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sábado, 6 de febrero de 2016

Historia de Navidad: Angustia.

     Los oscuros ojos café de Drew barrieron la sala en busca de Jerry, mientras caminaba desde la barra de bebidas, alcanzó a ver entre el público la enorme sonrisa que esbozaba Rebecca tras el espectáculo ofrecido anteriormente, en cual acusó a Jerry de infiel mientras él a a matrimonio. Algo cómico, pero ridículamente innecesario en su opinión, en definitiva se merecían el uno al otro. Ella debía saber donde estaba su futuro esposo.

-¡Hey Becca!
-¡Cuñada! ¿Dónde estabas?
-Por ahí, – Dijo en tono cortante. - ¿Sabes de Jerry?
-Ha de estar con sus amigos. Ven a ver el anillo Drew – Le instó Becca extendiendo la mano
-Ya lo vi, es hermoso. – Y sin decir más se dió vuelta para continuar buscando a Jerry

     Giró la mirada escaleras arriba, sus amigas conversaban muy amenamente con tres chicos, aunque ellas eran solo dos, probablemente estarían esperando por ella, pero además de que necesitaba encontrar a Jerry, el cansancio acusaba, los tacones que había usado desde ese día temprano ya causaban daño a sus pies. Iría por algunos más bajos antes de que sus amigas la notaran e insistiesen en que fuese con ellas. Se mezcló con la concurrencia y apuró el paso, había guardado algo de ropa en el cuarto de su hermano previendo situaciones como esa. Pasó frente a una chica con vestido negro que no recordaba haber visto por la ciudad, pero estaba acompañada por otra la cual iba a la secundaria con ella, al menos se la había cruzado en un par de clases. Le dedicó una sonrisa a la chica que parecía bastante preocupada y escuchaba con curiosidad las palabras de James. Observó alrededor atentamente y encontró a Jerry junto a la puerta.

     Drew caminaba en dirección a su hermano con rapidez, aunque este lucía un semblante de preocupación que le hacía pensar que ya sabía lo que ella tenía para decir. No estaba demás confirmarlo, así que se acercó a Jerry y llamó su atención tomándolo por el brazo. Él le hizo esperar con un gesto de la mano mientras escuchaba con atención una historia de Larry, aquel chico solía ser mas parlanchín de lo que debía, esperaba no fuese alguna de sus historias fantásticas, que solían parecer interminables, lo sabía por experiencia. Esperó un corto momento hasta que la atención de Jerry se centró en ella.

-Dime rápido. – Sintió premura en el tonó de Jerry.
-Scott. – Resumió ella, tras dedicarle una mirada a Larry.
-Lo sé, se llevó a Amy. Vamos por él. Raúl esta por bajar. – Dijo Jerry sonriendo.
-Bien, era eso. – Lo sabía, el siempre sabía. Drew se sintió más tranquila, Jerry resolvería todo.

     Saber que su hermano ya estaba al tanto de todo la dejaba más tranquila, sin embargo, aún debía ir a cambiarse y sus amigas podían verla. Apuró el paso, lo cual le hizo sentir una dolorosa punzada en sus pies ya agotados. Entró a la habitación de Jerry, como era usual estaba tan desordenada que sintió el instinto de organizarla, a él podía no importarle pero para ella, era aterrador. No tenía tiempo que dedicar a aquella tarea y se encargó simplemente de cambiar sus tacones por unas zapatillas bajas que le parecieron enormemente reconfortantes y cómodas. Ahora podía seguir disfrutando de la fiesta. Salió de la habitación prometiéndose que reprendería a Jerry por aquel chiquero cuando volviera, justamente Jerry estaba entrando al ascensor en aquel momento, se había salvado de una buena, James iba con él, sin embargo no vió a las chicas con las que estaba antes. Buscó a sus amigas, seguían escaleras arriba, iría con ellas, después de todos, los chicos eran bien parecidos.

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     Odiaba tener que expresar debilidad, menos ante alguien que le hacía daño, pero no pudo evitar que las lagrimas se hicieran presentes. Amy, sintió deslizarse sobre su mejilla el frío metal del cañón de la pistola que empuñaba Scott, reprimió un grito tras una mueca de asco que al cerrar los ojos causó que otra lágrima se deslizara sobre su mejilla. Con lentitud separó el rostro del arma y continuó observando como las casas pasaban por la ventanilla, dejando atrás a los chicos, la fiesta, sus amigos… Steven.

-Tranquila nena, solo quiero hablar. – Dijo Scott colocando el arma entre sus piernas. Amy inhaló profundamente.
-¿A dónde vamos? – Se atrevió a preguntar por fin cargando su voz con toda la seguridad que pudo.
-A una propiedad en las afueras. Era de un narcotraficante que la DEA capturó hace poco, y por los momen…
-No me importa Scott. – Le cortó Amy. – Déjame ir por favor.
-No hasta que me escuches. – Scott sonó mas rudo de lo que a Amy le hubiese gustado.
-Y lo haré. – Dijo volteando a verlo y con voz mas dulce tratando de apaciguar la mala actitud de Scott. – Pero esta no es la manera. Ven mañana a casa y…
-¡No Amy! – Gritó Scott haciendo sobrrsaltar a Amy, luego respiró profundamente. – Lo siento, no debí gritar. Pero sabes que no me escucharás. Esta es la única manera.

     Amy decidió guardar silencio y desvió su rostro nuevamente hacia la ventanilla. Habían salido de la ciudad, las propiedades empezaban a hacerse cada vez más escasas mientras más se alejaban de ella.

-¿Al menos puedes parar un momento? – Insistió Amy
-¿Para que? – Indagó Scott
-Tengo que vomitar. A menos que quieras que lo haga en tu auto.
-Amy, si me detengo saldrás corriendo.
-Que insensatez – Dijo Amy en un susurro. – Si huyo me disparas, además, ¿Dónde podría ir? Aquí ya no hay casas siquiera. – Scott pareció pensarlo por un segundo.
-En eso tienes razón. – Scott se detuvo a un lado de la carretera. – Te prefiero muerta Amy, piénsalo si intentas escapar, no creas que no lo haré.

     A Amy le pareció reconocer un rastro de locura en Scott que nunca había visto hasta esa noche, no dudó ni por un segundo de que sus palabras fuesen sinceras, por lo cual solo se limitó a asentir. No podría escapar, eso era seguro, pero había ganado tiempo, mientras más se alejaban de la ciudad, menos posibilidades de revertir la situación tenía. Scott no era el tipo más inteligente que había conocido, así que debía pensar en algo rápido. Abrió la puerta del auto y se aparto un par de pasos, arqueó la espalda e intento vomitar, al no sentir nauseas aquello se convertía una tarea difícil.

-Quizás deberías volver, creo que estarás bien.

     Scott era un idiota, pero hasta él notaría que le estaba mintiendo, así que aún en contra de sus principios recurrió a su último recurso, colocó sus dedos índice y medio en la boca y se provocó el vomito.

-O tal vez no. – Oyó decir a Scott en tono de resignación

     Amy rogaba que no hubiese advertido el acto, para ella había sido un suplicio. El sonido de la puerta del coche le anunció que Scott había bajado, no era tan valiente como para acercarse al aroma del vomito, confiaba en que no la buscara, decidió agacharse un poco mas y se esforzó por fingir una mueca que denotara un autentico malestar físico.

-En la guantera hay mentas si necesitas. – Señalo Scott desde la distancia. – Aprovechare de… Bueno, he tomado un par de tragos, tú entiendes. – Amy ni siquiera quiso voltear a mirarlo. -Recuerda quien tiene el arma. – Ella se limitó a asentir.

     Scott se había alejado un par de metros del auto, pudo escuchar sus pasos pesados. Era su oportunidad, si no lo hacía en ese momento, no tendría uno mejor. Volteó a mirarlo lo mas despacio que le permitió la emoción de encontrar un momento, Scott estaba de espaldas, creyó percibir un movimiento en el y se encorvó en una nueva arcada para disimular. Scott pareció creerlo.

    Amy pensó que la frase “Ahora o nunca” no podía estar mas en lo correcto que en esa circunstancia. Reunió todas las fuerzas que pudo y se giró, saltó hacia el vehículo, lanzó la puerta tras ella y en seguida bajó el seguro a tiempo de ver que Scott había reparado en aquel movimiento, se desplazó con gran agilidad hacia el asiento del conductor y trabó también ese seguro, el motor seguía encendido y mientras se acomodaba para acelerar escucho un disparo, observo por el retrovisor central y se encontró con que el cristal trasero estaba totalmente fragmentado, Scott no había dado una alerta, la quería muerta antes que lejos. No lo pensó, sencillamente presionó el embrague, introdujo la velocidad y piso el acelerador a fondo, el coche se deslizo lateralmente y con una destreza que no sabía que tenía controló el mismo. El auto dio un giro de 180° y Amy acelero en dirección a la ciudad mientras Scott disparaba a discreción contra su propio auto.

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     Danna era una chica de estatura mediana, podría decirse que con el mismo tono de piel que Steven, cabello castaño mas claro que la mayoría, ojos azules bastante llamativos y del tipo de chica intelectual que no suele ser la más popular del colegio, pero que destaca entre las demás por los atributos físicos, aunque solía restarle importancia a estos; a James le pareció muy bonita desde que la vió en la fiesta junto a Steven. Tras lo que acababa de suceder con Scott, Danna se sentía bastante alterada, la compañía de James resultaba más que grata en aquellos momentos, así que le agradeció y este respondió con una sonrisa. Danna empezó a hablar más para desahogar sus temores, que por querer iniciar una verdadera conversación.

-¿Estas bien? – Preguntó Danna
-¿Ah? Si claro, no te preocupes. – Se limitó a responder James. – Es solo que Amy es una de mis mejores amigas y también me preocupa.
-Te hubiese gustado ir con ellos, ¿Cierto?
-La verdad es que si. – Respondió James con sinceridad.
-Lo siento. – Se disculpó Danna
-No es necesario que lo hagas, no me molesta acompañarte. – Dijo James intentando disimular la frustración que lo embargaba. – Cambiemos el tema. ¿Dónde vives?
-En ese edificio de allí en frente. – Señaló Danna estrujándose dentro del saco de James. – Gracias por cierto, moría de frío.
-Da nada. Pero, eres de por aquí, ¿no? ¿Qué hacías sin abrigo?
-Solo íbamos a la fiesta, llegamos en limo y nos iríamos igual.
-Ya veo.

     Recorrieron los últimos metros en absoluto silencio, al entrar en el lobby del edificio Danna se detuvo y James la imitó.

-Algo vibra. – Danna observaba el saco
-Es mi teléfono probablemente. ¿Llamada? – Preguntó James
-No lo se, solo vibro un par de veces. – Ahora observaba a James con curiosidad
-Déjalo, será solo un texto por navidad

    Danna hizo caso a la recomendación de James y al llegar al ascensor, empezó a retirarse la chaqueta para devolverla y de pronto se detuvo.

-¿Quieres subir? No… - Hizo una pausa para medir la reacción de James que solo continuo mirándola. – No me siento bien y simplemente no quisiera estar sola. Por favor no me malinterpretes. – Se excusó Danna.
-Supongo que tu prima me desollaría si te abandono en ese estado. – Bromeó James. – Y no queremos que eso pase, ¿verdad?
-Si no quieres…
-No me des importancia. – Respondió meneando la cabeza. - Vale, te acompaño.

     Danna volvió a colocarse el saco y subieron conversando de temas aleatorios, James sospechaba que eso calmaba a Danna, así que decidió alentarla para que está no se angustiara ni pensara en lo sucedido. Llegaron a la puerta del departamento de Danna, entraron y James tomó asiento en el sofá mientras ella fue directo a la cocina.

-¿Quieres algo de tomar? – Preguntó Danna
-¿Tienes vodka? – El rostro de Danna apareció a través del umbral que daba a la cocina, parecía preguntar con la mirada si aquella pregunta era en serio. – Me basta con una Pepsi.
-Tengo escoces. – A James aquello le tomó por sorpresa. Danna empezó a reír por su rostro de consternación. – Mentira. Pepsi será.

     Volvió al salón con dos vasos llenos con la gaseosa y ofreció uno a James, acto seguido se sentó en el sillón lista para reanudar su conversación.

-Entonces vas a la… - Dejó la pregunta a la mitad para observar nuevamente el saco. – Creo que ahora si estas recibiendo una llamada.
-El bolsillo interior, por favor. – Dijo James, luego dio un sorbo a su bebida y extendió el brazo para tomar el teléfono cuando Danna se lo entregó. – ¿Drew? – Parecía confundido, sin embargo contestó la llamada. - ¿Hola?

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-Ya, no te pases. – Una de las amigas de Drew, que en su opinión era la más coqueta de las tres, pareció sonrojarse tras el halago que recibió por parte de uno de los chicos. Drew sonrió y desvió la mirada a tiempo de observar como su hermano se retiraba de la habitación una vez más.

-Chicas necesito un minuto. – Se disculpó Drew
-¿Dónde vas D? – Consultó la chica coqueta.
-Voy por un trago, ya vuelvo. – Mintió

     Bajó las escaleras fijándose atentamente en su hermano que una vez mas se hundía en el ascensor, volteó y observó que Rebecca se frotaba las manos con angustia mientras conversaba con desánimo algo con sus compañeras. Decidió acercarse a preguntar que sucedía, le preocupaba lo que pudiese haber hecho Scott con Amy, además su hermano había vuelto a salir y eso no podía ser una buena señal.

-¿Becca?
-¡Ay Drew! – Definitivamente algo no iba bien. Becca se había lanzado a brazos de Drew.
-¿Le sucedió algo a Jerry? – Becca negó con la cabeza. - ¿Amy? – A Becca se le llenó el rostro de lágrimas. – Por dios Becca habla ya. – Drew estaba a punto de perder el control.
-Scott. Estaba armado. Y se llevó a Amy – Dijo Becca casi al borde del llanto. Drew se llevó las manos a la boca. – Los chicos fueron por él.
-¡¿Por qué los dejaste ir?! – Se alarmó Drew
-¿Qué podía hacer? No podían llamar al padre de Scott, no haría nada. – Explicó
-En eso tienes razón, pero en algo debemos ayudarles, no podemos quedarnos aquí. – Drew tenia el rostro enrojecido de la ira, sentía la necesidad de actuar, pero no sabía como.
-Quizás… - Empezó a decir Becca.
-¿Quizás que?
-Al menos podríamos ayudarles a pensar un plan. – Becca parecía más calmada. – Vayamos por ellos.
-¡Exacto! ¿Dónde fueron? – Becca parecía dudar. Negó con la cabeza. – Llamaré a James, él sabrá. Iremos en tu auto.

     Becca sin pensarlo corrió al armario de la planta baja mientras Drew hablaba por teléfono camino al ascensor; Rebecca buscó su bolso y al llegar al elevador este ya habría sus puertas. Entró junto a Drew, envidiando un poco la seguridad que derrochaba aquella niña mujer mientras ella había perdido la cabeza y se había desorientado por un instante. Se esforzó por culpar al alcohol de aquella reacción, puesto que no solía ser una mujer sumisa y temerosa. Tras un rato llegaron al estacionamiento y abordaron el escarabajo amarillo de Becca, quien pidió indicaciones a Drew.

-El edificio de ladrillos justo a tres calles de aquí. – Explicó – Pasaremos por James.

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     Amy se había internado en la ciudad, no sabía bien a donde dirigirse, no quería volver a la fiesta, manejaba un auto en teoría robado y sabía que la policía daría más credibilidad a lo que Scott pudiera inventar que a lo que ella de verdad tuviese por decir.

-Mierda. – Dijo en voz alta golpeando el volante.

     Tenía que pensar, ¿Qué haría ahora? Si llegaba donde Jerry quizás podría pedirle ayuda, él nunca la negaría, estaba segura de que Steven, James y Jerry estarían pensando la manera de dar con su paradero, tenía que llegar hasta ellos, decirles que estaba bien, o al menos eso creía, se sentía cada vez mas débil y sus manos, aún cuando el calentador del auto subía la temperatura, se sentían frías y rígidas. Tomó una calle lateral y la visión se le nubló, sus fuerzas flaquearon y se sintió a punto de desmayarse.

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-Voy con ustedes.
-Definitivamente no Danna. – James se puso de pie para dar más énfasis a su frase.
-Definitivamente si James. – Danna también se puso de pie. – Acabo de hablar con Ruby, pidió el número de Scott, eso no puede ser nada bueno, sé que está con ellos. No soportaré la angustia si me quedo.
-Ni yo la culpa si algo te sucede. – Dijo él optando por aplicar un poco mas de afecto a su voz.
-Lo siento James pero voy con ustedes. – Danna ya emprendía el camino a su habitación.
-Las mujeres hacen lo que les da la gana esta noche.

     James se tendió con desánimo en el sillón a esperar que Danna saliera de su habitación. No tenía mas opción que aceptar su compañía, que aunque no le desagradaba, le preocupaba. Sería una distracción más si se presentaba algún inconveniente, y estando Scott involucrado, definitivamente así iba a ser.

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     Rebecca parecía totalmente perdida en sus pensamientos mientras Drew empezaba a desesperarse por la tardanza de James, en su opinión los chicos eran medio idiotas y no pensaban bien las cosas, tenían que alcanzarlos antes de que… no podía ni pensar que pasaría si algo salía mal. La espera la mataría, alzó su teléfono para marcarle de nuevo a James cuando la puerta de entrada del edificio se abrió, no llevaba puesta la chaqueta del traje y venía acompañado por la chica. Esto irritó a Drew que volvió a ver a Rebecca y aunque ella había visto la escena no pareció importarle. Danna vestía ahora un pantalón de Jean, una sudadera amarilla y una chaqueta negra bastante cálida en apariencia.

-Lamento la demora. – Se disculpó James mientras Drew bajaba para que ellos pudieran subir.
-Hola, disculpen que viniera. – Habló Danna quien subía primera.
-Tranquila. – Se limitó a responder Drew disimulando su incomodidad.
-Me preocupa mi prima.
-La chica que iba con Steven. – Explicó James subiendo al auto. Luego lo hizo Drew.
-¿Dónde, James? – Preguntó Drew mientras cerraba la puerta y Rebecca encendía el motor.
-Creí escuchar que la casa Johnson.

    Sin mediar palabra Rebecca pisó el acelerador y el coche emprendió su camino. Un silencio se apoderó del vehículo mientras este se desplazaba sobre el asfalto helado. Rebecca parecía concentrada, Drew preocupada, Danna inquieta y James evaluaba la situación actual mientras estudiaba a cada una de las chicas a las que acompañaba, llegó a la conclusión de que tres mujeres no podían inmiscuirse en una situación como aquella, sin embargo ya no sabia como cambiarla.

-Dalia, ¿no? – Habló Drew dirigiéndose a Danna.
-Danna. – La corrigió esta.
-Oh, lo siento.
-No esperaba que conocieras mi nombre.
-Estamos juntas en clase de español, ¿no?
-Si. – Respondió Danna dudosa. – Tampoco esperaba que recordaras eso.
-Claro que te conozco, eres muy inteligente y siempre llevas un libro contigo. – Drew le dedicó una sonrisa a medias a Danna y volteándose hasta esta agrego: - Eres prima de…
-Ruby. – Completó ella
-Ruby. – Repitió Drew y Danna asintió. – Si no fuese por lo que sucede ahora me compla….

    No llegó a terminar la frase puesto que un frenazo la detuvo en seco, de no haber sido por el cinturón de seguridad se habría estampado contra el parabrisas, tal como le sucedió a James con el asiento que ella ocupaba. Danna aunque se encontraba igual de distraída, fue más veloz y se sostuvo para no golpear el asiento de Rebecca.

-¡Rebecca! – Se encendió Drew. – ¿Qué pasa?
-Vean. – Rebecca tenía la mirada fija al frente. Todos la imitaron.
-Llamaré al 911 pero tenemos otros asuntos que atender Becca no podemos detenernos, – Dijo Drew tomando el teléfono – Un auto estampado contra una farola no es nuestro problema.
-¡Mira bien niña! – Gruñó Rebecca con los ojos muy abiertos. – Es el auto de Scott.

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-Si esta maldita le hace algún daño al Mustang…

      Scott no sabía como terminar aquella frase, de verdad sentía algo intenso por Amy, tanto que no había podido dejar de pensar en ella por más veces que esta lo rechazara. Aquella noche iba a ser diferente, seguro que al llegar a aquella enorme mansión lograría conquistarla. Pero no, ella tenía que arruinarlo todo, tenia que robarle el Mustang, por su culpa había tenido que dispararle al auto, por su culpa ahora tenía que caminar de regreso a la ciudad, y con muy poca recepción celular como para hacer una llamada, todo por su culpa y por la de Steven que lo había detenido mientras salían de donde Jerry. Ahora que lo pensaba con detenimiento, no era culpa de Amy, Steven la había trastocado, ella estaba dispuesta a irse hasta que el maldito Steven apareció, todo había sido culpa de él.

-Ese maldito… Lo voy a matar. Cuando lo vea lo voy a matar. – Scott hablaba consigo mismo como un poseso. – No, mejor no lo mato, mejor le disparo en una pierna. O la rodilla, el otro día vi en la tv que los mafiosos solían hacer eso… claro la rodilla… para que vea como Amy y yo somos felices y ella lo abandona para irse conmigo… como si fuese importante… es solo un amigo, ¿Cómo es que no ve que no debe meterse en cuestiones de pareja?

     Aquel pensamiento le alegró, él y Amy eran una pareja, aunque nadie los aceptara. Quizás debían irse, alejarse de aquella ciudad que tanto daño les hacía. Tenía que llevársela, no había otra solución.
    
     El camino era largo y extenuante, una luces se acercaban por la carretera, al menos podría pedir que lo llevaran. Las luces se hicieron a un lado del camino. Por aquella zona no vivía nadie, al menos no que Scott supiera, eran las afuera de la ciudad, los únicos que alguna vez vivieron por allí, si mal no recordaba eran unos ricachones raros que nunca le cayeron bien. Corrió hasta la entrada para verificar quien podría ser, quizás podrían llamarle un taxi o de alguna forma llevarlo a la ciudad. Scott corrió hasta el pórtico asegurándose que la pistola no se viera en su espalda, se asombró de ver dos autos en la entrada de la casa, debían ser una familia grande, quizás lo mejor sería acercarse a ver, aunque… esa Avalanche…

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     Era como despertar de una pesadilla, sientes que las cosas no pueden estar peor, reaccionas y crees que ahora las cosas están mejor y ya no hay un peligro acechándote. Sin embargo ese no era el caso, para Amy lo peor aún no había pasado, se sentía débil, dolorida y confusa. Abrió los ojos muy despacio y sintió que la luz le lastimaba, pestañeó un par de veces y sintió un dolor terrible de cabeza que se originaba en la frente, palpó la zona y se encontró con que estaba húmeda, debía ser el vapor que expelía el motor, la habría hecho sudar. Extendió la mano frente a ella para comprobar que estaba empapada de un líquido rojo, estaba sangrando, aunque a juzgar por la cantidad de líquido, la hemorragia ya se habría detenido.

     Alguien golpeó el parabrisas, venían en su rescate, trató de ver con claridad pero a través de las grietas del parabrisas no pudo distinguir de quien se trataba. Tras varios tirones, la puerta se abrió y Amy tuvo que pestañear varias veces más, un par de manos se posaban en sus hombros y no cesaban de hacer preguntas que ella no lograba entender, pestañeo un par de veces más, luego gritó.

-¡James! – Sintió como la invadía la felicidad
-¡Estas herida! Debemos ir a un hospital. – Dijo James alarmado. Tres mujeres detrás de él esperaban ansiosas abrazándose a sí mismas a causa del frío.
-James. James. ¡James! – Amy tuvo que alzar la voz, James parecía bastante alterado y hablaba con mucha rapidez. – Calma, estoy bien.
-¿Segura? – James se notaba en exceso preocupado.
-Son solo rasguños, estoy bien. – Amy se tocó de nuevo la frente para demostrarlo. – James y…
-Ellos están bien, iban a buscarte.
-¿Dónde están?
-Vamos a un hospital, en el camino llamo a Steven y le aviso
-No James, vamos con ellos, Scott sigue por allí, en algún lado. ¿Dónde están? – Amy intentó bajar del auto y con la ayuda de James se puso de pie
-La casa Johnson creo
-Entonces vamos. – Examinó con la mirada a las tres chicas, Drew, Rebecca y la desconocida de la fiesta, no la que abrazaba a Steven, otra. – Hola. – Dijo mirándola.
-Hola Soy Danna.
-Ya habrá tiempo de presentaciones, mejor vamos. – Drew se notaba preocupada. Todos asintieron.

     Amy intentó dar un paso y tropezó, James se inclinó hacia ella y la tomó por el brazo con gesto preocupado.

-Duele un poco, nada mas, no es grave. – Se adelantó a decir Amy
-¿Cómo puedes saberlo? – Insistió James
-Es mi pierna James. – Dijo Amy con la firmeza que la caracterizaba. – Déjame en paz y movámonos para que pueda ir a un hospital rápido cuando vayamos por los chicos.

     James no la contradijo, cuando adoptaba esa actitud ni siquiera Steven lograba hacerla cambiar de opinión, ¿Qué le haría pensar que él si podría? Amy siguió cojeando hasta llegar al auto. Drew subió primero, luego Danna y por último James, Amy ocupó el lugar del copiloto y cuando se hubieron cerrado las puertas, Rebecca encendió el motor y arrancó. Dio un rodeo para evadir el Mustang y continuó en la dirección preestablecida.

     Amy contó con detalle lo sucedido, tanto en la calle frente al estacionamiento como en su camino hacía las afueras con Scott. Estuvieron todos de acuerdo en que algo debió haber trastornado a Scott, porque aunque no fuese el ser mas sano mentalmente, nunca había sido un delincuente.

-Le va a dar un infarto cuando vea su coche. – Agregó Drew. Todos rieron.

     Llegaron por fin a la mansión Johnson, las puertas de la entrada estaban abiertas. Amy explicó que la madre de Steven era la encargada de la venta del lugar y que de seguro esa habría sido la forma en la que consiguieron la llave. Rebecca detuvo el vehículo junto al Civic de la madre de Steven. Bajaron del auto y empezaron a caminar hacia la puerta de entrada, observaban luces tenues encendidas en una de las ventanas, allí debían estar los chicos, caminaban despacio hacia la puerta, Amy trastabilló y James tuvo que sujetarla para que no cayera, se detuvieron un segundo pues sabían que el estado de salud de Amy no era el mejor.

-Amy…
-En serio James, si me vuelves a preguntar si estoy bien, te prometo que te lo demuestro con una patada.

     James se limitó a sonreír a medias. Amy volvió a erguirse y asintió para señalar que estaba bien, aunque todavía cojeaba bastante al caminar y de vez en cuando hacía muecas de dolor que no pasaban inadvertidas para nadie.

     De pronto un destello encendió la ventana donde presumían se encontraban Steven y los demás, el estruendo fue tal que los paralizo en el lugar.

-¿Qué fue eso? – Preguntó Danna
-Un disparo. – Respondió James.

Continuará...

1 comentario:

  1. Confiaba en que Amy supiera manejar la situación; en cuanto al estruendo, si fue un disparo agradecería que fuese obra de Ruby o de alguien más que no sea Scott. Bueno, esperare...
    Aunque me preocupa que no diga: Continuara...

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