Buscar en este blog

domingo, 10 de enero de 2016

Historia de navidad

    Nunca entendí el por qué los cuentos de hadas empiezan siempre con un "Erase un vez...", en serio, ni siquiera de niño lo comprendía, pero que más da, ustedes no están aquí para que les cuente mis deducciones ilógicas de cuando niño, quieren leer una historia, y es lo que voy a contarles, sin embargo, no empezaré con un erase una vez, para empezar porque ni siquiera es un cuento de hadas.

    El mundo podría llamarlo amor, pero él lo llamaba de una manera distinta. A todos quería dibujarse como el chico impredecible que llevaba la contraria al destino y hacía cosas extrañas, el que entraba a una cafetería distinta cada mañana, a veces café, a veces té, a veces chocolate, de vez en cuando un libro y otra el diario, cada tanto solo, uno que otro día con compañía o simplemente con ánimos de conocer a alguien nuevo ese día; si, ese era él, queriendo ser así como los protagonistas de series de tv, seguros y comunicativos, pero no, la verdad es que solo era un chico de mediana estatura, cabello liso, castaño oscuro, blanco como la leche y de ojos azules, suele usar jeans, playeras y siempre con una mochila en la que no puede faltar una novela; 22 años, estudiante de Administración, bastante predecible y tímido, por eso se enfocaba tanto en los escasos conocimientos que tenia de los reality show's de moda y los mezclaba con su más profunda sabiduría sobre narrativas de novelas de misterio, comedia y acción. En más de una ocasión se perdió en la realidad del texto y olvido la suya propia, pero eso poco importa a nuestro relato. 

    Aquella mañana auguraba ser distinta, aunque todo se veía normal, como muchas tantas otras, había nubes cubriendo el cielo de la fría ciudad donde habitaba, la nevada de la noche anterior, junto con el particular frío de la época decembrina, lo obligaron a estrujarse dentro de su abrigo cuando salió de casa, todo se veía como de costumbre, los coches aparcados donde siempre, cubiertos por la misma gruesa capa de nieve igual que el año anterior, escucho reñir a la vecina de al lado con su hijo ya que este se negaba a tomar sus medicinas, tal como el día anterior, paso un coche vinotinto del último modelo justo a tiempo para que el le sonriera y se imaginase a si mismo conduciendo con una de esas chicas sensuales de portada de Sports Ilustrated hacia las playas de Florida derrochando un poco de dinero en gustos para sí mismo; como dije, todo tal como debía estar, sin embargo, había algo en el aire de aquella pequeña ciudad cuyo nombre no importa, que presagiaba un cambio explosivo. ¿Sabes ese momento cuando en las películas ves caer la bomba desde un avión color verde aceituna y mientras en slow motion esta se aproxima a gran velocidad al suelo, todos están a la expectativa de lo que va a ocurrir? Bien, así se encontraba Steven al salir de casa.

-¡Adiós mamá! Te veo para el almuerzo. - Gritó desde la puerta
-¡Temprano Steve! ¡Te necesito aqui temprano! - Recordó Lucy
-¡Si, si aquí estaré! Aff... no entiendo porque tanto escándalo. - agregó en voz 
baja

    Lucy era una mujer dominante, de carácter fuerte, sin embargo desde que Steven había cumplido los 18 y amenazado con enlistarse en el ejercito, ella se había vuelto un poco más flexible ya que temía que por sus presiones, este cumpliera su advertencia y pusiera su vida en riesgo. Steven nunca fue de esos patriotas que dan su vida por el país, sin embargo se interesaba por lo que sucedía en él, y aunque prefería actuar de otra manera, si el ejercito hubiese sido la única salida de lo que él consideraba dictadura por parte de su madre, lo habría hecho, aunque agradeció el cambio en su comportamiento, ya que prefería no tener que hacerlo.

    Amy, la mejor amiga de Steven, vivia a solo dos manzanas y aunque se conocían desde niños, ella aún no comprendía su necio empeño en caminar, si bien podía utilizar el auto de su madre o ir en bici a cualquier parte de la ciudad, por eso cuando desde la ventana de su habitación lo vio cruzar frente a su casa no pudo contener el impulso de gritarle

-¡Tonto!
-¡Me gusta el frío! - Replicó
-Siempre dices eso
-Y tu siempre te asomas a la ventana con poca ropa

     Al decir esto no pudo evitar recordar una vez que le grito desde esa misma ventana, en invierno y solo vistiendo un brasier. Amy solía ser bastante impulsiva, esto la llevo a meterse en problemas en más de una vez, una de las cuales Steven termino con la nariz rota por intentar defenderla

-Ya me dio frío. No se como lo soportas - Dijo Amy
-Jaja lo sé. Entra y vístete o te enfermaras y arruinaras los planes de esta noche
-En serio, consigue una novia, no puedo seguir siendo tu acompañante en cada fiesta, también tengo una vida.
-Si consigues un tipo que soporte tus locuras y logras que se haga tu novio, dejare de invitarte por lastima jaja
-¡Idiota! ¿A dónde vas?... Rápido que me congelo
-Por algo de tomar, café, cerveza, vodka, o lo que sea. Sé que no vendrás por eso no te invito.
-Será chocolate y ambos lo sabemos - Amy conocía a Steven mejor que nadie - Paso por tu casa luego. Y adiós que ya no aguanto.
-¡Tonta! - Steven rió.

    Siguió su camino sonriendo mientras pensaba que no pudo encontrar a una mejor amiga, aunque no recordaba como se conocieron y sabía que ella si lo hacía, pero sabía también que si lo confesaba ante Amy esta se indignaría y lo haría pagar de alguna manera no muy sutil. Durante la caminata llegó a la conclusión de que no entendía el porque Amy no tenia novio, si bien hacía un tiempo que salió con un tipo llamado Charlie nunca llegaron a considerarse algo serio, sin embargo Amy era una chica hermosa, tan blanca como la nieve a sus pies, o mejor dicho, como él mismo, de mediana estatura, ligeramente mas baja que el, larga cabellera rubia y unos impactantes ojos verdes, y aunque su rostro de bellas lineas deslumbraba a cualquiera, también podía presumir de su cuerpo, pero no lo hacía, no era de esas.

    Inmerso en sus pensamientos, sin notarlo llegó hasta la puerta de una cafetería que solía frecuentar, consideró entrar y recordó un nuevo local que recién se había inaugurado por el área, y aunque el frío ya empezaba a hacerle temblar las piernas, decidió caminar una manzana más. Emprendió la marcha cuando una chica que giraba en su posición tropezó con él.

-¡Eh cuidado! - Anunció a la muchacha
-¡Oh lo si...! Lo siento mucho, olvide algo en la cafetería y debía volver, no te vi. Lo siento mucho. - Intentó excusarse ella

   Era una chica de delgada figura, bronceada, bello rostro de delicados rasgos y unos inmensos ojos café tan penetrantes que a cualquiera hubiesen paralizado, sin embargo Steven, poco observador, ni siquiera se fijo en ellos, ni en la belleza de la muchacha.

-Si, si, tranquila, al menos no me derramaste el café encima - Respondió él
-Es chocolate - Aclaró ella sonriendo
-Si bueno, da igual.
-¡Que grosero! - Le acusó - Solo quería disculparme - Y así retomo el camino de regreso a la cafetería

-¡Que tonto! - Escucho decir a un adolescente de uno 15 años al pasar junto a él mientra reía

    Steven se limitó a mirar al chico, con desprecio, como si no le importara su opinión, aunque internamente se preguntó porque lo habría dicho. Retomo la marcha considerando que en la pasada media hora le habían llamado tonto dos veces, Amy y el chico. Entró en la cafetería con paso decidido y se acerco al mostrador.

-Bienvenido, ¿puedo tomar su orden? - Dijo amablemente la chica del mostrador
-Si claro, quiero un Mokaccino por favor
-Un Moka salie...
-No, disculpa. Mejor un chocolate caliente y dos galletas - Dijo señalando una bandeja con galletas con chispas de chocolate
-Perfecto, Chocolate y dos galletas - Dijo la chica sonriendo - ¿Algo más?
-Si... Feliz Navidad. - Dijo con una sonrisa en los labios
-¡Gracias! Feliz navidad para ti también - Dijo la chica algo sorprendida 

    Luego de pagar por su bebida y tomar asiento, recordó a la jóven del incidente, ella también llevaba un chocolate, de pronto se sintió mal por la respuesta que le dió, ella solo quiso ser amable. Sin embargo no le prestó mucha atención a este pensamiento y se dispuso a buscar el libro de turno en su mochila justo cuando su teléfono celular empezó a timbrar. Sin siquiera verificar el identificador de llamada contestó y dijo:

-Si, enseguida voy, a penas son las 9am, estaré allí antes de medio día - Supuso que era su madre para recordarle el compromiso
-¿Y que rayos harás tu a medio día y con permiso de quien? - La voz de Amy sonó con una seguridad impresionante en la linea
-Ah eres tu, creí que era mi madre. - Explicó Steven - ¿Desde cuándo me haces escenas de celos?
-Oye las mujeres también necesitamos desahogarnos, hace mucho que no me comporto como novia, con alguien debo hacerlo. - Rió sonoramente. También Steven. 
-Estas loca, ¿Lo sabías?
-Hablo la voz de la cordura - Bromeó Amy - ¿Donde estas? 
-No me digas que vendrás porque sé que es mentira
-No te dije que iré, pregunté donde estas idiota.
-¿Ves porque no tienes novio? Si los tratas así nadie te soportará
-Eso no te importa, no tengo porque no quiero. La mayoría de los hombres son unos imbéciles
-¡Hey! Yo soy hombre
-¿Y a parte eres sordo? Dije la mayoría, no todos
-Jaja Ok, ok te acepto las disculpas. Estoy en New Line
-¿El sitio ese del que todos hablan?
-Si, supongo que si
-Demasiado cambio para un día, siempre vas al mismo sitio
-Claro que no, tu no me conoces
-Si fuiste a un lugar nuevo, eso indica que fue chocolate con tres galletas de mantequilla y el libro que aun no terminas
-Te equivocas - Afirmó justo cuando iba a tomar el libro
-Es decir que no tenían galletas de mantequilla y pediste dos con chispas de chocolate
-Claro que no, ¿Que quieres Amy? - Le costaba admitirle a Amy que estaba en lo correcto, era un juego entre ellos
-Jajaja sé que tengo razón, necesito un favor. ¿De regreso puedes pasar por mi casa? Hay algo que debo decirte antes de lo de esta noche.
-Si claro pero, ¿qué sucede? Suena serio - Empezaba a inquietarse, Amy no usaba un tono serio por nada - ¿Necesitas que vaya ahora?
-No es necesario, solo detente aquí un segundo cuando vuelvas a casa.
-Esta bien. - Se limitó a decir, sabía que no le sacaría una respuesta por teléfono
-Te quiero - Dijo ella con ternura
-Y yo a ti - Respondió él

    Esto ultimo lo hizo sentir más preocupado, Amy solía ser muy dulce, mas sin embargo en días como este, 24 de Diciembre, con una fiesta aproximándose, su hermano menor probablemente enloqueciendo a la familia por esperar a Santa y ella con estrés al máximo por querer estar perfecta para la noche y con todos los preparativos, probablemente estaría derrochando energía y se guardaría los cariños para cuando pudiese relajarse. Mientras tomaba su bebida considero las posibilidades, ¿Qué pudo suceder, que hiciera cambiar a Amy de actitud? Quizás no podría ir con él a la fiesta de esa noche en casa de Jerry, alguien mas la habría invitado y seguro prefería ir con esa persona. Si, era eso, no había de que preocuparse. Sin embargo ese pensamiento no lo tranquilizó, así que terminó su bebida y se dispuso salir en dirección a su casa.

    Al salir de la cafetería casi tropieza con una mujer que caminaba de frente a él.

-¡Oh! Lo sien... - Se sorprendió al ver quien era, la chica del chocolate
-¿En serio? ¿Tu de nuevo?
-Mira, lo siento mucho, primero por mi actitud de antes, sé que fui grosero y quiero disculparme, y ademas por tropezar contigo... dos veces - Esto lo hizo sentir mejor, y también cambio la expresión en el rostro de la chica
-¿Y me seguiste solo para eso? - Dijo
-No, yo... - Esta vez si noto la intensidad en su mirada
-No eres un pervertido o algo por estilo, ¿Verdad? - dijo ella simulando curiosidad 
-No, yo... Solo... - Quedó mudo aún admirando a la chica, quien sonrió 
-Era broma, pero es curioso que nos topemos dos veces el mismo día. - Steven le devolvió la sonrisa.
-Si, en eso tienes razón. - Dijo tratando de recuperar la serenidad - Sobretodo porque nunca te había visto por aquí.
-Es porque solo vine por las festividades
-¡Oh! Ya veo. ¿Por tu novio?
-Esa es una forma ridícula de interrogar a una chica para saber si tiene novio, ¿No crees?
-Yo no... - No logro excusarse, así que se limito a reir, igual ella
-No te preocupes, no te juzgaré por eso. Pero tendrás que buscar otra manera de conocerme
-Esta bien - Dijo sonriendo - Esta noche habrá una fiesta en la casa de un amigo, en aquella torre, en el pent house - Dijo señalando un edificio de apartamentos. -¿Gustas venir?
-¿Ves? esa es una mejor manera - Dijo ella con gracia - Quizás vaya
-Esta bien, debo irme. Te veo allá
-Quizás - Dijo ella con énfasis - Todavía me debato si eres o no un psicópata. - Se echó a reír, Steven igual.
-No lo soy, te estaré esperando.

    Se dedicaron una última sonrisa y se dieron vuelta para retomar sus caminos. Pero no podía dejar la oportunidad de decirle:

-Soy Steven por cierto - Tuvo que alzar la voz un poco por la distancia que ya los separaba
-Ruby - Dijo ella casi sin volver el rostro
-Es un verdadero placer Ruby - Dijo más para si mismo que para ella que ya no podía escucharlo

    Satisfecho por haber invitado a esa tan bella joven a la fiesta, siguió su camino a casa de Amy, y al pensar en ella, retornó la preocupación. Amy había sido su amiga desde siempre, incluso le contó cuando perdió la virginidad con aquel imbécil que un mes después la dejó por salir con otra chica. A causa de esto casi terminaban en la jefatura de policía por destrozarle el carro que estaba aparcado fuera de la casa de una muchacha un grado menor que ellos. Él la convenció de que merecía el castigo por lo que le hizo y aunque la policía no los atrapó, Lucy si, lo que le costo a él su teléfono celular y 2 meses de castigo, y a ella 3 meses sin tv, Internet, ni fiestas. Sin embargo, tras 16 años de amistad, aún era indescifrable cuando quería serlo.

    Tras caminar 15 minutos llego a casa de Amy, tocó el timbre y Miriam, la madre de Amy, abrió la puerta. Era una mujer que bien podría representar el papel de un ama de casa setentera, y aunque su rostro no indicaba su edad en realidad, se veía mucho mayor que Lucy, con quien no se llevaba muy bien, pero de igual manera admiraba la amistad que existía entre Steven y Amy e incluso los alentaba a hacer cosas juntos.

-Hola Steve ¿como estas? - Le saludó Miriam abrazándolo y besándolo en la mejilla
-Bien Sra Miriam, ¿Esta Amy? Me pidió que pasara por aquí - Explicó
-Sabes que no necesitas invitación para ser bienvenido - Le dijo sonriente, el le correspondió el gesto
-Gracias
-Amy tu novio esta aquí - Grito Miriam en dirección a las escaleras. Siempre les bromeaba con eso.

    Steven sonrojado no pudo mas que agachar la cabeza ante la broma de Miriam, que aunque era costumbre no dejaba de apenarlo cada vez que la hacía.

-Que suba - Grito Amy desde su habitacion
-Ya la oiste - Dijo Miriam volviéndose de nuevo hacia Steven
-Gracias - Dijo Steven

    El cuarto de Amy estaba en la planta alta de la casa, era la típica alcoba de adolescente aunque ya Amy tenia 21 años, adornada con afiches de ánime y chicos de bandas o actores de películas. Steven se sentía cómodo en el cuarto de Amy, era como una extensión del suyo propio, aunque mas femenino por supuesto, pero ese día en particular estaba más preocupado que cualquier otra cosa.

    Al entrar a la habitación Amy todavía vestía el pantalón de su pijama, sin embargo llevaba una playera con cuello en V que dejaba ver sus notables pechos a través del escote. Tras cerrar la puerta como siempre, él se sentó en la cama que estaba colocada a un lado de la habitación y la vio caminar. Se movía con gran rapidez, lo que ocasionaba que la cola de caballo que llevaba se moviera de un lado a otro de su cabeza, y parecía que organizaba mientras buscaba algo entre sus cosas. Steven notó que debía decirle algo que le preocupaba que él aceptara, lo sabía porque llevaba la cola de caballo que a él tanto le gustaba y la blusa era ceñida, lo cual marcaba sus atributos, entre ellos su cintura, cosa que ella provocaba cuando buscaba convencer a alguien. Espero pacientemente hasta que ella se giró hacia él y se quedó mirándole fijamente. Steven que ya estaba seguro de su teoría dijo:

-Entonces... ¿Por quién me vas a abandonar esta noche?
-¿Qué? No... Yo... ¿De qué rayos hablas?
-Ya lo sé, imagino que es eso lo que me tienes que decir. Alguien más te invito a la fiesta de Jerry
-No, no, te equivocas - Dijo ella desviando la mirada - Espera, quiero darte tu regalo de navidad
-¡Hey! ¡No! Yo no traigo el tuyo
-No importa, es un simple detalle y ya

    Debía ser más que importante lo que Amy tenia que decir, parecía estar suavizando la situación. Amy se arrodilló frente a él y le ofreció una pequeña caja envuelta en papel rojo brillante.

-Toma, ábrelo

    Él, intento abrirlo con delicadeza hasta que ella se lo arrebató de las manos

-Así no se abre un regalo. Un regalo se abre así, ¿tengo que enseñarte todo? - Le dijo rasgando el papel
-Tu me conoces mejor que nadie, por eso todo lo que me regalas es importante, quería guardar el envoltorio, pero ya que. -Dijo el tomando nuevamente la caja
-Aff... no me facilitas el trabajo cuando dices cosas así

    Abrió la caja y vio su contenido, era una cadena de plata, tenia una medalla, era una cruz notablemente mas gruesa que la cadena.

-Lee lo que dice detrás

    Tenia un grabado que decía: "Juntos por siempre. Amigos sobre todo"

-Es hermosa, la usare desde esta noche... ¡Gracias! - Dijo abrazándola
-Eso no es lo único
-Cierto, hay algo que me querías decir... ¿Que era? Me tienes preocupado
-Es que... -Dijo ella bajando la cabeza
-Es un chico, ¿cierto?
-Si, pero no como piensas.
-¿Iras con él a la fiesta? ¿Es eso? Sabes que lo entenderé de ser así - Dijo encogiendose de hombros para restarle importancia al asunto
-No, no. Sabes que no te haría eso y por eso lo dices. No es eso.
-¿Entonces?
-Es que no quería verlo como lo hago, me gusta mucho... y ahora necesito tu consejo
-Hace mucho no te veía así Am... -Sus ojos verdes brillaban mas de lo normal - ¿Es soltero?
-Si

    Con ambas manos tomo su rostro, levanto su cara, vió lo ruborizada que estaba, tanto que sus labios parecían cubiertos por lápiz labial aunque evidentemente no lo estaban, la miró directamente a los ojos y le dijo:

-Tu no necesitas nada de mi, eres una chica bella, inteligente y segura de ti misma, vé por ese tonto y plántale un beso, sino ve el tesoro que le estas dando, no te merece y entonces tendré que hacerme cargo de él.
-¿Tu crees? - Preguntó ella con actitud infantil incorporándose y acercándose más a su altura
-Por supuesto que si. ¿Quién es el pobre idiota que no sabe en que se metió?

    Ella sonrió ampliamente, lo tomo por el rostro tal como lo había hecho él unos segundos antes y plantó en sus labios un beso apasionado que tomo por sorpresa a Steven, que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar.


Continuara....

3 comentarios: