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martes, 16 de febrero de 2016

Historia de Navidad: Revelaciones.

     Aquella mañana parecía que el frío se acentuaba, pero ni siquiera eso podría apaciguar el fuego que Jerry llevaba dentro. Becca había pasado la noche con él, y el tropezar con su cabellera enmarañada al despertar solo reafirmó la idea que ya se había propuesto: aquella noche le pediría que fuese su esposa. 

     El ruido en el salón principal del pent house le indicó que Drew ya había despertado y probablemente habría iniciado con los preparativos para la fiesta. Su hermana solía ser la más adecuada para organizar cualquier cosa, era algo así como una obsesiva del orden, y en más de una ocasión había sabido servirse de ello para mantener en su propia habitación, cada cosa en su lugar.

     Se levantó teniendo especial cuidado de no despertar a la delgada morena que plácidamente descansaba en su cama. Abrió la puerta evitando hacer algún ruido y Becca se removió entre las sabanas cuando escuchó el estruendo del exterior, por lo que Jerry salió y trancó la puerta rápidamente. Debió parpadear un par de veces para adaptarse a la luz, caminó por el salón que ya había sido vaciado por los trabajadores de la agencia de festejos, a los que saludó con un gesto amable mientras caminaba en dirección del bar, tomó su iphone de la barra y se enrrumbó hacia las escaleras cuando una voz interrumpió su concentración.

-Por fin. - Drew bajaba las escaleras con su teléfono en las manos, parecía controlar todo desde allí. Llevaba unos jeans ajustados a sus piernas prominentes, un suéter verde y el cabello recogido en un moño alto - Tanto por hacer y tu dormido. 
-¿Y Anna? - Consultó 
-Primero, no soy tu secretaría, así ni creas que hoy haré todo por ti. - Drew adoptó una actitud dominante. Jerry cerró los ojos y la abrazó con cariño, ella se liberó y continuó hablando - Segundo, ya esta instalada en el hotel, mandé a alguien por ella.
-Gracias hermanita. Necesito un último favor.
-Jerry ya te dije que... 
-Disfruta la fiesta - Le interrumpió. A Drew aquél comentario la tomó por sorpresa por lo cual se quedó en silencio con la boca medio abierta, la cerró y le dedico una sonrisa a Jerry que ya se dirigía escaleras arriba. - Eso y avisame cuando despierte Becca, voy a salir.
-El diamante rosa en la joyería Barrier. - Dijo Drew mientras empezaba a caminar hacia la puerta.
-¿Disculpa? - Jerry se detuvo y volteó a mirar a su hermana.
-Deberías ir a verlo.

     Jerry no tenía ahora duda alguna, su hermana era la persona mas estricta y organizada que conocía; no compartían esa característica, pero ya que conocía los gustos de ella, definitivamente debía ir a ver ese anillo.

     Escrutó su celular hasta dar con el numero de Larry, verificó la hora, ya casi eran las diez de la mañana. Escribió un mensaje de texto pidiéndole un favor a su amigo, luego a través de una conversación grupal recordó a sus allegados que debían estar allí a las diez treinta de la noche, caminó en dirección a un armario, buscó algo de ropa y entró al baño. Debía ir por Anna y luego al centro, contaba con Larry que le aseguró que cumpliría su encargo.

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     Travis había sido siempre un muchacho bastante callado, sin embargo su entrañable compañero Larry siempre estaba allí para llenar el vacío que dejaban sus silencios, siempre había sido buen amigo, protector y fiel confidente, por eso cuando le instó a unirse al equipo de baloncesto no lo pensó demasiado, de todas formas Larry ya formaba parte de él. Quizás era esa la causa de que tras la discusión en su casa, aquella mañana de navidad, había salido presuroso a su encuentro. Pasó antes por el departamento de Raúl para confirmar el encuentro mas tarde en la planta baja del edificio de Jerry, Larry decía tener algo preparado, sin embargo no era ese el motivo de que fuese con tanta premura a verle.

     Larry vivía en una gran casa con aspecto de mansión que tanto a Travis como a Raúl y algunos más que le conocían les resultaba típica de los Johnson, pero la sencillez del muchacho, aunado al cálido trato que recibiría todo aquel que tuviese el agrado de acercarse a él, hacían de Larry uno de los personajes mas carismáticos de toda la ciudad. Todos le conocían, desde el chico del primer que transfirieron de Tenesse a inicios del semestre, hasta el anciano malhumorado de la tienda junto a la universidad, que por más que entregara malas respuestas a Larry, no podía negar su aprecio por él.

     Travis abrió la pesada puerta con una sola mano, y tras atravesar la entrada la cerró del mismo modo y continuó el trayecto a la puerta principal, la cual se abrió casi al instante de que él pisase la madera de la entrada.

-Buen día Sr. Travis. - Saludó el mayordomo de la familia
-Buen día Charlie, ¿Cómo estas? - Extrañamente a Travis le resultaban agradables las conversaciones con Charlie, por eso cuando tenía algo de tiempo en casa de Larry, lo invertía en recrearse con sus historias.
-Muy bien, gracias por preguntar.
-¡Trav! - Larry corría escaleras abajo, vestía un mono deportivo gris, calcetines rojos y no llevaba camisa. - Creí verte entrar y venía a recibirte pero Guillermo se adelanto.
-Charlie. - Le corrigió Travis. - ¿Para qué querías que viniera?
-Gracias John. - Dijo dirigiéndose al mayordomo - Si le llamó por el nombre ya no querrá jugar - susurró en dirección a su amigo.
-Es siempre un placer amo Winston. - respondió Charlie
-¡¿Ves?! - Larry celebraba con emoción - Por fin entiende el juego.

     Corrió tras Charlie, le abrazó por la espalda y dió varios saltos. Mientras Travis se deleitaba con la escena, el mayordomo, que parecía asustado, pedía a Larry que se detuviese, pero la emoción de este no tenía control y saltaba frenético hasta que resbaló y casi cae al suelo, arrastrando consigo a Charlie.

-Ya Larry deja en paz al pobre hombre, vamos, que me ibas a decir algo, ¿no? - Larry hizo caso, súbitamente pareció recordar algo
-Si tienes toda la razón. - Se incorporó aparentemente más calmado - Gracias Roberto. - Le habló al mayordomo.
-Con su permiso amo Larry.
-¡Aaaaaa! - Larry soltó un alarido de frustración. - Pero...
-Vamos Lei, seguirá asustado por lo de hace un momento. Dale un descanso.
-Tienes razón, vayamos a la habitación que hoy será un gran día.

     Travis se limitó a sonreír, Larry siempre estaba haciendo planes y comúnmente incluían chicas totalmente inalcanzables para él aunque a Larry parecían salirle bien las cosas, probablemente por su capacidad de oratoria. Subieron las escaleras en silencio aunque Larry parecía hablar consigo mismo,  probablemente ultimando detalles en su cabeza.

-Así esta la cosa. - Dijo nada mas entrar en su amplia habitación. - Jerry esta comprando el anillo, así que nosotros debemos encargarnos de que Becca...
-Lei, lei, lei... ¿Anillo? - Interrumpió Travis
-Si, el de compromiso. ¿Que pasa Trav? Sigueme... Bueno...
-Es decir que, ¿de verdad lo hará? - Travis debía lucir consternado. Larry abandonó la tarea de buscar algo de ropa en su closet y miró con atención a su amigo sentado en la silla reclinable de espaldas a la computadora, Travis se inclinaba hacia adelante y le miraba directamente con la boca medio abierta, lo cual acentuaba la imagen de chico tonto que a veces ofrecía.
-Si amigo, perderemos a Jerry. Acéptalo. - Tras imprimirle un tono de lamento a sus palabras, Larry, hiperactivo, retomó su tarea. - Como decía, tenemos que evitar que Becca llegue al centro de la ciudad y lo vea en sus labores.
-Viejo, es un poco tarde para eso, ¿no crees? - Larry ya se había acomodado una sudadera roja, retirado el pantalón deportivo y se introducía en unos vaqueros desteñidos cuando se detuvo a causa de las palabras de Travis.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Ya lo vio? - Acribilló a Travis con preguntas sin moverse de su posición.
-Larry, son las 2pm. Si nuestro trabajo era entretener a Becca, ya se nos hizo tarde.
-Bah tranquilo viejo, Becca es perezosa. - Dijo despreocupado. - Seguro a penas esta despertando.
-No creo qué más que tu. - Travis se acomodó en la silla.

     Larry estuvo listo en poco tiempo, tomó las llaves de su auto y algo de dinero de su mesa de escritorio. Observó la biblioteca repleta de libros que tenía en su alcoba con mucha atención. Travis le contempló en silencio, no creía que se debatiese sobre que libro llevar, sabia que Larry era un asiduo lector, aunque nunca nadie le hubiese visto con un libro en público, no por vergüenza, sino que prefería invertir ese tiempo en nutritivas conversaciones con otros, aunque terminaban siendo más informativas de su parte por la manera en la que nunca paraba de hablar; aún así, esperó paciente hasta que él reaccionó como si el suceso nunca hubiese ocurrido. También era típico de él.

-Decías que tenias que contarme algo, ¿no? - señaló de pronto dirigiéndose a Travis. - ¿Importante?
-Penoso. - Aclaró Travis rápidamente
-¿Tu papá?
-Y Scott. - Travis bajó la mirada. Aquel tema no le gustaba, aunque Larry era el único que conocía la historia completa, y por lo tanto, el único con quien podía hablarlo. - Fueron hoy a casa por Navidad, como cada año.
-¿Por qué siguen aceptándolos viejo? - Larry se dejó caer en un sillón de cuero junto a la librera
-Porque es papá - Explicó Travis con desánimo. Tras una pausa agregó: - Supongo... Ya no lo sé.
-¿Tan grave está la cosa?
-Acabamos a los gritos. - La aflicción que demostraba Travis se acentuó. - Odio tener que esconderme. Soy tan hijo suyo como Scott. Que de paso no hace más que humillarme.
-Insisto que deberías cobrarselas
-Es mi hermano Lei. A pesar de todo, lo quiero. Todo es culpa de papá, Scott no solía ser asi. - Una sonrisa se dibujó en su rostro. - Recuerdo que un día, fuimos al parque y un gordo me empujó y me hizo caer en el fango, entonces Scott se acercó, lo tomó del suéter y le estampó el rostro contra el lodo.
-O sea que siempre ha sido un salvaje.
-Protector. - Corrigió Travis. - Papá solía decir que fue esa la causa de que entrara al equipo de fútbol, pero por su buen brazo le convirtieron en mariscal.
-Ya veo. - Larry parecía meditar respecto a las palabras de Travis, y tomando en consideración que eran pocos los momentos en que este decidía expresarse tan abiertamente, lo dejó hablar.
-No sé cuando empezó a cambiar, pero entiendo que fue por papá. Él no era así - Hizo una pausa. - En fin, hoy papá le recalcó a mamá que en su vida, ella era la otra, razón por la cual ni ella ni yo debíamos comentar de nuestro vínculo con él. De nuevo su reputación y todo aquello. - Larry expresó una mueca de asco antes de hablar.
-Por favor... - Relajó el rostro y pensó por un momento. - Entiendo que extrañas a tu hermano, aunque tu padre nunca los haya tenido por iguales, tu conexión con él de niños era muy fuerte, ¿no?
-Si. Debíamos vernos como casuales en el parque, pero nos tratábamos como hermanos.
-¿Y si tratas de acercarte? Como un extraño que intenta platicar con Scott, ¿me explico?
-Estoy casi seguro de que me rechazaría, pero es buena idea, no pierdo nada por intentar. - Sonrió al considerar la idea y Larry le devolvió el gesto. - En fin. Becca, ¿dónde está?
-¡Rayos! Becca.

     Larry parecía haberse olvidado de Rebecca pero al recordar el deber impuesto, saltó de la silla como si tuviese resortes en las piernas y corrieron a encontrarla. 

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     Tras pasar por su prima al hotel, la había llevado a comer algo, más que todo porque el mismo no había probado bocado en todo el día, sin embargo Jerry estaba más que complacido con el transcurrir de las horas, desde que Anna vió el anillo elegido por Drew cayó rendida, asi que no habían invertido mucho tiempo en él, en vez de eso habían elegido un hermoso vestido para Anna, un regalo fantástico para Drew, incluso pararon en una agencia de viajes a preguntar por un par de boletos a Hawai, donde esperaba que fuese la luna de miel si Rebecca le regalaba un si aquella noche. 

     Sabía que su novia estaría molesta, era obvio, el día de su aniversario lo había pasado en cualquier otro lugar que no era con ella, sin embargo contaba con poder convencerla de que no lo había olvidado por medio de la propuesta. 

-¿Estas seguro de esto Jerry? - Preguntó Anna mientras comían un pretzel.
-Totalmente. Becca es... - Jerry sonrió y buscó por un minuto las palabras correctas y habló cuando creyó hallarlas. - Rebecca es la mujer más dulce, atenta, honesta, sincera y hermosa que conozco. Tiene una manera de ayudar a todos si pedir nada a cambio que me deslumbra. Además vió en mi cosas que nadie más vió. Ni siquiera yo. 
-Para empezar te cree guapo. - Bromeó Anna. Ambos sonrieron.
-Solo para empezar Anna. Su carisma y generosidad son incomparables. Es todo lo bueno, pero mejorado.
-Me basta con que te haga feliz Jerry - Dijo Anna observando a su primo a los ojos y acariciando su mejilla con la mano con la que no sostenía el pretzel

     Esa escena fue lo más doloroso que Rebecca hubiese sentido en muchos años, el hombre de quien estaba enamorada, aquel tierno, romántico y desquiciado hombre, la estaba engañando. Desde su auto contempló el momento cuando aquella niña blanca le acariciaba el rostro. Cuando una amiga la llamó para informarle aquello no podía creérselo, tenía que estar equivocada y se lo demostraría a esa arpía envidiosa, pero no, la equivocada, durante mucho tiempo, fue ella al creer que Jerry la amaba.


     Sintió un impulso casi incontrolable de ir hasta donde estaban y armarle un inmenso escándalo que no olvidara jamás, pero esa no era ella, no apoyaría uno más de los espectáculos de Jerry. Así que entre lágrimas, tomó su teléfono celular y llamo a Mónica, su mejor amiga. Aquella se encontraba en su casa, ya tenía donde ir.

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     Por supuesto la tarea de dar con la chica no les fue simple, recorrieron media ciudad en el auto de Larry hasta que por fin dieron con ella. En aquel momento el escarabajo amarillo de Rebecca se estacionaba frente a la casa de Mónica, una de sus mejores amigas.

-Mientras esté allí adentro no dará con J. Estaciona aquí y vigilemos desde afuera hasta que Jerry nos avise. - Larry efectuó la maniobra indicada por Travis. Parecía un buen plan. - Sé que voy a lamentar esto pero... ¿Que hay de ti Larry? ¿Me dirás por fin quién es la chica misteriosa?
-Solo he salido con ella una vez y tu ya...
-¡¿Una?! Como mínimo has ido tres veces al cine con ella, dos fiestas y estoy casi seguro de que la conoces hace más tiempo. - La amplia sonrisa de Travis estaba repleta de sorpresa por el descaro con que Larry habló.
-No sé como expresarlo.  Veras... - Larry parecía ruborizado, lo cual no era común por que siempre buscaba atraer la atención, no como Jerry, pero lo hacía.
-¡Wow! ¿Qué tu que? - Ahora si, el desconcierto de Travis era absoluto. - Mr Locuaz no sabe como decir algo, ¿es así?
-Ya, ya, sin tanto drama. - Larry volvía a ser el de siempre y esto causo que Travis perdiera un poco del asombro que sentía. - En realidad es por ella que no es fácil revelarlo, y antes de que preguntes si, es soltera. - Larry, como era típico, habló antes de que Travis articulara palabra alguna. Esté se limito a alzar los brazos como expresión de que no pretendía decir nada. - Lo cierto es que si, hemos salido un par de veces... Bien, bien, siete u ocho veces. - Corrigió Larry ante la exagerada expresión de duda de Travis. - Y esta chica me encanta. Mas allá de algo físico, es su mente lo que me atrapa. Aunque solo tenga dieciseis años, Drew se ha...
-¡Wow! ¿Quién? - Era oficial, Travis no podía asombrarse más. Incluso sintió un leve mareo ante la información.
-¿Ahora entiendes mis razones para callarlo? - Larry habló con mucha calma.
-Estás muerto - Comentó Travis negando con la cabeza -Definitivamente estas muerto.
-Gracias amigo. - El sarcasmo en la voz de Larry se hizo sentir.
-Es que... ¿En serio? ¿La hermana de Jerry? ¿Drew? - Travis calló para evaluar el rostro de Larry, la preocupación salio a relucir. - Bien, no hay de otra. Yo voy contigo. - Larry observó a su amigo con duda - Cuando le digas que estas saliendo con su hermana. - Explicó - Así te dará tiempo de correr mientras yo lo detengo. - Larry sonrió agradeciendo internamente, pues aunque lo había dicho con tono de broma, sabía que lo haría si se lo pedía. Hubo una pausa.
-Será esta noche. - Dijo Larry mirando fijamente adelante.
-¿Qué cosa? - Preguntó Travis
-Le diré a Jerry de lo mio con Drew esta misma noche. - Larry se veía decidido.
-Definitivamente tienes instintos suicidas, de eso no hay duda. - Respondió sonriente Travis.

     Para Larry había sido tan liberador comentarle de su relación con Drew a Travis que entendió que lo mejor seria hacerlo de una vez con Jerry; quizás había sido un impulso del momento, pero cuando a una persona como él, se le metía una idea en la cabeza, no había manera de sacarla de ella. Travis entendía esto de su amigo, pero sin embargo no se sentía preocupado, confiaba en su capacidad de saber lo que los demás querían escuchar y decir lo correcto, de la manera correcta. Además, quizás Jerry entendería y no lo matara en mitad de la fiesta si no que solo lo golpeara hasta la inconsciencia.

     Esperaron por algunos minutos mientras Jerry llamaba para informar que ya había comprado el anillo y que podían ir a reunirse con él para ultimar detalles, sin embargo, cuando llamó informó que todo estaba listo y que los vería a eso de las diez y media en su casa. Larry llevó a Travis a su casa.

     En aquel momento, Travis se sentía feliz de ser amigo de Larry, como era de esperarse, esta había nacido gracias a aquel muchacho parlanchín que se sentó en clase de inglés junto al callado del salón y empezó a azotarlo con preguntas hasta que logró acercarse como nadie más, llenando ese vacío fraternal de Travis.

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-¿Estas seguro que puedes manejar esto? - Preguntó Larry a Travis mientras esperaban a Jerry para ir a la casa Johnson
-Eso creo. - La duda en aquella voz que sabía descifrar a la perfección le hizo dudar de si Travis estaría bien.
-Dejaré que vengas solo para que veas que esta bien. - Le informó tomándolo por los hombros. - Pero no vas a inmiscuirte en nada amigo, ¿esta bien? De espectador solamente.
-Gracias. - Sabía que si Larry quería imponérselo no lo haría a los puños, y aún así lo conseguiría. - ¿No deberías hablar con tu chica?
-No es el momento. - Larry liberó a Travis de su agarre y miró alrededor. Encontró a Drew sobre las escaleras. - Jerry lo notaría, no es ningún tonto. Entenderá cuando le explique.

     Larry solía ser un hombre muy lógico, no actuaba sin una razón, ni dejaba cosas al azar. Las situaciones que le obligaban a actuar sin razonar bien las cosas le incomodaban, pero las enfrentaba con la cabeza más fría posible. Mientras iban en la camioneta de Jerry trataba de liberar tensiones en medio de bromas y juegos con sus compañeros de equipo, habían sido todos muy unidos desde que se juntaron por cuestiones deportivas, y aunque Travis destacaba por mucho sobre los demás, Raúl tenía que ser el personaje mas fiel de ellos, pues por mucho que se alejara del grupo, parecía tener un radar especial para saber cuando estaban en problemas y llegar a su rescate justamente en esos momentos.

     Raúl era un personaje lleno de misterios y rumores respecto a su pasado, podría deberse a que nadie conocía realmente de donde venía, ni porque su padre venía cada cierto tiempo y no se relacionaba mucho con las personas de los alrededores. Su madre no comentaba nada al respecto y se limitaba a su trabajo como gerente de suministros de una pequeña empresa en el centro de la ciudad.

-No voy a decirles como, pero tengo un arma. - Explicó Raúl mientras mostraba la pistola al subir de nuevo a la camioneta y avanzaban en dirección a la casa Johnson. - Solo sera por precaución, no quiero que nadie salga lastimado, solo no se metan, ¿esta bien?
-¡Sabia que tu papá era un militar! - Dijo Larry casi a los gritos. - ¿Marine?
-Deja de decir bobadas Lei - Y con aquel comentario zanjó la conversación sobre su padre, o al menos así lo creyó, la realidad era que Larry se había topado con la mirada alarmada de Travis.
-Igual, Scott es un imbécil, pero no merece la pena lastimarlo, ¿cierto? - Larry buscaba una respuesta de Raúl que tranquilizara a Travis.
-Yo le metería una bala en un hombro. - Ese comentario de Curtis no ayudaba mucho a los fines de Larry. - De ser yo quien tuviese la pis...
-Pero no la tienes. - Interrumpió Raúl. - Es por eso que las armas nunca son una buena idea. No Larry, nadie saldrá lastimado. No mientras yo tenga la oportunidad de actuar. - Las palabras de Raúl se proyectaron con fuerza y enmudecieron a todos por un rato.
-Si las cosas se salen de control... - Esta vez quien habló fue Jerry. Sus palabras solian ser acertadas. - Por favor, somételo. Dispara a un pie, un hombro, un lugar sin riesgo, ¿está bien? - Raúl guardó silencio, parecía estar de acuerdo. Jerry por su parte, parecía estar seguro de su proceder, tendría algun plan.

     La expresión en el rostro de Travis tranquilizó un poco a Larry,  no dió señales de que aquellas palabras entre Jerry y Raúl lo hubiesen afectado. Continuó el cotilleo hasta que Larry, que cada tanto miraba por el espejo retrovisor con ansiedad, observó un par de luces desplazándose sobre la carretera. Se dijo a sí mismo que el momento se aproximaba, algo estaba por suceder, anunció en voz alta la proximidad del vehículo y al poco tiempo la puerta se abrió.

     Jerry no habia logrado olvidarse de la Glock 9mm en el cinturón de Raúl, prefirió no comentarselo a Steven, quien visiblemente se encontraba más alterado por la desaparición de Amy a manos de Scott. No quería tener que llegar a hacerle daño a nadie, las armas de fuego no eran de su gusto y agrado, y la presencia de dos le hacia temer por la integridad de los presentes en aquella biblioteca.

     Larry pensó rápidamente y le costó encontrar el momento donde todo se había salido de control, no era posible que la casualidad fuese tanta que Scott hubiese elegido precisamente aquél lugar entre tantos.

-¿Tu que?

     Larry no pudo ocultar el asombro que sintió, no por la información sino porque Travis acababa de revelarla, con los ojos abiertos de par en par le fulminaba con la mirada, era ilógico pensar que Ruby se sintiera más tranquila cuando el recién aparecido hermano de Scott también manejaba un arma. Sostuvo la boca abierta como para decir algo pero no pudo articular palabra, le parecía que todo aquello era un sueño y en realidad no estaba sucediendo. No había forma en que todos salieran vivos de allí, y si aquella chica con aspecto de modelo y habilidades de hacker era tan buena como decía ser, Scott y Travis estaban en problemas, no saldrían los dos con vida, y Scott no le importaba, pero Travis más que su amigo, era su hermano.

     Jerry, todavia consternado por lo que acaba de oír, sintió su cabeza dar vueltas, pensó, quizás por última vez en su prometida, su hermana y sus padres, consideró que de la superioridad numérica de la que gozaban los hermanos no saldría nada bueno. Travis no estaba dispuesto a dejar que le hicieran daño a Scott, y este a su vez estaba decidido a matar a Steven y quien sabe a cuantos más. No iba a dejar que eso pasara, si el momento se lo permitía, actuaría. "Lo siento Becca, tal vez no cumpla mi palabra" pensó.

     Larry observó con detenimiento todo lo sucedido, su posición en el centro de las tres armas le permitió apreciarlo con total detalle: Ruby, a su derecha, amenazaba a Scott, que se encontraba de frente encarando a Steven, mientras que Travis, a su izquierda, apuntaba a la chica. Ruby percibió un movimiento en Scott y le disparó justo cuando Steven saltó para atraparlo y no permitir que se alejara demasiado, por lo que se enlazaron en una lucha por la pistola justo en el umbral que permitía el paso hacia la recepción, Travis lo observaba sin dejar de apuntar a Ruby, el arma de Scott fue la segunda en accionarse, dándole a la valiente mujer de lleno en el torso mientras giraba en dirección a Travis, ella por reacción disparó el arma en su contra al tiempo que él repetía el movimiento. El disparo de Ruby alcanzó a Travis primero, perforándole el cuello de un lado a otro y rompiendo después el cristal de la ventana.

      El ardor que sintió recorrerle desde la nariz hasta los pulmones, obligó a Travis a caer de rodillas, apoyándose en el metal que aun sostenía en su mano izquierda contra el piso, soltó el arma y esta cayó con un sonido seco, todo se había quedado en silencio, un cuerpo yacía frente a él. Trato de articular una palabra al cadáver inerte mientras se batía en espasmos incontrolados en busca de oxígeno. A gatas, se acercó y tocó el rostro aún tibio del muchacho. Una lágrima resbaló por su mejilla, empezaba a ahogarse con su propia sangre, pero tenía que acercarse.

     A Jerry, que todavía estaba paralizado por no haberse esperado lo que sucedió, y que aún no podía creerse lo que sus ojos veían, le pareció escuchar decir a Travis tres palabras al cadaver antes de seguir retorciéndose sin poder respirar por el agujero en su garganta.

"-Lo siento, Larry."

Continuará...

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