se reunían para probar el último video juego de la consola más avanzada de la época. A Steven se le antojaron lejanos aquellos tiempos y recordó con melancolía la partida de Jeremy a Italia, aunque lo hizo sonreír el recuerdo de como Amy dijo que era mejor así, pues ya estaba cansada de sus regalos ostentosos. En la secundaria, cuando la pubertad con sus metamorfosis típica cambio el físico de Amy, Jeremy había sido de los primeros en notarlo e intentó llamar su atención, cosa que a Steven no le causo gracia, ni mucho menos a Amy. En alguna ocasión envió con su mayordomo un inmenso ramo de rosas con un peluche tan grande como el mismo a casa de Amy, la cual tras disculparse con el Mayordomo le pidió lo devolviera y le dijera a Jeremy que primero para que un detalle tuviera significado tenía que entregarlo el mismo y segundo podía guardar su peluche en su propio cuarto y llamarlo novia. El recuerdo le robó una sonrisa, aunque imaginó que al pobre Jeremy no se le debió hacer tan divertido en aquel momento. “Pobre”, quizás no era ese el término correcto para el chico que ahora salía con una modelo… ¿o era actriz? Bueno, de cualquier manera una celebridad, Steven no pudo precisarlo.

-Será una cifra de 7 dígitos – señaló Lucy
-Que bien mama. – Dijo restándole importancia al señalamiento – Podrías dejarme en casa de Amy
-Si claro.

    Aun no sabía cómo hablar con ella, pero si lo que quería decirle, eso tendría que bastar, llegaría hasta su puerta y se esforzaría por articular alguna palabra, esa era la mejor idea, ya que si seguía meditándolo acabaría por enloquecer y no llegaría a ninguna respuesta concreta.

-Vas a tener que decidir pronto – Dijo Lucy aparcando frente a la casa de Amy
-Gracias – Steven tomo la manilla de la puerta del coche, sin embargo antes de abrir preguntó - ¿De qué hablas?
-Que vas a tener que decidir pronto, o Amy o Ruby, pero no ambas. – Dijo ella antes de echarse a reír
-¡Mamá!

    Steven bajo del vehículo y Lucy emprendió la marcha a casa, lo cual no era particularmente lejos. Él dedico un minuto a observar el cielo, no había señales de que nevase esa noche, sin embargo la temperatura no subía ni siquiera un grado. Respiró profundo y dejo que el frío le abrazara por un momento antes de empezar a caminar. Las calles que de aquella parte de la ciudad eran las menos transitadas, tal vez porque solo las recorrían quienes vivían en los alrededores y no era un vecindario especialmente grande. Al llegar a la puerta se dejó llevar por una idea, de verdad le gustaba el frío.

     Tocó el timbre. Amy abrió la puerta, con el peinado a medio hacer, mas desarreglada de lo habitual, de seguro habría tenido un día pesado, todavía lucía aquella camiseta negra que tan bien le venía a su figura y el pantalón del pijama.

-¡Ay no! ¿Qué hice? ¡Ahora crees que me quiero casar contigo! ¡Ay no! ¡Ay no! – Dijo Amy aparentemente alterada
-Cállate que te van a oír y no creo que mi vergüenza soporte un ataque de atención de tu mama – Dijo él sonriente
-Entonces explícame rápido que haces aquí porque de verdad empiezo a preocuparme – Dijo ella con más calma, pero evidente preocupación mientras salía y ajustaba la puerta
-¿En serio crees que he venido a pedirte matrimonio?
-Justo ahorita no sé qué creer. Por favor… habla.
-Amy, lo que te voy a decir no es fácil.
-Entonces no lo digas, ya sé de qué va todo – Dijo ella cortándole
-No, no lo sabes. Por primera vez en mucho tiempo no sabes algo de mi, así que por favor, déjame hablar – Dijo él tratando de tener tacto
-¡Amy tiene nov...! ¡Ah! Hola Steve. Lo siento. – Se escuchó decir a Roger, el hermano menor de Amy desde la ventana
-Silencio Roger, deja a los chicos hablar en paz – Dijo Miriam pasando detrás de él
-Nadie se cree que sea casualidad que pasabas por allí mamá. – Señaló Amy girando el rostro para alcanzar a ver la ventana que quedaba a sus espaldas – ¿Sabes qué? Mejor vamos a mi habitación, allí podremos hablar sin INTRUSOS – Dijo Amy con énfasis

    Entraron a la casa y tras un saludo rápido subieron las escaleras, con unos cuantos pasos más entraron a la habitación de Amy y esta cerró la puerta.

-No te importa si sigo arreglándome el cabello, ¿Verdad? – Dijo Amy sentándose frente a un amplio espejo al lado de la ventana
-La verdad es que sí, quiero que me mires mientras te hablo.

     Amy estaba visiblemente sorprendida por esta respuesta, ya había tomado de nuevo un cepillo en su mano, así que lo colocó sobre la mesa de noche, se dio vuelta, y con toda la seguridad que pudo tomar de sí misma, acercó un poco la silla un poco a Steve que se había sentado en la cama.

-Esa respuesta ya me dice por dónde van las cosas – Dijo con resignación
-La verdad es que no, solo que yo no tuve tiempo de reaccionar cuando vine a verte esta mañana, no me dejaste hacerlo, así que ahora quiero toda tu atención – Se tomó un segundo para medir la reacción de Amy y continuó – Quiero, primero que nada destacar que físicamente tu y yo no compaginamos y deberías estar de acuerdo – Ella frunció el ceño ante este comentario
-¿Perdón? – Dijo Amy, visiblemente ofendida
- Es la verdad. Mírate a ti y luego a mí, yo soy alto, delgado, atlético más no del tipo de jugador de algún equipo, guapo dentro de los estándares, y tu… Tu eres bellísima. Nadie, que nos vea juntos, entendería que hace una mujer como tú con un tipo como yo – Este comentario hizo sonrojar a Amy
-Sabes que eso es lo que menos me importa, no voy por el que…
-Por el que dirán ni te importa en absoluto el físico aunque piensas que me menosprecio – Terminó Steven interrumpiéndola – Pero sabes que es lo que de verdad pienso. Sin embargo dejando a un lado eso, no puedo negar hace cuanto que sentí algo por ti, te quiero Amy, y te quiero como no he querido a nadie fuera de mi familia, y la verdad es que no sé qué hacer ahora que de pronto me dices todas esas cosas. Es decir, yo ya lo había hecho y me rechazaste, y si, entiendo todo lo que me dijiste y las razones que tenías – se apresuró a decir Steve antes de que Amy lo interrumpiera – ¿Pero porque tú? ¿Por qué no esperar a que yo diera ese paso? Eso me desestabilizó
-Porque tú no lo harías. Ya no. Hace mucho que espero que lo vuelvas a hacer, y no iba a suceder – Explicó
-Sin embargo, me quitas la oportunidad de la sorpresa de pedirte que seas mi novia
-No quiero ser tu novia Steve – Esto le tomó por sorpresa y no pudo ocultarlo – Entiende algo, no esperaba que llegases ahorita, así, todo elegante a pedirme que fuese tu novia, solo quería… No lo sé, que supieras lo que siento.
-Luego te explico lo del traje – dijo observando su vestimenta - ¿Por qué justo hoy y con tanta premura? – Indagó
-Odio que uses ese lenguaje y lo sabes. Lo haces por provocarme porque no te sientes bien – Dijo ella con paciencia – Quise hacerlo hoy porque dijimos que hoy seria especial. Especial significa que quizás en el transcurso de la noche no lo soportaría y acabaría besándote en medio de todos y te sentirías más desorientado que ahora. Ahora ya lo sabes y bueno.
-¿Eso significa que ya no lo harás? ¿Era todo lo que querías?
-Si sigues con comentarios así de imbéciles terminaremos discutiendo como el otro día, y no es lo mejor, ¿no crees? – Dijo ella con mucha calma, pero evidentemente ofendida
-Lo siento. Yo quise ser tu novio, pero ahora no se ni siquiera como verte a esos inmensos ojos verdes sin pensar en ese beso Am… y no creas que no me gustó, porque sabes que fue exactamente lo contrario – esto hizo ruborizar a Amy de nuevo – Solo dime, ¿Ahora qué?
-No lo sé, simplemente dejemos que las cosas sucedan Tev. – Dijo ella tomando sus manos – prometo no volver a ponerte en una situación como esa
-Tal vez no sea la solución, pero como tampoco sé, que sería lo indicado, dejare que tú lo decidas.
-Estás loco
-Estás loca – ambos sonrieron con complicidad – Tengo algo que confesarte – Dijo él bajando la mirada Y haciendo una larga pausa
-Eso no es bueno, tus confesiones no suelen pesarte, y esta si – Dijo ella al notar el cambio en su postura
-Conocí a alguien Am, esta mañana, antes de venir a tu casa. Se llama Ruby, es una chica que está de visita en la ciudad, y la invite a la fiesta. – Espero la reacción de Amy, pero al no notar un cambio continuó hablando. – Sucede que aparte de todo mamá está haciendo negocios con su padre y nos hemos vuelto a ver por casualidad, en el club, vengo de allá y por eso el traje. Al parecer le venderá la antigua casa Johnson - le pareció prudente obviar el beso con Ruby
-Ya era hora, si Lucy no puede, nadie la venderá – esa no era la reacción que Steven esperaba, por lo cual su sorpresa se hizo evidente en su rostro - ¿Qué? ¿Esperabas un escándalo por una fulana recién llegada? - Rió sonoramente. - No, Steven, esa no es razón. Quizás si fuésemos novios, pero no lo somos.
-A veces no te entiendo
-Tampoco quiero que me lo pidas ahorita - hubo una nueva pausa
-Gracias
-¿Por qué? – inquirió ella
-Por entender. No quería meterme en un drama emocional entre dos mujeres ni nada por el estilo - Dijo él, parte en broma, parte en serio – Ya suficiente drama le das tu a mi vida
-Me llamaste dramática – dijo exaltada y con una mueca de ofensa excesiva en su rostro – Es la peor humillación que me hayan hecho alguna vez – expresó tocando su frente con el dorso de la mano tras una extraña reverencia que le daba aires de telenovela a sus palabras. Steven no pudo más que reír ante aquella pantomima.

     Steven se levantó, camino hacia la puerta y Amy se dió vuelta hacia el espejo nuevamente acercando la silla. Steven tomó el pomo de la cerradura y se giró, vió a quien es su amiga hace 16 años y no resistió el impulso que lo llenó en ese momento, camino hacia ella, la abrazo, y plantó el más delicado de los besos en su mejilla justo antes de susurrar en su oído “Te quiero Am”

viernes, 22 de enero de 2016

Historia de navidad: Muérdago

   Aquella caminata fue la más incomoda y larga que Steven hubiese vivido en los últimos dos años. Tratando de sacarse de la mente lo sucedido se obligó a pensar cuanto hacía que no se hallaba tan inmerso en sus pensamientos como ahora, y encontró la respuesta en el momento cuando sus padres le comunicaron su decisión de divorciarse, y aunque de cualquier forma fue un fuerte impacto, él no se sintió extrañado de aquella noticia puesto que había apreciado los cambios en la conducta de ambos; por mucho que se perdiese en los recuerdos siempre iba a dar al mismo lugar: Amy. Aquella tarde de otoño, tras la conversación en la que Lucy, extrañamente serena y Michael, su padre, anunciaran su separación, él había corrido a casa de Am, como solía llamarla, para contarle lo sucedido.


     ¿Como llegaron a esto? Hacía mucho que él no guardaba esperanzas de llegar a algo con Amy. Su relación se había fortalecido a través de un lazo tan íntimo  de amistad que cayeron en el punto de poder verse en ropa interior, hacerse insinuaciones y que no pasara nada más de allí. Si, debía aceptar que alguna vez pretendió iniciar una relacion con Amy, pero esta lo detuvo por no haber adquirido la suficiente madurez para entender la relación que tenían.

-¿A que estas jugando ahora Am? ¡Aaff! - Se dijo a si mismo mientras pateaba la nieve que se acumulaba bajo un árbol justo frente a su casa

     Mientras subía la escalinata que le dirigía a la entrada de su casa resbaló, no llegó a caer ya que se sostuvo del pasamanos, rió por su torpeza y se sentó en el segundo escalón. Dedicó un momento a pensar en las palabras que Amy había dicho en su habitación tras notar la conmoción y el impacto causado por el beso de unos labios que en algún momento tanto deseó.

-No me mal interpretes, siempre me pareciste un chico fabuloso y lo sabes, solo que hasta ahora también te considero sensato.
-Amy yo...
-No tienes que decir nada - Le interrumpió - Si ya es tarde yo sabré entenderlo. No esperaba que tus sentimientos fuesen eternos, pero los mios siguen intactos.

    Se hizo un silencio incomodo el cual ella aprovecho para continuar con su tarea de organizar la habitación. Así paso un rato y luego él habló

-De verdad no sé que decirte
-Prefería que dijeses cualquier tontería irracional a que cayeras en ese cliché. ¡No soy ninguna fulana!
-No vamos a discutir ahora
-Mejor vete. No quiero ser causante de la furia de tu mamá - para sorpresa de Steven ella sonrió - Además, sé que necesitas pensar y eso me impacienta

     Él también sonrió, se levantó, tomó el paquete con el regalo y se dirigía hacia la puerta cuando:

-¡Hey! - Ella atrajo su atención. - Te quiero. Aún podemos decirlo.

     Él dio unos pasos hacía ella y la abrazo tan fuerte como hace mucho no lo hacía, ella lo imitó. Había olvidado lo cálidos que eran los abrazos de la que hasta ese momento fue su mejor amiga y de pronto, se debatía en si debía seguir viéndola de esa forma.

-Yo también te quiero Am. Mucho. No lo dudes.

    El recuerdo le pareció lejano, pero nítido. Se pasó un rato pensando en todo y en nada, esencialmente recordando los momentos con Amy, algunos de risas y otros de llanto, pero todos inolvidables.

-¿Piensas quedarte allí todo el día o entraras a cambiarte?

     La voz de Lucy le sacó de sus cavilaciones. Estaba parada en la puerta, llevaba ya el vestido que solía lucir para causar buena impresión a un cliente, a Steven se le vino a la mente que quizás todo buen vendedor de bienes raíces debía tener un traje así, y su madre, siempre formal, no podía ser la excepción.

-Te dije que llegaría antes de medio día - Se excusó
-Seguro Amy tuvo algo que ver. Tu no eres tan puntual. Eres mas bien como yo. Así que levantate de allí y ve a cambiarte, no quiero llegar tarde.

     De mala gana se sacudió la nieve de los pantalones y se levantó. Caminó, y el contacto con el piso de madera fue una sensación agradable después de caminar por la calle lo que le parecieron kilómetros, aunque solo fueron un par de manzanas desde la casa de Amy.

-Todavía no entiendo porque tengo que ir yo - Gritó desde su habitación mientras terminaba de vestirse

     La alcoba de Steven guardaba cierta semejanza con la que alguna vez vio en una película, un Tv de 32 pulgadas en una esquina, un juego de video en frente y colocados muy convenientemente cerca, dos puff muy cómodos. Por la ventana lograba ver el jardín trasero de su casa, un árbol bajo el cual solía jugar cuando niño, un columpio fabricado por Michael con un soga y un viejo neumático (ya no confiaba mucho en la resistencia de este juguete) y bajo toda la nieve acumulada se imaginaba que aun había césped totalmente intacto. Junto a esa unica ventana tenía su escritorio, en ella su laptop y un desastre de papeles entre los cuales el más invariable era un retrato de Amy y él, dibujado en un parque por un pintor principiante. Su cama usualmente estaba en orden, aunque no gracias a él, se encontraba en la esquina opuesta al tv y junto a ella un amplio espejo que Lucy sugirió iría bien con el aleatorio feng shui del cuarto, aunque a el no le hizo gracia.

-¿Por qué siempre la misma conversación? Vistete y ya - Repuso Lucy desde el comedor
-Estoy en eso. Dices que es porque la imagen de la familia es importante para los clientes, ¿es decir que invitaremos a papá? - Dijo mientras se ajustaba la corbata
-Ja, ja que gracioso. Apresurate, ya debemos irnos
-Ya, ya. Entonces, ya que papá no es una opción, ¿Debería tener un hijo para demostrar cuanto nos importa la familia? - dijo mientras caminaba hacia las escaleras
-Quizás, primero encuentra una chica que valga la pena, trabajo y un departamento, luego me cuentas - dijo Lucy esperando al pie de las escaleras - Por ahora simplemente baja rápido.
-Vale, vale. A ti no se te puede jugar una broma. - dijo mientras bajaba - ¿Cierto que tienes el hijo más guapo que una madre puede pedir?
-Y también el más descuidado - replicó ella mientras arreglaba el saco, la corbata y quitaba una peluza que solo ella podía ver en el hombro de Steven
-Estas de un pesada hoy... - dijo él en tono de cansancio
-¿Disculpa? - preguntó ella ofendida
-Que mejor nos vamos o no llegaremos hoy - sonrió, pero Lucy no cambio su expresión - Y que te amo mamá

     Lucy desvío la mirada y se dirigió a la puerta muy seria, aunque Steven sabia que le había gustado que le expresara su amor y solo por este detalle la había librado en esa ocasión.

     A Lucy le gustaban los automóviles, por eso a la hora de elegir cual comprar ni siquiera pidió la opinión de Michael y sin dudarlo ni un segundo se decidió por el Honda Civic. Amaba ese auto, Steven solía bromear con que quería el auto incluso mas que a él. Lucy condujo rápido pero con precaución y no tardaron en llegar a un club campestre a las afueras de la ciudad. Dejaron el auto en la entrada para que el valet lo estacionara, Lucy dedico un segundo a sonreirle al muchacho, hacía mucho que lo conocía puesto que tenía ya bastante tiempo trabajando allí y desde que eran socios ella asistía con regularidad ya que para aparentar llevar una vida mas ostentosa de la que mantenía, siempre invitaba allí a sus clientes.

     Atravesaron la recepción, el traqueteo de los tacones de su madre resonaba en toda la estancia, Steven miró de reojo a la recepcionista que pareció no notarlo y continuo su camino al restaurante del club.

-Algún día se dará cuenta, no te preocupes - comentó Lucy
-¿De que hablas? - preguntó Steven aunque sabía bien a que se refería su madre
-De la chica en recepción, siempre la observas - aclaró ella - Se llama Maxiel... O quizás era Danielle... No recuerdo.
-No se de que hablas - obligó a cambiar de tema al llegar a las puertas del salón - ¿a quién buscamos?

     El gran salón comedor era un espacio amplio muy elegante y bien iluminado de forma natural, de techo alto y finamente decorado del cual colgaban grandes lamparas de cristal con cientos de pequeñas piezas que asemejaban gotas de agua, de día no causaban el mismo impacto que por las noches, pero no por esto dejaban de ser hermosas, pues la luz que se reflejaba en ella se desconfiguraba en muchos colores. Amplios cristales servían de paredes y ofrecían una vista a los jardines del club, en primavera era un deleite simplemente observar los cientos de vivos colores que adornaban el lugar contrastando con el verde del pasto y los arbustos; sin embargo el invierno y toda su nieve había cubierto los alrededores con un manto blanco, incluyendo los arboles desnudos, aunque esto no restaba belleza al paisaje. Por aquellos días lucía una hermosa decoración dorada y verde que hacia destacar el salmón de los manteles que cubrían las mesas.

-Es un tipo con aspecto de vaquero - informó Lucy - creo que viene de Texas o algo así
-¿Vaquero de rodeo o Vaquero hacendado? - inquirió Steven
-¿Cuál es la diferencia?

     Steven la miró considerando si de verdad no veía la diferencia o si fué mero sarcasmo.

-Allá están - Dijo Lucy agitando la mano en forma de saludo - Ya sabes como es esto, tienen una hija, trata de convencerla de que vivir aquí es maravilloso para una chica de 19 años, y todas esas cosas. Dile lo que sea que quiera escuchar
-Debería recibir comisión por esto - bromeó
-La recibes, se llaman desayuno, almuerzo, cena y mesada - y sonrió mas ampliamente al acercarse a la pareja

     Steven no pudo evitar sonreír al apreciar el inteligente aunque un poco cruel comentario de su madre y como la broma se le volteó en contra. Los clientes de su madre eran irremediablemente obvios y en definitiva, parecían vaqueros como ella había informado, aunque la mujer vestía un largo vestido amarillo, tacones y joyería acorde, el hombre parecía no encajar en el ambiente de ninguna manera, llevaba jeans, una camisa vaquera, ajustada debido a un abdomen pronunciado, un amplio sombrero y botas al vivo estilo de una película del oeste. Steven pensó en que clase de abrigo usaría, quizás un búfalo desollado. La idea lo hizo sonreír de nuevo.

-El es mi hijo Steven. Steven ellos son Jack y... - Lucy hizo una pausa
-Jenniffer - aclaró el hombre mirando a Lucy pero tendiendo la mano a Steven
-Y Jennifer, su esposa.
-Un placer conocerlos - Dijo Steven tomando la mano de Jack
-El placer es nuestro muchacho

     Steven no pudo dejar de notar la fuerza increíble con que apretaba Jack, él no solía ser un debilucho, pero aquel hombre se le pareció a un Hercules norteamericano. Luego hizo lo mismo con su esposa aunque obviamente de una manera mas delicada, además, como gesto de caballerosidad incluyó una ligera reverencia con la cabeza, mientras que ella solo se limitó a sonreír. Le pareció una mujer muy bonita, de finas facciones en su rostro y bastante en forma, alrededor de los 30 y tantos años y muy a la moda. Labios delgados teñidos con un lápiz labial de un color muy claro, llevaba poco maquillaje, o al menos esa fue la impresión que le dio a Steven, de cualquier manera se le antojo como una mujer muy hermosa, ademas le pareció haberla visto antes. No parecía el tipo de mujer para un caballero como aquel, de unos cuarenta y tantos, casi 50 tal vez, robusto, con el rostro enrojecido, tal vez por el frío, tal vez por la contextura, pero algo burdo para la delicada dama que le acompañaba. El acento era evidente, eran del sur, ya no cabía la menor duda, si es que la hubo en algún momento.

-Mi hija viene en camino, pero tomemos asiento - ofreció Jack llamando al mesero - ¿Pedimos algo de tomar? ¿Cerveza, whisky?

-Por los momentos pediré vino si no te importa Jack - dijo Lucy

-Quisiera lo mismo - Dijo Jennifer. Steven se estremeció un poco por lo dulce de su voz
-¿Y tu chico? ¿Me acompañas con el whisky?

     En pocas ocasiones Steven tenía oportunidad de disfrutar de un buen trago de whisky y aunque estaba en presencia de su madre, esta vez lo aprovecharía

-Por supuesto, no lo dejaría beber solo
-¡Así se habla! Dos Jack Daniels y dos copas de vino tinto - indicó Jack al mesero que tomó nota y se alejó con premura

     Lucy lanzó una mirada fugaz pero muy instructiva a la Steven que le indicaba que no serian mas de dos vasos y luego se disculparía de alguna forma para no seguir tomando. Pasaron algunos minutos entre risas y conversaciones sin relación alguna con negocios, hablaron del clima, de como en California se pasaban unas excelentes vacaciones de verano en las playas de Santa Mónica, y las de primavera se volvían de locura en Miami. A pesar de viajar mucho, o al menos eso parecía por los lugares que mencionaban, la pareja no dejaba ver que viajasen muy seguido al exterior. A Steven aquellas conversaciones lo entretuvieron de tal forma que por un instante se olvidó de lo ocurrido con Amy.

-Disculpen la demora, me perdi en el centro, ya saben, no conozco la ciudad - se excusó una voz sin el acento tejano que caracterizaba a Jack y Jennifer
-Ella es mi hija Ruby, estudia música en Julliard - Explicó Jack. Steven tuvo que voltear a verla, no podía ser, ¿oyó bien? ¿Dijo Ruby?
-¡Papá! No necesitan mi curriculum - dijo ella acercándose a una silla entre Jennifer y Lucy - Es un placer -Dijo tendiendo la mano a Lucy

     Definitivamente era ella. Steven sonrió. Ya no vestía el grueso abrigo que casi ensucia con chocolate y el cabello ya no estaba desarreglado. Su rostro iba maquillado, dos pendientes que irónicamente parecían rubíes colgaban a cada lado de su rostro haciendo juego con el carmín de su boca y su vestido rojo, largo y decorado con pedrería, y al igual que Jennifer llevaba tacones altos. Era evidente el parecido entre madre e hija, sin embargo, costaba trabajo creer que Jack fuera su padre.

-Yo soy Lucy y el es mi hijo Steven

     La expresión de su rostro cambió drásticamente al mirar bien el rostro de Steven, lo había reconocido, era obvio, pero se controló rápidamente para no dar muestras de esto, estiró su mano hacia él y sonriendo dijo:

-También es un placer conocerte Steven
-Lo mismo digo Ruby - dijo él repitiendo la reverencia que utilizó al saludar a Jennifer

     Transcurrió largo rato donde la conversación al parecer era bastante animada, parecían hablar de forma muy elocuente sobre un suceso muy hilarante ocurrido en San Francisco, sin embargo Steven había perdido interés en la charla, solo podía observar a Ruby, era casi irreal que de verdad fuese ella, por tercera vez en menos de ocho horas. De pronto se sintió mal al recordar a Amy, restarle importancia después de todo lo que debió significar el cobrar el valor suficiente para hacer lo que hizo no era justo, además, aun no lograba descifrar como sentirse respecto a eso.

     Educadamente, como Lucy le había enseñado que debia hacer durante esas reuniones, se disculpó y levantó de su silla. Insistió en que debía hacer una llamada pero que volvería lo mas pronto posible.

-Definitivamente quiero saber el final de la historia - Dijo sonriendo ampliamente - No puede dejar de contarmelo
-No tardes chico o te perderás la mejor parte - Dijo Jack. Steven empezó a alejarse de la mesa - Y estaba yo, con tres irlandeses compitiendo con cerveza... -alcanzó a oír decir a Jack entre risas

     Al llegar al salón principal introdujo la mano dentro de un bolsillo interno de su traje y extrajo su teléfono celular, marcó el número de Amy y pensó que diría cuando respondiera. No logró que se le ocurriera algo coherente y dudo si debía llamarla, algo le decía que si, pero no sabía para que. En ese instante cruzó delante de él la recepcionista, la siguió con la mirada y buscó el nombre en la identificacion que llevaba a la izquierda de su pecho pero solo alcanzo a distinguir la terminación "iel". Sin pensar mucho más en el que diría presiono el botón de llamada. Rogó por un instante que ella no respondiera, eso le daría algo de ventaja. No lo hizo. Tras varios repiques, la linea lo transfirió al buzón.

-No seas cobarde Am, sé que no contestarías aunque te llamase mil veces porque temes lo que diré. Sabes también que a ti no puedo mentirte, no sé que decir, pero sé que quiero hablar contigo y expresar todo cuanto siento, sé que no es fácil para ti, tampoco lo es para mi - respiró profundo - Te quiero Am. No temas. Estaremos bien.

     Se sintió satisfecho con el discurso y corto la llamada. Observó durante un momento la estancia, a pesar de que habían cómodos sillones, él permanecía de pie. Era una espacio concurrido pero nadie hacía mucho caso a nadie.

-Ya veo - dijo una voz a su espalda - Si no te reportas cada tanto con tu novia, tienes problemas
-Eso es una forma tonta de averiguar si tengo novia - replicó mientras guardaba el teléfono celular. Ella soltó una carcajada
-Touchè - dijo Ruby - Aún me debato si eres un acosador, mi destino o una mera casualidad que insiste en repetirse - dijo colocándose a su lado
-Yo tampoco lo sé - dijo él volteando a verla - Pero me engañaste, dijiste que solo venias por las festividades
-Y así es. No tengo la culpa de que a papá le guste este lugar. ¿Que hay de bueno por aquí que me motive a quedarme?
-La vendedora es mamá, sin embargo podría contarte que si te quedas podremos descubrir si soy destino o casualidad. Sino tendré que ir hasta New York para acosarte - dijo Steven antes de sonreír ampliamente

     Empezaron a caminar mientras conversaban, Steven le mostró los espacios del club, sus beneficios y los ratos agradables que se podían disfrutar allí, le contó sobre los espacios abiertos y disponibles para deportes, también que si salían en ese instante y sin un abrigo no tardarían en congelarse. Se detuvieron a la entrada del casino del club.

-¿Cuando regresas a New York? - pregunto Steven.
-En Enero. ¿Por qué?
-Quiero saber cuanto tiempo me queda para convencerte de quedarte

     Ella se limitó a sonreír

-Deberías besarla - Dijo una anciana con un pequeño cubo repleto de monedas para las maquinas tragaperras
-No es mi novia - aclaró - Aún... -Añadió en un tono de voz mas bajo para que la anciana no lo oyera pero Ruby pudiese escucharlo, y pareció hacerlo porque sonrió al mirar hacia arriba
-No niño, besala ya - insistió la anciana
-Mira - dijo Ruby señalando hacia arriba

     Steven alzó la mirada y se topo con un pequeño ramo de un arbusto que por un momento no distinguió, pero que luego reconoció como muérdago.

-Quizás deberías hacerlo - dijo Ruby mirándolo - Claro, solo si quieres

    Steven la miró a los ojos y no pudo evitar sentirse intimidado por aquellos ojos oscuros pero intensos. Por primera vez vio un destello de inocencia en ellos y quiso aprovecharlo. Coloco su mano en su cuello, retiro su cabello con la otra y se acerco lentamente hacia sus labios, observó como ella cerraba los ojos muy despacio y la beso, disfrutando cada movimiento de aquellos labios carmesí

     Un estruendo abrumador de aplausos interrumpió el primer beso de quienes, hacía unas cuantas horas eran desconocidos y ahora estaban allí, tan cerca uno del otro que nadie dudaría que estuviesen prometidos en matrimonio uno para el otro. Se alejaron, ruborizaron, tomaron de la mano y emprendieron el regreso al salón donde esperaban los padres de ambos. Justo antes de entrar ella lo tomó del brazo y lo alejo de la entrada.

-Espera - dijo Ruby y empezó a limpiar el lápiz labial de los labios de Steven - No querrás que papá vea eso, a veces es...
-¿Tan celoso como quien sabe la hermosura de su hija? - se adelantó Steven
-Gracias por el halago, pero creo que ambos exageran un poco... ¡Listo! Vamos. - emprendieron la marcha de nuevo pero ya no tomados de la mano - Por cierto, te veré esta noche en la fiesta
-¿Me contaras allí que tienes novio? - Dijo él
-¿Y tu a mi de tu novia?

     Ambos sonrieron

-... y entonces él cayó y cuando quise celebrar yo también me desmayé - Contaba Jack y todos estallaron en una carcajada sonora

     Steven había regresado a la mesa, pero no estaba allí, seguía al teléfono, juntó a Ruby, bajo el muérdago, en los ojos color esmeralda de Amy, en su cama, en su boca, en la de Ruby... Iba a perder la escasa cordura que había adquirido con los años.

 

Continuara...

domingo, 10 de enero de 2016

Historia de navidad

    Nunca entendí el por qué los cuentos de hadas empiezan siempre con un "Erase un vez...", en serio, ni siquiera de niño lo comprendía, pero que más da, ustedes no están aquí para que les cuente mis deducciones ilógicas de cuando niño, quieren leer una historia, y es lo que voy a contarles, sin embargo, no empezaré con un erase una vez, para empezar porque ni siquiera es un cuento de hadas.

    El mundo podría llamarlo amor, pero él lo llamaba de una manera distinta. A todos quería dibujarse como el chico impredecible que llevaba la contraria al destino y hacía cosas extrañas, el que entraba a una cafetería distinta cada mañana, a veces café, a veces té, a veces chocolate, de vez en cuando un libro y otra el diario, cada tanto solo, uno que otro día con compañía o simplemente con ánimos de conocer a alguien nuevo ese día; si, ese era él, queriendo ser así como los protagonistas de series de tv, seguros y comunicativos, pero no, la verdad es que solo era un chico de mediana estatura, cabello liso, castaño oscuro, blanco como la leche y de ojos azules, suele usar jeans, playeras y siempre con una mochila en la que no puede faltar una novela; 22 años, estudiante de Administración, bastante predecible y tímido, por eso se enfocaba tanto en los escasos conocimientos que tenia de los reality show's de moda y los mezclaba con su más profunda sabiduría sobre narrativas de novelas de misterio, comedia y acción. En más de una ocasión se perdió en la realidad del texto y olvido la suya propia, pero eso poco importa a nuestro relato. 

    Aquella mañana auguraba ser distinta, aunque todo se veía normal, como muchas tantas otras, había nubes cubriendo el cielo de la fría ciudad donde habitaba, la nevada de la noche anterior, junto con el particular frío de la época decembrina, lo obligaron a estrujarse dentro de su abrigo cuando salió de casa, todo se veía como de costumbre, los coches aparcados donde siempre, cubiertos por la misma gruesa capa de nieve igual que el año anterior, escucho reñir a la vecina de al lado con su hijo ya que este se negaba a tomar sus medicinas, tal como el día anterior, paso un coche vinotinto del último modelo justo a tiempo para que el le sonriera y se imaginase a si mismo conduciendo con una de esas chicas sensuales de portada de Sports Ilustrated hacia las playas de Florida derrochando un poco de dinero en gustos para sí mismo; como dije, todo tal como debía estar, sin embargo, había algo en el aire de aquella pequeña ciudad cuyo nombre no importa, que presagiaba un cambio explosivo. ¿Sabes ese momento cuando en las películas ves caer la bomba desde un avión color verde aceituna y mientras en slow motion esta se aproxima a gran velocidad al suelo, todos están a la expectativa de lo que va a ocurrir? Bien, así se encontraba Steven al salir de casa.

-¡Adiós mamá! Te veo para el almuerzo. - Gritó desde la puerta
-¡Temprano Steve! ¡Te necesito aqui temprano! - Recordó Lucy
-¡Si, si aquí estaré! Aff... no entiendo porque tanto escándalo. - agregó en voz 
baja

    Lucy era una mujer dominante, de carácter fuerte, sin embargo desde que Steven había cumplido los 18 y amenazado con enlistarse en el ejercito, ella se había vuelto un poco más flexible ya que temía que por sus presiones, este cumpliera su advertencia y pusiera su vida en riesgo. Steven nunca fue de esos patriotas que dan su vida por el país, sin embargo se interesaba por lo que sucedía en él, y aunque prefería actuar de otra manera, si el ejercito hubiese sido la única salida de lo que él consideraba dictadura por parte de su madre, lo habría hecho, aunque agradeció el cambio en su comportamiento, ya que prefería no tener que hacerlo.

    Amy, la mejor amiga de Steven, vivia a solo dos manzanas y aunque se conocían desde niños, ella aún no comprendía su necio empeño en caminar, si bien podía utilizar el auto de su madre o ir en bici a cualquier parte de la ciudad, por eso cuando desde la ventana de su habitación lo vio cruzar frente a su casa no pudo contener el impulso de gritarle

-¡Tonto!
-¡Me gusta el frío! - Replicó
-Siempre dices eso
-Y tu siempre te asomas a la ventana con poca ropa

     Al decir esto no pudo evitar recordar una vez que le grito desde esa misma ventana, en invierno y solo vistiendo un brasier. Amy solía ser bastante impulsiva, esto la llevo a meterse en problemas en más de una vez, una de las cuales Steven termino con la nariz rota por intentar defenderla

-Ya me dio frío. No se como lo soportas - Dijo Amy
-Jaja lo sé. Entra y vístete o te enfermaras y arruinaras los planes de esta noche
-En serio, consigue una novia, no puedo seguir siendo tu acompañante en cada fiesta, también tengo una vida.
-Si consigues un tipo que soporte tus locuras y logras que se haga tu novio, dejare de invitarte por lastima jaja
-¡Idiota! ¿A dónde vas?... Rápido que me congelo
-Por algo de tomar, café, cerveza, vodka, o lo que sea. Sé que no vendrás por eso no te invito.
-Será chocolate y ambos lo sabemos - Amy conocía a Steven mejor que nadie - Paso por tu casa luego. Y adiós que ya no aguanto.
-¡Tonta! - Steven rió.

    Siguió su camino sonriendo mientras pensaba que no pudo encontrar a una mejor amiga, aunque no recordaba como se conocieron y sabía que ella si lo hacía, pero sabía también que si lo confesaba ante Amy esta se indignaría y lo haría pagar de alguna manera no muy sutil. Durante la caminata llegó a la conclusión de que no entendía el porque Amy no tenia novio, si bien hacía un tiempo que salió con un tipo llamado Charlie nunca llegaron a considerarse algo serio, sin embargo Amy era una chica hermosa, tan blanca como la nieve a sus pies, o mejor dicho, como él mismo, de mediana estatura, ligeramente mas baja que el, larga cabellera rubia y unos impactantes ojos verdes, y aunque su rostro de bellas lineas deslumbraba a cualquiera, también podía presumir de su cuerpo, pero no lo hacía, no era de esas.

    Inmerso en sus pensamientos, sin notarlo llegó hasta la puerta de una cafetería que solía frecuentar, consideró entrar y recordó un nuevo local que recién se había inaugurado por el área, y aunque el frío ya empezaba a hacerle temblar las piernas, decidió caminar una manzana más. Emprendió la marcha cuando una chica que giraba en su posición tropezó con él.

-¡Eh cuidado! - Anunció a la muchacha
-¡Oh lo si...! Lo siento mucho, olvide algo en la cafetería y debía volver, no te vi. Lo siento mucho. - Intentó excusarse ella

   Era una chica de delgada figura, bronceada, bello rostro de delicados rasgos y unos inmensos ojos café tan penetrantes que a cualquiera hubiesen paralizado, sin embargo Steven, poco observador, ni siquiera se fijo en ellos, ni en la belleza de la muchacha.

-Si, si, tranquila, al menos no me derramaste el café encima - Respondió él
-Es chocolate - Aclaró ella sonriendo
-Si bueno, da igual.
-¡Que grosero! - Le acusó - Solo quería disculparme - Y así retomo el camino de regreso a la cafetería

-¡Que tonto! - Escucho decir a un adolescente de uno 15 años al pasar junto a él mientra reía

    Steven se limitó a mirar al chico, con desprecio, como si no le importara su opinión, aunque internamente se preguntó porque lo habría dicho. Retomo la marcha considerando que en la pasada media hora le habían llamado tonto dos veces, Amy y el chico. Entró en la cafetería con paso decidido y se acerco al mostrador.

-Bienvenido, ¿puedo tomar su orden? - Dijo amablemente la chica del mostrador
-Si claro, quiero un Mokaccino por favor
-Un Moka salie...
-No, disculpa. Mejor un chocolate caliente y dos galletas - Dijo señalando una bandeja con galletas con chispas de chocolate
-Perfecto, Chocolate y dos galletas - Dijo la chica sonriendo - ¿Algo más?
-Si... Feliz Navidad. - Dijo con una sonrisa en los labios
-¡Gracias! Feliz navidad para ti también - Dijo la chica algo sorprendida 

    Luego de pagar por su bebida y tomar asiento, recordó a la jóven del incidente, ella también llevaba un chocolate, de pronto se sintió mal por la respuesta que le dió, ella solo quiso ser amable. Sin embargo no le prestó mucha atención a este pensamiento y se dispuso a buscar el libro de turno en su mochila justo cuando su teléfono celular empezó a timbrar. Sin siquiera verificar el identificador de llamada contestó y dijo:

-Si, enseguida voy, a penas son las 9am, estaré allí antes de medio día - Supuso que era su madre para recordarle el compromiso
-¿Y que rayos harás tu a medio día y con permiso de quien? - La voz de Amy sonó con una seguridad impresionante en la linea
-Ah eres tu, creí que era mi madre. - Explicó Steven - ¿Desde cuándo me haces escenas de celos?
-Oye las mujeres también necesitamos desahogarnos, hace mucho que no me comporto como novia, con alguien debo hacerlo. - Rió sonoramente. También Steven. 
-Estas loca, ¿Lo sabías?
-Hablo la voz de la cordura - Bromeó Amy - ¿Donde estas? 
-No me digas que vendrás porque sé que es mentira
-No te dije que iré, pregunté donde estas idiota.
-¿Ves porque no tienes novio? Si los tratas así nadie te soportará
-Eso no te importa, no tengo porque no quiero. La mayoría de los hombres son unos imbéciles
-¡Hey! Yo soy hombre
-¿Y a parte eres sordo? Dije la mayoría, no todos
-Jaja Ok, ok te acepto las disculpas. Estoy en New Line
-¿El sitio ese del que todos hablan?
-Si, supongo que si
-Demasiado cambio para un día, siempre vas al mismo sitio
-Claro que no, tu no me conoces
-Si fuiste a un lugar nuevo, eso indica que fue chocolate con tres galletas de mantequilla y el libro que aun no terminas
-Te equivocas - Afirmó justo cuando iba a tomar el libro
-Es decir que no tenían galletas de mantequilla y pediste dos con chispas de chocolate
-Claro que no, ¿Que quieres Amy? - Le costaba admitirle a Amy que estaba en lo correcto, era un juego entre ellos
-Jajaja sé que tengo razón, necesito un favor. ¿De regreso puedes pasar por mi casa? Hay algo que debo decirte antes de lo de esta noche.
-Si claro pero, ¿qué sucede? Suena serio - Empezaba a inquietarse, Amy no usaba un tono serio por nada - ¿Necesitas que vaya ahora?
-No es necesario, solo detente aquí un segundo cuando vuelvas a casa.
-Esta bien. - Se limitó a decir, sabía que no le sacaría una respuesta por teléfono
-Te quiero - Dijo ella con ternura
-Y yo a ti - Respondió él

    Esto ultimo lo hizo sentir más preocupado, Amy solía ser muy dulce, mas sin embargo en días como este, 24 de Diciembre, con una fiesta aproximándose, su hermano menor probablemente enloqueciendo a la familia por esperar a Santa y ella con estrés al máximo por querer estar perfecta para la noche y con todos los preparativos, probablemente estaría derrochando energía y se guardaría los cariños para cuando pudiese relajarse. Mientras tomaba su bebida considero las posibilidades, ¿Qué pudo suceder, que hiciera cambiar a Amy de actitud? Quizás no podría ir con él a la fiesta de esa noche en casa de Jerry, alguien mas la habría invitado y seguro prefería ir con esa persona. Si, era eso, no había de que preocuparse. Sin embargo ese pensamiento no lo tranquilizó, así que terminó su bebida y se dispuso salir en dirección a su casa.

    Al salir de la cafetería casi tropieza con una mujer que caminaba de frente a él.

-¡Oh! Lo sien... - Se sorprendió al ver quien era, la chica del chocolate
-¿En serio? ¿Tu de nuevo?
-Mira, lo siento mucho, primero por mi actitud de antes, sé que fui grosero y quiero disculparme, y ademas por tropezar contigo... dos veces - Esto lo hizo sentir mejor, y también cambio la expresión en el rostro de la chica
-¿Y me seguiste solo para eso? - Dijo
-No, yo... - Esta vez si noto la intensidad en su mirada
-No eres un pervertido o algo por estilo, ¿Verdad? - dijo ella simulando curiosidad 
-No, yo... Solo... - Quedó mudo aún admirando a la chica, quien sonrió 
-Era broma, pero es curioso que nos topemos dos veces el mismo día. - Steven le devolvió la sonrisa.
-Si, en eso tienes razón. - Dijo tratando de recuperar la serenidad - Sobretodo porque nunca te había visto por aquí.
-Es porque solo vine por las festividades
-¡Oh! Ya veo. ¿Por tu novio?
-Esa es una forma ridícula de interrogar a una chica para saber si tiene novio, ¿No crees?
-Yo no... - No logro excusarse, así que se limito a reir, igual ella
-No te preocupes, no te juzgaré por eso. Pero tendrás que buscar otra manera de conocerme
-Esta bien - Dijo sonriendo - Esta noche habrá una fiesta en la casa de un amigo, en aquella torre, en el pent house - Dijo señalando un edificio de apartamentos. -¿Gustas venir?
-¿Ves? esa es una mejor manera - Dijo ella con gracia - Quizás vaya
-Esta bien, debo irme. Te veo allá
-Quizás - Dijo ella con énfasis - Todavía me debato si eres o no un psicópata. - Se echó a reír, Steven igual.
-No lo soy, te estaré esperando.

    Se dedicaron una última sonrisa y se dieron vuelta para retomar sus caminos. Pero no podía dejar la oportunidad de decirle:

-Soy Steven por cierto - Tuvo que alzar la voz un poco por la distancia que ya los separaba
-Ruby - Dijo ella casi sin volver el rostro
-Es un verdadero placer Ruby - Dijo más para si mismo que para ella que ya no podía escucharlo

    Satisfecho por haber invitado a esa tan bella joven a la fiesta, siguió su camino a casa de Amy, y al pensar en ella, retornó la preocupación. Amy había sido su amiga desde siempre, incluso le contó cuando perdió la virginidad con aquel imbécil que un mes después la dejó por salir con otra chica. A causa de esto casi terminaban en la jefatura de policía por destrozarle el carro que estaba aparcado fuera de la casa de una muchacha un grado menor que ellos. Él la convenció de que merecía el castigo por lo que le hizo y aunque la policía no los atrapó, Lucy si, lo que le costo a él su teléfono celular y 2 meses de castigo, y a ella 3 meses sin tv, Internet, ni fiestas. Sin embargo, tras 16 años de amistad, aún era indescifrable cuando quería serlo.

    Tras caminar 15 minutos llego a casa de Amy, tocó el timbre y Miriam, la madre de Amy, abrió la puerta. Era una mujer que bien podría representar el papel de un ama de casa setentera, y aunque su rostro no indicaba su edad en realidad, se veía mucho mayor que Lucy, con quien no se llevaba muy bien, pero de igual manera admiraba la amistad que existía entre Steven y Amy e incluso los alentaba a hacer cosas juntos.

-Hola Steve ¿como estas? - Le saludó Miriam abrazándolo y besándolo en la mejilla
-Bien Sra Miriam, ¿Esta Amy? Me pidió que pasara por aquí - Explicó
-Sabes que no necesitas invitación para ser bienvenido - Le dijo sonriente, el le correspondió el gesto
-Gracias
-Amy tu novio esta aquí - Grito Miriam en dirección a las escaleras. Siempre les bromeaba con eso.

    Steven sonrojado no pudo mas que agachar la cabeza ante la broma de Miriam, que aunque era costumbre no dejaba de apenarlo cada vez que la hacía.

-Que suba - Grito Amy desde su habitacion
-Ya la oiste - Dijo Miriam volviéndose de nuevo hacia Steven
-Gracias - Dijo Steven

    El cuarto de Amy estaba en la planta alta de la casa, era la típica alcoba de adolescente aunque ya Amy tenia 21 años, adornada con afiches de ánime y chicos de bandas o actores de películas. Steven se sentía cómodo en el cuarto de Amy, era como una extensión del suyo propio, aunque mas femenino por supuesto, pero ese día en particular estaba más preocupado que cualquier otra cosa.

    Al entrar a la habitación Amy todavía vestía el pantalón de su pijama, sin embargo llevaba una playera con cuello en V que dejaba ver sus notables pechos a través del escote. Tras cerrar la puerta como siempre, él se sentó en la cama que estaba colocada a un lado de la habitación y la vio caminar. Se movía con gran rapidez, lo que ocasionaba que la cola de caballo que llevaba se moviera de un lado a otro de su cabeza, y parecía que organizaba mientras buscaba algo entre sus cosas. Steven notó que debía decirle algo que le preocupaba que él aceptara, lo sabía porque llevaba la cola de caballo que a él tanto le gustaba y la blusa era ceñida, lo cual marcaba sus atributos, entre ellos su cintura, cosa que ella provocaba cuando buscaba convencer a alguien. Espero pacientemente hasta que ella se giró hacia él y se quedó mirándole fijamente. Steven que ya estaba seguro de su teoría dijo:

-Entonces... ¿Por quién me vas a abandonar esta noche?
-¿Qué? No... Yo... ¿De qué rayos hablas?
-Ya lo sé, imagino que es eso lo que me tienes que decir. Alguien más te invito a la fiesta de Jerry
-No, no, te equivocas - Dijo ella desviando la mirada - Espera, quiero darte tu regalo de navidad
-¡Hey! ¡No! Yo no traigo el tuyo
-No importa, es un simple detalle y ya

    Debía ser más que importante lo que Amy tenia que decir, parecía estar suavizando la situación. Amy se arrodilló frente a él y le ofreció una pequeña caja envuelta en papel rojo brillante.

-Toma, ábrelo

    Él, intento abrirlo con delicadeza hasta que ella se lo arrebató de las manos

-Así no se abre un regalo. Un regalo se abre así, ¿tengo que enseñarte todo? - Le dijo rasgando el papel
-Tu me conoces mejor que nadie, por eso todo lo que me regalas es importante, quería guardar el envoltorio, pero ya que. -Dijo el tomando nuevamente la caja
-Aff... no me facilitas el trabajo cuando dices cosas así

    Abrió la caja y vio su contenido, era una cadena de plata, tenia una medalla, era una cruz notablemente mas gruesa que la cadena.

-Lee lo que dice detrás

    Tenia un grabado que decía: "Juntos por siempre. Amigos sobre todo"

-Es hermosa, la usare desde esta noche... ¡Gracias! - Dijo abrazándola
-Eso no es lo único
-Cierto, hay algo que me querías decir... ¿Que era? Me tienes preocupado
-Es que... -Dijo ella bajando la cabeza
-Es un chico, ¿cierto?
-Si, pero no como piensas.
-¿Iras con él a la fiesta? ¿Es eso? Sabes que lo entenderé de ser así - Dijo encogiendose de hombros para restarle importancia al asunto
-No, no. Sabes que no te haría eso y por eso lo dices. No es eso.
-¿Entonces?
-Es que no quería verlo como lo hago, me gusta mucho... y ahora necesito tu consejo
-Hace mucho no te veía así Am... -Sus ojos verdes brillaban mas de lo normal - ¿Es soltero?
-Si

    Con ambas manos tomo su rostro, levanto su cara, vió lo ruborizada que estaba, tanto que sus labios parecían cubiertos por lápiz labial aunque evidentemente no lo estaban, la miró directamente a los ojos y le dijo:

-Tu no necesitas nada de mi, eres una chica bella, inteligente y segura de ti misma, vé por ese tonto y plántale un beso, sino ve el tesoro que le estas dando, no te merece y entonces tendré que hacerme cargo de él.
-¿Tu crees? - Preguntó ella con actitud infantil incorporándose y acercándose más a su altura
-Por supuesto que si. ¿Quién es el pobre idiota que no sabe en que se metió?

    Ella sonrió ampliamente, lo tomo por el rostro tal como lo había hecho él unos segundos antes y plantó en sus labios un beso apasionado que tomo por sorpresa a Steven, que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar.


Continuara....