Scott miraba pasmado la forma en que Ruby sostenía el arma con ambas manos, de haber alguien allí, con una pistola, en definitiva, jamás pensó que sería la chica. Sin embargo no pensaba ceder, no había manera posible de que le arrebataran la oportunidad de eliminar la causa de su desdicha, aquella, seria la última noche de Steven.
Apartó su mirada del arma, la centró en los ojos de Ruby, mostraban decisión y poder, de ser necesario le dispararía, estaba seguro de eso, sin embargo debía comprobarlo.
-¿Y que vas a hacer? – Empezó a decir mirándola directamente - ¿Dispararme?
-Si. – Fue directa. No le estaba dejando muchas opciones.
-A ver, dicen que no es buena idea que dispare, pero, ¿tu si lo harás? – Scott sonrió. – No me parece lógico niña. Baja el arma.
-Defensa propia. – Ruby parecía medir sus palabras.
-¿Esa será tu excusa para la policía? – Soltó una carcajada – No me hagas reír. Suelta el arma.
-Para cuando la policía llegue yo estaré muy lejos, tengo testigos de lo sucedido e iré al FBI. – Aquello molesto mucho a Scott. No sabía como defenderse ante aquel razonamiento. – Tienes tres segundos, imbécil.
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Steven sintió marearse por la sorpresa, de todas las cosas que esperaba ocurriesen, que Ruby tuviese un arma en sus manos era la que menos probabilidades de suceder tenía, aunque en retrospectiva era obvio, su comentario respecto a que es texana, donde es tan común el uso de armas; le arrebató el bolso en el hotel, el sonido seco de este al caer en el salón... como no darse cuenta antes.
Escuchó con mucha atención la conversación entre Scott y Ruby, le costaba aceptar que la impresión le paralizara en el lugar mientras que a ella le había hecho actuar tan abruptamente, tomando a todos por sorpresa, incluyendo a Scott, aquella mujer no hacia mas que sorprenderlo con cada acto; además, su proceder le hacía sentirse humillado, tenía que seguir su ejemplo. Observó a Scott con detenimiento, había relajado la mano en la que sostenía la beretta, esta era su oportunidad, aunque se ganase un par de puñetazos, tenía que arrebatarle el arma
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Jerry no dedicó mucho tiempo al desconcierto que le causaba que Ruby tuviese una Magnum entre sus manos, se repuso rápidamente y empezó a evaluar la situación, Scott estaba distraído, si había un momento oportuno para tomarlo por sorpresa, era ese, ningún otro. Dió un paso hacia atrás y tropezó con Curtis, este seguía pasmado por ver a esa chica amenazando a un psicópata en potencia como lo era Scott, se hizo a un lado cuando Jerry lo golpeó por accidente y así este cruzó una mirada con Raúl, quien lo notó al momento y volteó a observarlo, asintió y dió un paso hacia delante, pero Travis lo detuvo, Jerry trató de dilucidar un por qué, escrutó a los demás, Larry miraba a la chica detrás de él con expresión de asombro, tal vez sus ojos ni siquiera estaban enfocados en Ruby, sino en el arma dorada que se posaba en sus manos.
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Ruby se sentía aterrada, por eso pretendía dar las respuestas más concisas posibles, quizás de ese modo Scott no se diera cuenta del pánico que sentía al manejar de nuevo aquél arma, había verificado que estaba cargada cuando su padre insistió en que la Magnum viajara con ellos. Scott parecía atontado por su comportamiento, la actitud de Ruby lo molestaba, y eso, en un ser tan irracional, era una gran ventaja, cometería un error, y si se atrevía a apuntarla, no dudaría en dispararle.
-Tres. – empezó a contar Ruby. – Disparando al techo para mostrar que el arma estaba cargada. Todos se estremecieron aunque no se movieron de su posición, pequeños trozos de yeso cayeron del techo.
-No quieres hacer eso niña.
-Claro que quiero, deja de llamarme niña y te quedan dos. – Amenazó Ruby con una seguridad que no sabía que poseía. Scott le sonrió, eso no podía ser una buena señal.
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Travis era un muchacho musculoso, casi tan corpulento como Raúl, defensa del equipo de baloncesto, buen amigo de Larry. Hacía mucho tiempo que se había vuelto un chico callado, solo hablaba cuando era necesario, por lo cual con regularidad acompañaba a Larry, entre los dos creaban el perfecto equilibrio, uno no paraba de hablar y el otro no abría la boca mas que para decir cosas realmente importantes. Caucásico, cabello rubio, ojos azules, y para quienes se relacionaban con él, con un corazón tan grande como él mismo.
Cuando Travis se percató del cruce de miradas entre Jerry y Raúl, sintió la necesidad de tomar acciones, debía ayudar. Asió del brazo a Raúl, gracias a Dios este no reaccionó, no habría podido dominarlo, simplemente le observó a los ojos con una pregunta en la mirada, incógnita que él estaba a punto de responder. Con agilidad estiró su mano a espaldas de Raúl y tomo la Glock 9mm que llevaba oculta, se alejó un par de pasos y apunto a Ruby.
-Lo siento chica. – Dijo con una nota de pesar en su voz. – Baja tú el arma por favor.
-¡¿Qué coño estas haciendo Travis?! – Gritó Jerry acercándose, probablemente preso de la ira y el desconcierto, pero cuando este dirigió el cañón del arma en su dirección se detuvo.
-No puedo dejar que atenten en contra de mi hermano. – Revelar aquella información le costaba, nadie sabía que eran hijos de un mismo padre.
-¿Tú qué? – Larry no parecía animado a ocultar su asombro
Steven no podía creer lo que estaba escuchando, no sabía como actuar ahora, había perdido la ventaja de la que todos creían gozar, desvió la mirada al suelo, contempló como el arma de Scott colgaba de su mano, alzó el rostro y comprobó que Ruby, aunque petrificada de asombro, no se había movido de su posición.
-¿Ahora qué? – Dijo Scott. – ¿Tengo que agradecerte?
-No Scott, solo no me perdonaría dejar que te maten. – Travis estaba casi al borde del llanto
-Travis… - Empezó a hablar Scott
-¡No te muevas! – Replicó Ruby a Scott que estaba por dar un paso en dirección de Travis.
Scott la miraba con detenimiento, parecía estudiar su postura, sus expresiones, eso a Ruby no le gustó, si pensaba, podía llegar a alguna conclusión que no fuera conveniente, al menos para ella, que ahora, con alguien más en contra, vacilando entre Jerry, Raúl y ella. No había decidido como reaccionar, quizás, tuviese tiempo de dispararle a Scott y luego a Travis antes de que alguno tomara acciones, sin embargo, ni siquiera ella se había creído las palabras que le dijo a Scott sobre matarlo, huir y luego ir al FBI.
Scott no había visto ningún cambio aparente en Ruby, la amenaza le había recordado que le dispararía si se movía de su posición, esa maldita idiota se estaba interponiendo en sus planes, Travis había hecho un buen trabajo al arrebatarle el arma a Raúl, ese gorila sin mente, marioneta de Jerry, si habría sido una amenaza, pero en medio de una buena acción había hablado demás, ya le enseñaría su lugar, por ahora tenía que pensar qué hacer con el problemas de la zorra con el arma junto a la pared. Estudio la escena: frente a él, y de lado, Steven; a su derecha, un paso detrás de Steven, también de lado, Curtis; un poco más allá, en dirección de Travis, Jerry que le daba la espalda; Travis estaba contra la librería vacía, junto a la ventana, Raúl frente a él encarándolo; a la izquierda de Scott, Larry, con una cara de asombro que le hacia ver mas idiota de lo normal, y un paso detrás de este, contra la pared, la perra del arma. Había encontrado su solución, la chica estaba junto a la pared, con dar un paso hacia atrás ella fallaría el tiro.
Ruby alcanzó a ver una sonrisa en el rostro de Scott, eso no podía llevar nada bueno, justo después, este dio un paso hacia atrás con una velocidad más que asombrosa por el gran tamaño de este; Ruby no lo pensó, accionó el gatillo y en seguida un estruendo inundó la habitación, la mezclilla de la pared se resquebrajó con el impacto de la bala justo cuando Steven saltó hacia Scott.
No habría mejor oportunidad, a riesgo de que Travis disparara, Steven tomó la mano de Scott dispuesto a arrebatarle el arma. Forcejearon por unos segundos que parecieron eternos.
Ruby no bajó el arma, por el contrario recordó que había una amenaza más en la habitación, miró a Travis en el mismísimo momento en que este disparaba un proyectil en su contra, ella respondió de la misma manera, y tras un ultimo disparo que no provino ni de Travis ni de su propia arma, todo quedó en calma.
La blanca pared ahora estaba manchada de rojo, un cuerpo yacía en medio de la habitación, la sangre brotaba a borbotones del agujero en la cabeza del cadáver, todos se quedaron en silencio. Cinco sombras se dibujaron en la puerta de entrada de la antigua casa Johnson, Scott miró en su dirección y una mujer pareció desvanecerse.
Amy, se había desmayado.
Continuara...
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