Con un abrazo Jerry se despidió de Rebecca, quien ya había perdido gran parte del efecto que el alcohol había surtido en ella. Rebecca comprendía a la perfección la situación, sin embargo los sucesos más recientes causaban un profundo temor, puesto que en el pasado ya habían ocurrido incidentes violentos que involucraban al mariscal, ahora convertido en criminal a opinión de quienes conocían los hechos.
-Ten cuidado por favor – insistió Rebecca una vez más
-Lo tendré. – Aseguró Jerry
-Recuerda que tienes que volver para casarte conmigo. – Jerry la besó en los labios
-Prometo que volveré. Te amo Becca. – Dijo con ternura
-Te amo tontín. – Respondió ella con una última súplica palpitando en la mirada.
Tras un abrazo que se prolongó más de lo que a Jerry le parecía habitual, se desprendió de Becca e hizo un gesto a sus compañeros, que no tardaron en seguirle de regreso al pasillo para posteriormente descender en el ascensor. Llegando a la planta baja se desviaron a la izquierda y a través de una puerta amplia accedieron al estacionamiento del edificio donde Jerry tenia estacionada la camioneta Avalanche que sus padres le habían regalado por su cumpleaños veintiuno. Todos subieron y, de haber sido otra la situación, a Jerry le hubiese resultado cómico, ver a tres de sus compañeros, sentados en el asiento posterior, pues la corpulencia de dos de ellos aprisionaba en el centro al más delgado, pero ese no era el momento para hacer bromas. Amy, quien siempre había sido muy sociable, al menos más que Steven, había sido raptada por un inescrupuloso y desquiciado hombre que además de todo tenía un arma de fuego. Scott en reiteradas ocasiones, tuvo oportunidad de demostrar lo desequilibrado de su estado mental, agrediendo sin control a hombres y en algún caso se rumoraba que también a mujeres, aunque para poca sorpresa de quienes lo conocían, la policía había desacreditado aquellos casos.
-Algo no está bien. – Soltó Jerry de pronto para romper el silencio
-No, Scott está al borde de un juicio por asesinato y secuestro. – Señaló Larry, un chico blanco del equipo de baloncesto sentado en el asiento del copiloto. – Pensé que era obvio J.
-No me refiero a eso.
-¿Entonces? – Esta vez quien habló fue Raúl, un corpulento muchacho, alto, moreno y de barbilla pronunciada, quien siempre estaba presto a dar apoyo a quien lo necesitase, todos pensaron, en algún momento, que se debía a que en la secundaria hubiese recibido Bullying por su descendencia latina. – Sé que no soy el más listo pero veo lo mismo que Larry.
-Solo piénsenlo… Scott tiene muchos años siguiendo a Amy, ¿Por qué explotar ahora? Tampoco había usado un arma de fuego antes, al menos no que supiésemos. Y más importante, ¿Cómo le plantaremos cara a un tipo armado?
-Y más a ese loco. – Agregó Larry
-Creo que todos estábamos pensando eso. – Destacó Curtis, el chico delgado, de piel oscura sentado al centro en el asiento posterior.
Curtis tenía razón en lo que señalaba, todos los involucrados posiblemente estarían pensando en cómo se enfrentarían, sin ayuda de la policía a un tipo armado, con antecedentes de agresiones y con un motivo para querer que lo dejaran en paz, Amy.
-¿Podemos pasar por mi casa Jerry? – Preguntó Raúl
-Pero solo será un momento – Respondió Jerry, tras lo cual hubo un momento de silencio
-Cierto. – Habló de pronto Larry – Raúl, ¿Qué tu papá no era militar o algo así? – Dijo dirigiéndose a esté
-¿De dónde sacas tantas ridiculeces Larry? – Contestó Raúl en tono despreocupado
-Cierto, yo escuche que era del FBI. – Agregó Curtis
-Claro que no, era Marine. – Replicó Larry
-¡Bien! Ya que contamos con Rambo podemos despreocuparnos, seguro rescatamos a Amy – Dijo Jerry y todos rieron escandalosamente.
La broma de Jerry colaboró a reducir la tensión que todos sentían ante lo que se proponían a hacer. Siguió conduciendo hacia las afueras de la ciudad mientras las risas no cesaban y las bromas hacia Raúl y su padre se acentuaban. Las calles solitarias se le antojaron tristes a Jerry, mientras sus amigos continuaban riendo, el sopesaba las opciones. La situación no les era nada favorable.
*******************************************************************************
-Te espero aquí – Dijo Steven en él inmenso salón del Gran Hotel Paris luego de que Ruby recibiera la tarjeta que abría su habitación. Pensó que el nombre le quedaba bien a aquel hotel, definitivamente era grande.
-No seas tonto – Replico Ruby. – Tenemos cosas que hablar, tienes que ponerme al corriente. Subirás conmigo.
Steven no pensó siquiera en cuestionar aquel razonamiento, estaba seguro de que Ruby tendría cientos de preguntas y el las aclararía todas, sobre todo si en el trayecto podía soltarle algo sobre lo que sucedía entre él y Amy.
-¿Qué tan peligroso es? – Habló Ruby sin mirarlo mientras subían en el ascensor.
-Bastante. – Respondió Steven. – Hace un par de meses le rompió un brazo, tres costillas y le destrozo el rostro a un muchacho solo por un tropezón en una fiesta.
-¿Por qué rayos nadie hace nada para detenerlo? – Dijo Ruby escandalizada por la información, ahora mirando directamente a Steven
-Por la misma razón que tu negaste que fuésemos a la policia. – Hizo una pausa y volteó a verla
-Su padre – Hablaron al mismo tiempo.
A Steven le pareció un poco extraño la casualidad de la que acababa de ser parte cuando señalaron el mismo sujeto al mismo tiempo. Sin embargo, no pudo desviar la mirada de Ruby, que se había ruborizado, y ese tono rosado sobre sus mejillas hacia que se viese incluso más hermosa de lo que ya le parecía. Tenía que disimular, y prefirió voltear a ver el panel con los pisos mientras subían.
Ruby, no pudo evitar sonrojarse por lo sucedido, y al parecer Steven lo había notado, pues tras un rato mirándola con descaro, desvió la mirada. Ella simplemente lo permitió y guardó silencio esperando que dijese algo más sobre Scott. Steven no dijo nada. Las puertas del ascensor se abrieron con suavidad y Ruby sintió un poco de decepción de que no hubiesen más cosas por decir entre ellos. Sin embargo, aunque Steven no había sido muy expresivo cuando ella le dijo lo que en su interior sucedía y sentía por él, sabía que no era el momento adecuado para comentarlo. Ya tendría tiempo de saber de Steven después de haberle ayudado con su amiga y de haber hecho pagar a Scott por el pánico que le había inducido. Sus instintos feministas no le permitían consentir que un hombre abusara de aquella manera de una mujer ni que le infundiera miedo.
-Por favor, no tardes. – Dijo Steven en la puerta de la suite de Ruby.
-No lo haré – Aseguró está deslizando la tarjeta que le entregaron en recepción.
Tras abrir la puerta Ruby entró con premura demostrando lo que acababa de aseverar, no tardaría. Steven se recostó contra el marco de la puerta a la espera de que Ruby saliera. Creyó escucharla hablar dentro de la habitación pero no reacciono. La puerta, que había permanecido entreabierta se abrió de par en par y el rostro de Ruby se asomó a través del umbral.
-¿Qué estás haciendo? Pasa.
-Pero tu…
-Sí, me voy a cambiar, pero hay espacio suficiente para que sigamos hablando mientras lo hago, así que entra, tengo más preguntas.
Steven hizo caso a Ruby y entró con dudas en la habitación solo para confirmar que en realidad había tanto espacio como señalaba Ruby. Un amplio ventanal dejaba ver el bosque de pinos que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Una pequeña sala daba la bienvenida a quien ingresaba a la suite y una división sin puerta a la izquierda daba paso a la alcoba principal, donde Steven pudo observar una cama amplia, en perfecto orden, cubierta por un edredón vino tinto que combinaba perfectamente con el color beige de las paredes. La alfombra, también vino tinto, silenciaba los pasos de ambos, incluso de los tacones de Ruby.
Steven se acercó hasta el cristal y permaneció allí de pie observando el bosque. La Luna iluminaba todo el paisaje con su pálida luz, las nubes debían haberse dispersado aún más, para que esta pudiese verse. Guardó silencio mientras Ruby hacia ruido en la habitación conjunta, quería decir algo, pero no sabría cómo empezar a articular aquellas palabras, por lo tanto, esperó alguna pregunta de Ruby.
-¿Tienes alguna idea de donde podrían estar? – Preguntó por fin
-La verdad es que tengo en mente un par de lugares pero ninguna certeza. – Hubo una pausa en la conversación. – Definitivamente no está en su casa. Había un lugar, Amy, mencionó alguna vez que fueron allí…
-Creo que tengo una idea. – Interrumpió Ruby. – Ayúdame con algo por favor.
-Dime
Steven se giró para observar a Ruby y se encontró con una imagen que lo congeló en su posición. A través del acceso a la habitación podía observar la puerta blanca del baño, estaba entre abierta y en ella, reflejada en el espejo, estaba Ruby, esbelta, su silueta parecía dibujada con la mayor delicadeza por el pintor más experimentado. La espalda desnuda de Ruby, totalmente descubierta, su cabello aún permanecía peinado, su cintura ajustada y su cuerpo delgado, enceguecieron por un instante a Steven. Ruby tendió su cabello sobre su espalda con un movimiento sutil, y empezó a atarlo luego en una cola de caballo.
Steven reaccionó y consideró que no debía estar espiando a Ruby de aquella manera, menos cuando ella continuó hablando y él, no había alcanzado a escuchar una sola de las palabras dichas por la misma boca que había besado ya dos veces. Volteó y trató de dominarse a sí mismo, avanzó unos pasos hacia un sillón ubicado al centro del salón y habló
-Lo siento, ¿Qué dijiste? – Ruby guardó silencio.
Tras unos segundos salió del baño, vestida con una blusa blanca de franela y mangas cortas, un pantalón de jean ajustado, bastante cómodo en apariencia y que resaltaba sus dotes, colocándose encima un delgado suéter azul. Se había retirado por completo el maquillaje.
-¿Estas bien? – Preguntó. Steven no pudo evitar notar que su belleza se extendía más allá del vestido, maquillaje y accesorios, nuevamente se fijo en sus hermosos ojos oscuros. – Es decir, sé que estas preocupado pero, ¿Estas bien?
-¿Eh? Si, si, claro. Lo siento. – Sintió sonrojarse por la manera en que se había perdido en ella. Había vuelto a impresionarlo con esa mirada intensa. – Creo que estoy distraído. Quiero asegurarme de que Amy estará bien.
-Lo está. – Dijo Ruby aparentemente convencida. – Es una chica inteligente por lo que pude ver, no dejará que él abuse de ella.
-Eso lo sé. Pero mientras más tiempo pasa con ella… - Steven bajo el rostro – ¿Y si él llegase a perder la paciencia?
-Eso no va a suceder. – Ruby se acercó lentamente hasta quedar frente a él, tomo su cara con ambas manos y le obligó a mirarla a la cara. – Nosotros no lo vamos a permitir. ¿Está bien?
-Está bien. – Estuvo de acuerdo Steven
Ruby se dio la vuelta y se acercó a una maleta colocada junto a la cama en la cual se sentó y mientras rebuscaba en ella siguió con la conversación.
-Ahora centrémonos, ¿Bien? – Sacó de la maleta un par de zapatos todo terreno y empezó a calzárselos. – Hay una laptop en la mesa junto al refri. Tómala y guárdala.
-¿Cuál…? – Justo antes de terminar la pregunta Steven barrió la habitación con la mirada y encontró una nevera ejecutiva en la esquina más alejada de la habitación, tomo la laptop de la mesa contigua. – ¿La guardo dónde? ¿Tienes su…? – No terminó la frase porque Ruby le había lanzado un morral que le golpeó en el pecho y debió hacer gala de sus reflejos para no dejar caer ni el aparato ni la mochila
-Adáptate Steve. – Dijo ella verificando su apariencia en un espejo. – Listo. Vámonos.
Steven guardo la portátil dentro de la mochila y ya salía de la habitación cuando Ruby lo tomó de ella, leyó en su rostro que la quería, así que se la entregó pra que volviese a la habitación. No tardo más de cinco segundos en regresar junto a él cerrando nuevamente la cremallera.
-Soy de Texas. Lo siento. – Dijo en medio de una sonrisa.
Steven no estaba seguro de que significaba aquella afirmación pero no hizo un particular esfuerzo en averiguarlo. Observó a Ruby tomar su Smartphone de la mesa junto a la puerta y luego de guardarlo en bolsillo trasero de su pantalón, cerrarla tras ella.
-¿Qué tan lejos está el lugar dónde vamos? – Preguntó mientras caminaban al ascensor
-Cinco minutos. – Respondió Steven mientras presionaba el botón. – Es la casa que mamá le vende a tu papá – Informó
********************************************************************************
Habían pasado pocos minutos desde que Jerry aparcó frente a la reja de entrada de la casa de los Johnson, seguía inmerso en sus pensamientos, ningunos de ellos tenía experiencia en el manejo de un arma, ¿Qué harían? ¿Lanzarse en una misión comando estilo SWAT contra un agresor terrorista? Dudaba mucho que alguno de ellos tuviese el valor necesario para dispararle a Scott y dudaba mucho más que este se intimidara por la presencia de más armas, eso solo podría empeorar la situación.
-Creo que ahí vienen. – Señaló Larry observando por el espejo retrovisor unas luces que se deslizaban sobre la carretera.
Jerry encendió el motor de la camioneta cuando el gran portón empezó a abrirse por sí solo. De seguro Steven habría accionado el control remoto desde el coche para que ellos pudiesen entrar mientras él se aproximaba. Cosa que no pensaba tardar en hacer.
Avanzó por el camino de grava y se detuvo frente a la puerta principal. Mientras bajaba junto a sus amigos de la camioneta volteó a mirar hacia el pórtico donde un coche se internaba en el camino pedregoso en dirección a ellos.
********************************************************************************
Ruby se había concentrado en su teléfono desde que habían salido del hotel. Eran pocas las palabras que había cruzado con Steven, más que todo para consultar el código de teléfonos de la zona, código postal, entre otras cosas que a Steven le parecieron totalmente innecesarias e irrelevantes.
-Es aquí – Anunció Steven mientras entraba a la propiedad.
-Perfecto. – Dijo Ruby sin alzar el rostro. – Crees que el servicio de int… ¡Rayos! Esta casa sí que es enorme. – Dijo sorprendida del tamaño de la propiedad al levantar la mirada. – A papá le va a encantar.
Steven sonrió por la sorpresa de Ruby ante la construcción. Sin embargo no tardó en reponerse de su asombro y volver a sumergirse en su teléfono móvil. A Steven le asombró el aplomo de la chica para mantenerse tranquila y concentrada en lo que debía hacer, sobre todo porque se encontraba en presencia de una construcción majestuosa que estaba a punto de convertirse en su nuevo hogar. Se estacionó y apagó el motor, esperó a que Ruby reaccionara pero esta no hizo ningún movimiento por algunos segundos.
-Vamos. ¿Qué esperamos?
Steven sonrió ante la ironía, aunque optó por no señalarla. Bajaron del vehículo y se unieron a Jerry y su grupo de amigos frente a la amplia puerta principal.
-Aquí hay algo raro – Dijo Raúl
-¿Raro como qué? – Inquirió Larry
-No lo sé, raro. – Respondió – Es la casa. Es extraña.
-Eso no importa muchachos, entremos y pensemos que haremos. – Interrumpió Jerry
Steven tomó las llaves de la puerta que guardó en su pantalón nada más llegar al hotel e introdujo la correcta en la cerradura, giro y esta abrió sin ningún problema. Era una mansión inmensa con una mesa central, adornada por un florero entre las escaleras semicirculares que daban a la planta superior. A la derecha una biblioteca altísima con las estanterías vacías, una mesa baja en el centro de la estancia y varios sillones alrededor de esta. A la izquierda estaba una sala amplia donde Steven recordó solían recibir los invitados. Era un lugar espacioso y agradable que al igual que la biblioteca, en donde Ruby no tardó en entrar, tenía un amplio ventanal que daba al jardín frontal.
Ruby no vaciló en sustraer la laptop de su bolso y colocarla sobre la mesa, se arrodillo junto a ella mientras todos se sentaban en los sillones y empezó a presionar las teclas con rapidez. Lanzó la mochila sin precaución y está golpeo con fuerza el piso, demostrando que había algo dentro aún, nadie le dio importancia. Ruby continuaba inmersa en su golpeteo constante del teclado, en opinión de Steven era la hacker más hermosa que había visto, y, aunque le parecía un poco inútil utilizar una computadora en aquel momento decidió dejarla.
-Mi primera preocupación es… - Empezó a decir Steven de pie detrás de Ruby y luego hizo una pausa. – Scott está armado.
-No te preocupes. – Le tranquilizó Jerry. – Encontrémoslos y ya veremos qué hacer cuando estemos junto a ellos.
-Ese es otro problema. – Se lamentó Steven
-¿Y tú que tanto haces allí? – Pregunto Larry a Ruby
-… conectamos la IP y…. – Ruby hablaba consigo misma inmersa en su accionar de teclas – ¡Listo!
Todos se vieron con incredulidad pero no se atrevieron a preguntar.
-Bien, así están las cosas. – Empezó a explicar Ruby. – Con un pequeño enlace con una operadora, un amigo policía de papa y un par de claves que obtuve no quieren saber cómo, solo necesito saber: ¿Amy tenía consigo su teléfono? – Un bolso dorado cayó en la mesa junto a su laptop. Jerry lo lanzo desde el sillón a la derecha de ella – Lo supuse, por lo cual necesito el número de teléfono del cretino.
-Yo no lo tengo – Se apresuró a decir Larry y estudió a los demás con la mirada. – Nadie en esta sala, creo.
-Tengo que resolverlo todo yo. – Dijo Ruby tomando su teléfono celular. Presionó algunas veces y espero. - ¿Danna? Ruby. ¿Podrías hacerme un favor? Necesito el número de Scott. Bueno, yo no, los chicos… De verdad… Danna, ¿hace cuánto que te conozco? Lo necesitan... No estoy metida en nada, solo dame el número que empiezo a perder la paciencia… - Ruby empezó a presionar teclas nuevamente en la laptop mientras Jerry se ponía de pie y se paraba junto a Steven- Bien, gracias Danna… Si estoy bien, no te preocupes.
-No debiste traerla – Susurró Jerry a Steven. – Esto se va a poner feo y ella solo lo empeorará.
-Tú la viste, ¿Qué podía hacer? – Se defendió Steven encogiéndose de hombros
-Igual es peligroso.
-Ok. – Habló Ruby con aparente emoción. – Ya estoy rastreando la posición a través del teléfono del imbécil.
-¿Qué tu que? – Preguntó Jerry sorprendido
-No era nada difícil, pensé que era obvio lo que hacía.
-Vaya novia que te gastas Steve. – Se rio Larry. Steven solo pudo sonreír y sonrojarse. No tuvo tiempo de articular palabra
-No… No entiendo. – Ruby parecía más consternada de lo que todos se esperaban.
En silencio aguardaron a que Ruby diera una explicación, pero ella parecía comprender tanto como ellos lo que estaba sucediendo. Se levantó, tomo su teléfono y camino con aire distraído alrededor de la habitación como si buscara algo con desesperación. Caminaba en todas direcciones hasta que se detuvo detrás de Larry, a la izquierda de Steven.
-Bien, eso no salió como esperábamos. – Hizo notar Curtis.
-¿Y ahora qué? – Preguntó Raúl.
-¿Ruby que pasa? – Insistió Steven. Ruby había llegado al lugar donde estaba la mochila y la había levantado.
-Según esto, él debería estar…
-Justo detrás de ti Steve. – La voz de Scott se escuchó a espaldas de Steven
Todos se levantaron de pronto, impresionados por no haber visto ni escuchado llegar a Scott que apuntaba a la cabeza de Steven con la pistola.
-Creí que estaba claro que no debían seguirme, ¿no? – Dijo Scott con una nota de furia en su voz
-¿Dónde está Amy? – Indagó Steven sin moverse por la presión del cañón del arma en su cabeza
-Está bien Steve, segura, donde, no es problema de nadie.
-Baja el arma Scotty – Sugirió Jerry
-¿Te asusta una simple Beretta PX4? – Dijo girando la pistola en dirección a Jerry que retrocedió unos pasos - La beretta no daña a quien no me molesta, ¿Entiendes? La beretta es buena y confiable. Y mi punteria no es mala.
-Scott, eso no me parece inteligente. – Dijo Curtis
-¿Qué vas a hacer? ¿Matarnos a todos y esperar no tener consecuencias? – Agregó Raúl – Las balas de esa arma son rastreables y lo sabes
-Para cuando encuentren sus cadáveres putrefactos ya mi adorada y yo estaremos muy lejos. – Scott esbozó una sonrisa de locura. – Quizás casándonos en Las Vegas. – Tras este comentario Steven en un impulso se dio media vuelta y le plantó cara a Scott.
-¡Eres un maldito! – Soltó Steven.
-Tú iras primero Steven. – Respondió – Solo porque ya me tienes harto, dejare que la Beretta se divierta contigo – Scott movía el arma frente a la cara de Steven
-Eso no es inteligente. – Repitió Curtis con mucha calma detrás de Jerry
-Menos cuando una Magnum 357 semi automática te apunta a la cien. – Ninguno de los presentes pudo mantener su posición y voltearon todos a ver a Ruby que sostenía con ambas manos una pistola dorada de gran calibre. – Y créeme que tengo mejor puntería que tú, maldito imbécil.
Continuara...
Ok, donde esta Amy? temo que mis especulaciones sean ciertas. Quien llego primero? Quien buscaba a quien realmente? Debo admitir que desde persecución temía lo que Ruby tuviese en mente. Intentare no buscar respuestas a dichas preguntas. Sorprendeme Montero!
ResponderEliminar¿Donde esta Amy? ¿Donde esta James? ¿Quien llego primero? ¿Quien es el otro muchacho "sin nombre"? ¿De quien hablara la siguiente parte de la historia? Cada vez hay mas preguntas sin respuesta.
Eliminar